Esas reconocidas y familiares mariposas estaban volando por mi estomago nuevamente, estaba ansiosa, nerviosa, emocionada y quería que ya mismo fuera las ocho de la noche, pero para eso faltaban como veinte minutos. Desde que había entrado hasta el momento, pude ver una gran fila de personas en la puerta de mi restaurante, comensales esperando por probar mi comida y por conocer mi nuevo lugar. Era motivo de estar como me sentía, y aunque mis uñas sabían a esmalte no las arruiné por suerte.
Una noche de Julio.
Era el nombre que elegí para mi restaurante, quizás era estúpido y hasta largo el nombre para algunos, pero significaba tanto para mí que no me importaba si le resultaba tonto o prolongado a la gente. Desde aquella noche de julio, fue que mi vida cambió para siempre. Había conocido a Gian Trascow y hace dos años y medio que vivía una odisea con el hombre que tanto amaba, el hombre que me dio tanto para vivir, hasta lo más importante de mi vida que era mi hijo. Él había hecho todo lo que estuvo a su alcance para que mi sueño se pudiera cumplir, había hecho hasta lo imposible por mí, y había dejado todo atrás por eso que estábamos construyendo día a día juntos.
Cuando estaba embarazada pensé que este sueño que tenía de construir mi propio restauran se estaba yendo por la borda, ya que sabía que mi vida a partir de ese momento tenía que dedicársela a mi hijo, pero él me enseñó a luchar, a seguir y ahora estaba parada en medio de mi lugar, de mi sueño que era el salón de mi restaurante. No podía creer que estaba sucediendo y que al fin, se iban abrir esas puertas después de tanto tiempo de espera, porque en serio estaba pasando.
— ¿Abril?—lo escuché decir, me di la vuelta rápido y me volví a enamorar como aquella vez de esos hermosos y encandilantes ojos verdes, que ahora estaban siendo resaltados con su oscuro traje negro de noche. Sonreí al verlo, tan acostumbrada a pensarlo dentro de esas capuchas o detrás de estos anteojos que verlo de esta manera, era asombroso.
—Hola. —dije mientras pasaba mis manos por su pecho, acomodando algún desdoble. —qué lindo estás.
—Hago mis esfuerzos, aunque no puedo con todo. —dijo e hizo una media sonrisa.
— ¿Por qué?—pregunté, él dejó caer sus manos en mi cintura y buscó algo en su bléiser.
—Lo pensé durante todo el día, pero llegué a la conclusión de por qué cambiar si así me conociste ¿no?—preguntó, yo fruncí el ceño sin entender, pero asentí. —bueno ese Gian reservado con el que siempre luchaste cambió un poco ¿no?
Me reí y asentí.
— ¿Y luché bastante no?
—Sí pero, ganaste así que... ¿puedo darte mi último voto como el Gian que era?—preguntó. No entendía nada.
— ¿A qué te referís?
—A que quiero ser exclusivo para decirte esto, más bien para pedirte esto. —corrigió y levantó a mi vista una pequeña caja antes de agacharse y arrodillarse frente a mí. —y como me hiciste cambiar, ahora no tengo ni siquiera miedo de hacer esto...Abril sos el amor de mi vida, sos la persona que más me hace feliz junto a nuestro hijo, estoy tan enamorado de vos y de la familia que construimos que te juro que quisiera que durara para siempre, te amo mi vida y por eso ¿te querés casar conmigo?
Mi corazón se detuvo. Mis ojos dejaron escapar las lágrimas que tenía retenidas y asentí apretando mis labios para contener los sollozos.
—Sí. —dije apenas en un susurro y él me sonrió levantándose para sacar el anillo de la caja y buscar mi mano, con cuidado puso el anillo brillante en mi dedo y yo no pude contener un sollozo. — ¡No puedo creer que hicieras esto!
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Quedándose para Siempre.
Teen FictionGian había aprendido a quedarse y Abril a seguir siendo paciente con su entrometido novio. Todo cambió desde el día que esos ojos verdes se cruzaron en el camino de ella y aún así juntos, todo iba a seguir cambiando. La responsabilidad de parte de l...