13.

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Rápido se levantó de la cama y agarró la computadora para poner el CD. Cuando estuvo listo se sentó en el borde de la cama con ella y le dio play a la ecografía, subió el volumen y una vez más el latido del corazón del bebé estaba inundando mis oídos. El nudo se formó en mi garganta y gateé en la cama hasta él, lo abracé de atrás y me senté rodeándolo mientras Gian acariciaba mis piernas, los dos estábamos mirando la ecografía de nuestro bebé. Fue sólo un minuto y medio, pero era hermoso escuchar sus pequeños latidos formándose de a poco, cuando terminó, bajó la tapa de la computadora y se giró para mirarme.

Sus ojos parecían que querían hacer algo que nunca pensé que iba a ver en mi vida, pero estaban algo lagrimosos. Lo acerqué a mí y besé su mandíbula, sus labios, mejillas y nariz, lo último que besé fueron sus ojos de donde cayó una lagrima. Algo realmente sorprendente de ver, pero me contagiaba completamente.

—Es como un sueño. —dijo y yo sonreí buscando sus labios para besarlo. —te amo.

—Te amo. —le dije entre pequeños besos pausados.

Nos sentamos en la cama a desayunar y él estaba muy callado aunque era normal, parecía que pensaba y casi ni coordinaba lo que hacía, fruncí el ceño y busqué su mirada.

— ¿Estás bien?—le pregunté llamando su atención, me miró algo perdido, pero asintió.

—Quiero...quiero ir a ver a mi papá. —dijo. Tragué y dejé la taza en la bandeja, yo sabía que él nunca había ido a ver a su papá desde que falleció y por lo que Leti me había contado, Gian sólo tenía siete años cuando él falleció. No supe cómo manejar la situación, pero asentí.

—Está bien, ¿cuando querés ir?

— ¿Hoy?

—Mmm si, podemos ir hoy, pero... ¿él dónde está?

—En Tandil, en menos de cinco horas podemos llegar. ¿Me acompañas?

—Sí. —dije sin dudarlo, porque estaba muy decidido. —te parece si... ¿le decimos a tus abuelos?

Asintió y agarró el teléfono de su mesa de noche, me lo dio y yo marqué el número de la casa, lo miré mientras esperaba a que contestaran y él estaba todavía como perdido en la nada. Respiré hondo y se escuchó como entró en línea.

— ¿Hola?

—Hola Leti, soy yo Abril.

—Hola linda ¿cómo estás, pasó algo? —preguntó y yo quise reírme, siempre hacía la misma pregunta y nunca eran motivos malos nuestros llamados.

—No, está todo bien es que acá estoy con Gian y queríamos saber si ustedes están juntos porque les queremos decir algo.

—Ahora busco a Abel, ¿cómo está mi nieto, está ahí?

—Acá estoy abuela.

—Hola mi amor, ¿cómo estás, que estás haciendo?

—Recién me despierto y creo nunca me desperté más feliz en mi vida abuela.

— ¿Ah sí?, ¿Y por qué eso?

—Porque sí, quiero contarte algo muy importante. —le dijo y yo alejé la bandeja para sentarme más cerca de él y que me abrazara.

—Quiero saber entonces, acá esta tu abuelo, deci hola Abel.

—Hola.

—Hola abuelo, soy Gian.

—Si Gian, hola hijo, ¿cómo estás?

—Bien, pongan el alta voz, decile a la abuela.

—Bueno, esperá hijo.

Tardaron unos minutos y pude escuchar como discutían para ver qué botón tocar, cuando apretaban uno preguntaban si todavía estábamos del otro lado y si no nos habían cortado, me hacían reír de lo ocurrentes que eran.

—Bueno ahora sí los escuchamos, ¿qué quieren decirnos?—preguntó ella, lo miré a Gian.

—Hablo yo. —musitó y asentí. —abuelos quería contarles que la semana pasada, con Abril nos enteramos que...ella está embarazada.

Tardaron un poco en contestar, quizá porque él lo dijo muy rápido, pero la primera en reaccionar fue Leti.

— ¡Ay mi amor!—llorisqueó y enseguida se me llenaron los ojos de lágrimas, vi a Gian sonreír, mientras escuchamos la risa del abuelo. — ¡Mi vida los felicito tanto, no puedo creerlo!

—Gracias, perdón que se los diga por teléfono pero no voy a poder viajar por ahora.

—Vamos a ir nosotros hijo. —dijo Abel. —esto es un milagro y hay que festejar esta bendición Gian.

—Lo sé abuelo, lo sé.

Escuchaba sollozar a Leti y eso me hacía poner más sensible, lo que últimamente era muy fácil en mí. Estuvimos hablando un poco y Leti quería saber cada detalle y su nieto le contó todo, era la primera vez que lo escuchaba hablar a Gian del bebé, tan suelto y asumido, porque era una realidad, iba a ser papá. Después de un rato de tantos lloriqueos, Gian me pidió el teléfono y yo se lo di.

—Hoy voy a ir a ver mi papá. —dijo volviendo a su aspecto normal. —para que lo sepan.

Del otro lado no se escuchó nada, después de unos segundos la abuela habló acongojada.

—Eso es...—empezó, pero no pudo seguir porque un sollozo la interrumpió.

—Si está en tu corazón, hacelo hijo. —dijo Abel. — ¿y Gian?

— ¿Qué?

—Feliz día del padre. —le dijo a su nieto y su sonrisa volvió a aparecer.

—Gracias abuelo. Igualmente.

Cortó después de que cruzaran algunas palabras más, él me miró y torció un poco la boca, intenté darle mi mejor sonrisa y me acerqué a abrazarlo y besarlo.

—Permiso. —susurró en mis labios y me alejó un poco, no supe por qué pero entendí y me paralicé cuando levantó mi remera y se agachó a besar mi vientre, contuve el aire hasta que sus labios se alejaron de mí y volvieron a mi altura. —no le había dicho gracias.

Negué y él se acercó a besar mi enorme sonrisa y con mucho cuidado me fui subiendo encima, no tardó en captar mi idea y me acercó más haciendo que nos acostáramos en la cama sin dejar de besarnos. Fue demasiado suave y cuidadoso, sin tocarme de más ni tan poco, perfectamente diferente como siempre.

Agarró la foto nuestra de la bandeja y se dio cuenta de que atrás estaba escrito por mí, frunció el ceño y la acercó a nosotros para leerlo, yo leí en mi mente mientras esperaba a que él terminara.

Sé que esto es raro para los dos pero no puedo dejarlo pasar, es tu primer día del padre y te mereces ser felicitado. Quiero decirte que estoy muy feliz de que seas el papá de mi hijo/a, desde que me enteré que esta pequeña personita se estaba formando dentro de mí, no dejo de pensar en que es algo nuestro, de los dos y no puedo estar más agradecida. Si llegamos hasta acá es por algo y estoy convencida de que vas a ser un papá genial, y te prometo que junto con él o ella te vamos a hacer muy feliz y vamos a ser una hermosa familia. Te amo y gracias por cuidarme siempre y ser como sos. ¡Feliz primer día del padre!

Abril y tu pequeño hijo/a de 6 semanas.

Él me miró y su sonrisa me lo dijo todo.

—Qué hermosa sos, ¿no puedo amarte más no?—preguntó entre besos, sonreí y me abracé a su pecho desnudo.


Quedándose para Siempre.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora