Hablar con Clara me había dejado más tranquila, ella estaba en paz ahora y me lo aseguró, saber que su hijo lo estaba la dejaba a ella de la misma manera y me recordó aquella conversación que tuvimos cuando nos conocimos. Había que dejarlo ir. Me costó entenderlo y tardé algún tiempo en hacerlo, pero día a día lo lograba ya que mi mente se empezó a inundar con las dudas sobre mi parto.
Día después.
Nuestra obstetra iba a estar preparada para cuando fuera que Noah quisiera llegar al mundo, y nosotros habíamos alquilado la habitación como las parteras. Estaba ansiosa por el parto y nerviosa también, pero lo principal era estar relajada y calmada para ayudar a mi hijo a nacer y yo sabía eso.
La tarde se me hizo un poco pesada mucho más que los otros días, estaba intentado filmar un vídeo mientras Gian cortaba las maderas en el garaje y yo estaba sentada haciéndole compañía. Sentí que iba a explotar.
—Dale Gian, deci que me amas. —le pedí mientras filmaba el vídeo. Él rodó los ojos y entonces yo me quejé de nuevo—Dale.
—Por milésima vez, te amo. —dijo y yo sonreí. Pasé la cámara para mi lado y me filmé.
—Ves Noah, tu papá me ama.
—Y a él también. —dijo de atrás pero yo no le di importancia. Volví la cámara hacia él.
—Amor contale a Noah qué estás haciendo.
—Una canoa...cuando yo era chico con mi papá teníamos un sueño de construir juntos una especie de canoa. —dijo haciendo comillas con los dedos. —ese era nuestro plan para fugarnos e irnos lejos como para que la policía nos persiga. —rodó los ojos. —sueños de chicos, que obviamente no llegaron a concretarse, pero bueno... ahora quiero hacerlo para Noah y para nosotros.
— ¿Y vamos a fugarnos?—le pregunté, él me miró y se encogió de hombros.
—No lo creo, pero algún día la voy a probar cuando Noah sea un poco más grande.
—Yo quiero fugarme. —bufé y él se rió
—No te vas a ir ningún lado vos, te vas a quedar acá conmigo. —me dijo acercándose y se apoyó a cada lado de mi silla, yo nos filmé.
— ¿Y por qué no nos fugamos juntos?
—Porque no te doy más de tres días a que explotas un bebé. —dijo, yo me reí y él se acercó a besarme.
—Te amo ¿sabías?—le dije entre besos y asintió. Apagué la cámara y me concentré en seguir el beso y que no se apartara.
—Esto es lo principal amor. —me quejé y puse dos medias muy chiquitas en el bolso, él puso una pequeña camiseta más. Armar el bolso con Gian era estresante, no sé por qué creía que nos íbamos a ir a vivir, pero sólo eran dos días por seguridad del bebé, y principalmente, era su ropita.
Inevitablemente, puse una pequeña campera negra, me encantaba ya que era muy parecida a las de su papá y sabía que internamente, a Gian le encantaba.
— ¿Cuántos besos me abrás robado detrás de una de éstas? —suspiré mirando la pequeña campera en mis manos. La agarró también mirándola y una pequeña sonrisa lo iluminó.
—Los suficientes para que me vuelvas estúpido. —dijo y yo me reí sarcástica.
—Vos eras un estúpido mucho antes que me besaras.
—Si también, pero estúpidamente enamorado. —musitó, y puso la ropita en el bolso, pasó sus brazos por mi cintura y descansó su frente contra la mía. —pero no me arrepiento de nada.
—Porque no hay nada que arrepentirse, de alguna manera... nos complementamos Gian.
—Sí, de alguna manera extraña. —dijo haciendo una mueca, sonreí y busqué sus labios para besarlo.
En la noche me acosté un poco enojada, hacía frío y yo quería usar la sudadera de Gian o más bien, la mía. Pero me apretaba, casi ni me entraba de lo grande que estaba, Gian intentó convencerme pero nada me molestaba más que hasta la ropa de mi novio no me entrara, me estresaba completamente. En la foto de cada noche que nos sacábamos con Gian y la panza, salí enojada. Usábamos esas fotos desde que entré al último periodo y esperábamos cada día que naciera nuestro hijo, en la que no pensé que iba a ser la última, salí hecha una furia, no solo porque la ropa no me entraba sino porque Gian salió besando mi panza y no a mí, muchas razones para dormirme dándole la espalda.
En mis sueños lo escuché quejarse y sentí muy real que me estaba moviendo.
—Abril... ¡Abril despertate!—me movió, me quejé y despacio abrí los ojos pesadamente.
— ¿Qué?
—Abril estás mojada, ¿qué no podías ir al baño?—se quejó y yo abrí los ojos de par en par. —existe el baño nena, ahora hay que cambiar todo.
—Gian...
—Qué asco, ¡Tenés a dos pasos el baño! —bufó y se levantó de la cama quejándose
—Gian no me hice.
—Estás toda mojada, ¡Mirá yo también!—se quejó como un nene chiquito mientras se cambiaba el pantalón.
— ¡Gian no es pis, rompí bolsa!—le dije interrumpiendo sus quejas. Él me miró y frunció el ceño. Yo me levanté como pude y respiré hondo. —mierda, rompí bolsa.
— ¿Qué...qué significa?
— ¿Y qué se va a significar? que va a nacer estúpido. —dije rodando los ojos. —ayudame a levantar.
Se acercó rápido a mí y me ayudó a levantarme, tenía mi pantalón mojado y como pude me lo bajé para sacármelo.
—Pero...
—Dame otro pantalón y buscá el bolso.
— ¿Qué?, pero...
— ¡Pero buscá el bolso tonto!—lo empujé, él me miró mortificado.
— ¿Estás... bien?—preguntó cómo pudo, yo asentí tranquilamente y él corrió al cuarto de Noah a buscar el bolso.
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Quedándose para Siempre.
Teen FictionGian había aprendido a quedarse y Abril a seguir siendo paciente con su entrometido novio. Todo cambió desde el día que esos ojos verdes se cruzaron en el camino de ella y aún así juntos, todo iba a seguir cambiando. La responsabilidad de parte de l...