21.

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No tenía ganas de acercarme a la cocina y me permití dormirme antes de la cena, mi cuerpo necesitaba descansar después de un día tan largo y lleno de sorpresas, estaba muy preocupada por lo que Dino podía hacer con ese lugar, pero como me había dicho Gian no era de nuestra incumbencia por más que el perjudicado pudiera ser él.

No quería despertarme pero otra vez ese molesto dolor en la parte baja de mi abdomen me estaba pinchando, me senté en la cama y por mi velocidad hizo que me diera un mareo, por lo que tardé algunos segundos en recuperarme. Respiré hondo y me mentalicé en que se me iba a pasar rápido, escuché la puerta y segundos después la voz de Gian preguntando por mí. Iba a levantarme pero las nauseas volvieron después de varios días estando estable y se hicieron presentes enseguida, tuve que levantarme pero no precisamente para ir a verlo. El inodoro se había vuelto mi más cercano amigo últimamente, nunca lo había visto tantas veces antes como últimamente y todo tenía un sentido que ya me estaba cansando un poco. No quería forzar mi estomago, pero el horrible gusto no podía irse tan rápido de mí.

Escuché la puerta y a Gian llamándome.

— ¡Estoy acá!—dije y antes de poder seguir, miré de nuevo hacia abajo y me forcé a devolver. Él se acercó detrás de mí y me corrió el pelo que estaba en mi cara molestándome, la sensación de mareo todavía no se iba y mis oídos se taponaban mientras me envolvía en calor corporal.

— ¿Y así te vas a ir y la vas a dejar?—intervino Ema, escandalosa como siempre. Yo me aparté del inodoro y levanté la mano antes de que empezaran a discutir.

—Por favor, si van a pelear váyanse que quiero estar tranquila.

—Andate Ema. —le dijo Gian, pero ella no le hizo caso y a mí no me importó. Me levanté con su ayuda y me lavé los dientes y la cara, el gusto amargo todavía estaba en mí y hacía que me ardiera la garganta.

—Voy a calentarte la sopa Abru. —me dijo ella, justo cuando se fue preparé mis oídos para escuchar la queja de Gian, pero me sorprendió porque no dijo nada.

— ¿Estás mejor?

—Sí, me quiero acostar.

Ya había dormido demasiado porque de afuera se veía que era de noche, pero por alguna razón mi cuerpo me lo exigía ya que no terminaba de sentirme descansada. Él me acompañó hasta la cama y tocó mi frente, nada de fiebre.

—Estás pálida, ¿querés agua?—me preguntó, asentí mientras cerraba los ojos. —Ema traele agua.

—Ok.

El pinchazo me volvió a molestar y toqué mi estomago para refregarlo, hice una mueca que hizo a Gian cambiar de postura.

— ¿Qué pasa, te duele?

Asentí y me refregué despacio el estomago, Ema entró con el vaso de agua y miró mal a Gian haciéndome sonreír un poco.

—Poco, está bien.

— ¿Llamo a un medico? —preguntó Gian y yo negué aliviando mi garganta seca y ardiente con el agua.

—No, ya pasó.

—Abril...

—Estoy bien, ya se me pasó es un segundo, ¿ya te vas?—le pregunté cambiando de tema, él todavía me miraba preocupado.

—No sé...

—Ahora la vas a dejar, claro, en el peor momento ¿no?—se quejó Ema enojada, bufé y le tiré la almohada.

—Basta Ema, estoy bien y él tiene que irse, vos también así que andate. —la eché y mirándome mal se fue y cerró la puerta fuerte. —no le hagas caso, estoy bien.

— ¿Pero por qué te duele?

—No sé, pero supongo que es normal sentir un poco de dolor. —dije haciendo indiferencia al tema. — ¿preparaste todo ya, a qué hora salís?

—Abril pero no se qué tan normal puede ser, ¿por qué no llamamos un médico?

—No, estoy bien en serio, ¿vas en el auto?

—Sí pero...

—Igual dejame las llaves de tu casa, así le doy de comer a Abner.

—Hoy te pasó lo mismo. —dijo él un poco confuso, estaba haciendo memoria pero lo interrumpí.

— ¿Cuando vuelvas vamos a ver la casa no?—pregunté en otro tema, completamente diferente.

—Tenemos que ir al médico, no sabemos si esto es normal. —dijo pero yo seguí con mis preguntas.

— ¿Cuánto crees que podes tardar?

—Basta Abril, dejá de hacerte la tonta hay que ir al médico.

Suspiré y me senté en la cama.

—No, no voy a ir ningún lado porque estoy bien y no me duele nada. Ahora concentrémonos en esto que es más importante, ¿cuándo venís?—pregunté levantando la mano para acomodar su pelos.

—Nada es más importante que vos y el bebé, primero su bienestar después lo demás. —dijo serio bajando mis manos, rodé los ojos y le di un beso en la nariz.

—Gracias, pero el bebé y yo nos sentimos bien ¿sí? no necesito ver a un médico, y vos te vas a ir muy tranquilo porque yo estoy bien y sólo quiero que arregles eso, ¿ok?

—Antes de irme éramos todo lo contrario, pero en serio estaría más tranquilo si al menos le hacemos una consulta a un medico.

—No basta. —puse punto final y lo empujé para que se levantara. —ya tenés que irte, te voy hablando mientras volvés.

—Pero todavía no me voy.

—No quiero que te agarre la noche, andá ahora. —dije y lo obligué a levantarse, pero se opuso. —Andá ahora, yo voy a estar bien y cualquier cosa te llamo.

Bufó y acarició mi mejilla.

—No quiero dejarte sabiendo que estás así. —dijo, pero no estaba mal ¿por qué no quería entenderlo? En todo caso, podía ir al médico perfectamente sola.

—Estoy muy bien, voy a cenar y me voy a volver a acostar ¿sí? —hablé tranquilamente para que él pudiera entenderlo. —Habíamos hablado de que esto es importante que lo hagas y es solo un día ¿o no?

Asintió y se quiso acercar a besarme pero lo frené.

—Acabo de vomitar amor. —dije haciendo una mueca, hasta a mí me daba asco.

—Pero si te lavaste la boca.

—Sí pero...

— ¿Por qué mierda me evitas tanto?—preguntó enojado y se levantó. Respiré hondo y me di vuelta para acostarme.

—No te estoy evitando, me da asco nada más.

— ¿Asco te da besarme?

—No tonto, asco me da besarte con gusto a vomito. —dije, él me miró mal con esos ojos amenazante que tan lindo tenía. —exacto, malpensado.

—Pero me evitas igual, anoche con...

—Bueno basta Gian, no tengo ganas, no me podes obligar a tener sexo si yo no quiero.

— ¡Encima sexo!, vos sos genial la verdad. —se quejó y se fue de mi cuarto cerrando la puerta fuerte. Quise reírme porque me encantaba hacerlo enojar, sólo lo hacía porque sabía que se le pasaba rápido, tenía que aprovechar a divertirme un poco con él en los momentos tan tensos.

Quedándose para Siempre.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora