Ella empezó a contarnos la historia, Noé había nacido casi sin respirar y estuvo hasta los seis meses internado, luego de eso vivió gracias a un tubo de oxigeno. Cuando creyeron que nada iba a ser peor, a los cinco años, le detectaron cáncer en la sangre, leucemia. Desde entonces luchaban, ella estaba divorciada y el papá de Noé no lo aceptaba mucho por lo que la lucha era de ella y de su hijo nada más. Los dos sabían que estaban en lo último y Noé lo entendía perfectamente, por eso querían llegar a Comodoro y poder descansar de tantas quimios sin buen resultado.
No pude contener las lágrimas y cada vez que ella seguía la historia era mucho más deprimente, saber que existían las vidas de mierdas y que la de un pequeño nene de siete años la llevara, era escalofriante. Ella después de un tiempo se durmió, y ya no sabía cómo seguir con mi vida, sentía la congoja en mi pecho subir y bajar hasta hacerme arder la garganta, de repente quería abrazar a ese nene y hacer reaccionar a su mamá, pero después de todo ella tenía razón, había que dejarlo ir cuando él estuviese preparado.
No logré dormirme del todo porque escuchaba la voz de Gian resonar en su pecho donde yo estaba acostada y la voz del nene también.
— ¿Entonces estás feliz?—preguntó Noé.
—Sí, muy feliz.
— ¿Y se van a casar?
—No lo sé, quizás.
— ¿Y cómo se va a llamar el bebé?
Gian se rió un poco.
—No lo sabemos todavía, no tiene nombre.
Noé se rió.
— ¿Le dijiste Te amo?—preguntó susurrando, haciendo que en dormida, yo sonriera.
—Sí.
— ¿Y mucho?
—Sí la amo mucho
— ¿Ella es buena?
—Sí, aunque está un poquito loca, pero es por el bebé.
Noé se rió y yo quise también pero apreté mis labios.
— ¿La besaste en la boca?—preguntó de nuevo entre un susurro y risa. Gian se rió
—Si también.
— ¡Guacale!—se quejó riendo.
— ¿Vos no besaste a ninguna chica?
—Sí pero en su mejilla o mano, mi mamá dice que los besos no se roban y nadie me quiso dar uno en la boca.
— ¿Te gusta alguien?
—Sí, bueno me gustaba pero como me voy a morir ya no. —le contó. Gian tardó en responder y yo me elevé un poco en su pecho cuando suspiró.
—Deberías robarle un beso, ¿sabes cuántos besos yo le robé a ella?
— ¿Cuántos?
—Como cinco veces le robé besos, es divertido deberías intentarlo.
—Bueno, pero no le digas a mi mamá. —se rió
—No para nada.
Sentí unos familiares y pequeños besos en mi mejilla que se arrastraban hasta mis labios muy despacio, cuando llegaron, yo los respondí vagamente.
—Llegamos hermosa. —dijo sobre mis labios y yo los capturé con los míos en un gran beso. Escuché una risa cómplice y entonces me aparté un poco. Miré de donde provenía la risa y la mirada feliz y cansada de Noé estaba pendiente de nosotros.
—Hola Noé.
—Hola, te estábamos esperando para que te despiertes.
Cuando miré hacia el costado, la gente empezaba a levantarse y no sé en qué momento habíamos aterrizado pero al fin llegamos. Bajamos en compañía de Clara y de Noé y cuando llegamos al aeropuerto ella nos miró con cautela.
— ¿Puedo pedirles un favor?—preguntó algo tímida.
—Si por supuesto.
—Mientras hago sus papeles, ¿pueden ver que no le pase nada?
—Si obvio, nos quedamos por acá entonces. —le dije y Noé se agarró de mi mano. Yo le sonreí.
—Muchas gracias.
Ella se fue y nosotros antes de sentarnos fuimos al baño, por mí obviamente. Gian fue a buscar algo de desayunar y entonces el pequeño Noé y yo nos quedamos mirándonos uno al otro.
—Gian me contó que te robó muchos besos antes de ser tu novio. —me dijo riendo, yo también me reí acordándome de esos maravillosos pero estresantes momentos.
—Es cierto.
— ¿A las chicas les gusta que le roben besos?
—Mmm...En realidad, es depende qué chica, si te gusta mucho el chico que te roba un beso entonces te vas a sentir feliz por más que sea sorpresa.
— ¿Y a vos te gustaba que Gian te robe besos?—preguntó, me reí y asentí.
—A veces me gustaba, otras...me ponía un poquito de mal humor pero porque él era algo tonto.
Los dos nos reímos y estuvimos hablado un poco de esos besos robados que a mí tanto me gustaban, cuando recién nos conocíamos él se iba luego de esos besos y nunca los podía sentir del todo bien, aunque me gustaban pero Gian en serio era muy tonto.
— ¿Puedo tocar a tu bebé?—me preguntó y yo asentí, Gian me dio un late en saché y se sentó a mi lado. Noé se acercó un poco más y extendió su mano tirando la manga de su camiseta para atrás, despacio puso su manita en mi panza y su sonrisa se extendió.
Entonces, lo sentí. Una pequeña patadita y luego otra.
—Gian...—susurré, la piel se me erizó y mi corazón palpitó con fuerza. Puse la mano arriba de la de Noé y se rió un poco.
—Me pego dos pataditas. —dijo por mí, Gian se adelantó y también tocó mi panza, aunque ya no sentí nada más que esas hermosas cosquillas cuando se estaba moviendo. Pero había pateado y mi corazón estaba demasiado acelerado como para poder explicar lo que estaba sintiendo.
— ¡Se movió!—le dije con lágrimas en los ojos, él me sonrió
— ¿Por qué no patea más?—preguntó Noé
—No sé, pero lo sentí. —dije secándome las lágrimas, acaricié mi panza ahora calma e inspiré hondo apoyando mi cabeza en el hombro de Gian. Él besó mi sien.
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Quedándose para Siempre.
Teen FictionGian había aprendido a quedarse y Abril a seguir siendo paciente con su entrometido novio. Todo cambió desde el día que esos ojos verdes se cruzaron en el camino de ella y aún así juntos, todo iba a seguir cambiando. La responsabilidad de parte de l...