58.

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Cuatro días después estábamos intentando bañar a Noah en el baño de nuestra habitación, me hacía reír como Gian lo trataba, con cuidado y le hablaba como si realmente el bebé entendiera, pero por alguna razón lo escuchaba atentamente. Una vez bañado, capturé una hermosa foto de ellos dos, Gian estaba haciéndolo reír a Noah mientras que la hermosa sonrisa de mi bebé aparcía y relucía en la cámara, pero aunque me encantara eso, me quedé fascinada al ver el hermoso anillo que mi marido, tenía en su dedo, idéntico al mío.

Con tan solo pensar en nuestro casamiento me hacía reír. Fue algo de unos quince minutos, estuvimos en nuestra casa, vino un juez y llevó a cabo nuestra boda civil. Nos pusimos el uno al otro los anillos y nos besamos prometiéndonos amarnos, respetarnos, sernos fiel, y cuidarnos en la salud y en la enfermedad como en la pobreza y la riqueza, cada día de nuestras vidas. Nuestro hijo fue el único testigo junto con el juez que hasta se reía de nuestra loca idea de casarnos por si solos, pero fue tan importante para nosotros que ni siquiera me importó la fiesta o esas estúpidas cosas, porque yo había estado vestida de blanco y Gian, como siempre de negro. Fue simplemente hermoso. Ya teníamos nuestra libreta matrimonial.


A medida que el tiempo iba pasando y Noah crecía, los ojos verdes se iluminaban cada día más en su mirada, era imponente mirarlo, porque apenas desviaba la mirada hacia mi marido, me encontraba con los mismos ojos que tanto amaba.

Cuando Noah se durmió en la noche, fui hasta el cuarto donde Gian dibujaba los planos del barco que quería hacer, no estaba apurado para hacerlo, pero las ideas las tenía constantemente en su cabeza, quería hacerlo definitivamente.

—Hola.

—Hola. —tiró para atrás su silla e hizo que me acercara a sentarme en su regazo, besó mi mejilla mientras que yo miraba cómo estaba dibujando los planos, era increíble. Mi mirada se topó con el paquete de cigarrillos abierto, lo agarré y lo escuché suspirar. —sólo saqué uno, no es tan fácil.

—Nadie dijo que iba a hacerlo. —dije y él se pasó las manos por el pelo, hizo una mueca.

— ¿Noah?

—Duerme. —dejé los cigarrillos en la mesa y me di vuelta para pasar mis brazos por su cuello y unir nuestras bocas. Hizo un camino de pequeños besos desde atrás de mi oreja hasta mi clavícula, levantó mi mano y despacio la besó hasta mi dedo anular donde tenía el anillo.

—Mi mujer. —dijo y volvió a besarlo, sonreí y él me miró. —te amo.

—Te amo. —musité contra sus labios y lo besé.

Nuestra cama estaba ocupada, por lo que tuvimos que conformarnos con la mesa de sus trabajos, sacó todo rápidamente tirándolo al suelo, incluso los papeles que estaba dibujando y me subió encima para ahorrarnos tiempo de tener que sacar a Noah de la cama.


Para la segunda semana de la inauguración del restaurante, tuve que ir yo cada día, había demasiada gente y tenía que ayudar a mis empleados, obviamente que yo era la chef principal, pero mientras les daba las indicaciones correspondientes a ellos, los comensales estaban satisfechos. Estaba feliz de poder tener todo bajo la manga en mi propio restaurante, lo único que me inquietaba era que tenía que dejar a Noah por un tiempo solo, más bien sin mí, porque su papá se encargaba perfectamente de él.

El sábado llegando a la noche, estuve haciendo la degustación y estaba sorprendida de cuanto habían aprendido todos los chicos a seguir mis pasos, mi trabajo estaba apuntando y no quería que ellos se desconcentraran pero cuando empecé a escuchar los Aww de las chicas, por mi mente cruzó lo que vieron mis ojos.

Quedándose para Siempre.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora