Narra Gian.
3 años después.
Otra vez volvía a sentir ese escalofrío por todo el cuerpo, pocas veces estaba dentro de mí y era una sensación de alivio y al mismo tiempo de dolor. Ahora me sentía más liberado, no podía negarlo pero nada me haría más feliz que mi papá pudiese estar acá. Me arrodillé frente a su tumba en donde su nombre estaba tallado en la lapida y con mis dedos, toqué el frio mármol. Un nudo se formó en mi garganta.
—Seguramente pensaste que nunca iba a venir. —dije en voz alta, sabiendo que en algún lugar mi papá estaba ahí escuchándome. —pero ya pasó mucho tiempo y aprendí a vivir con el dolor... nunca voy a querer entender por qué te fuiste, lo razono pero para mí no tiene una explicación y aunque acepto no perdono... ¿y sabes qué? tampoco tengo rencor.
Respiré hondo y apreté mis dedos muy fuerte, no dolía.
—La razón por la que vine es porque... bueno intenté cumplir uno de nuestros sueños pá. —mi voz se quebró y quise taparme la cara como un nene para llorar, pero no lo hice. — te traje una foto.
Miré la foto en mis manos y no pude evitar sonreír. Yo tenía en brazos a mis dos hijos Noah y Alina y detrás de nosotros, el barco de madera que había tardado todo este tiempo en construir.
—Es nuestro barco y con tus nietos decidimos llamarlo como vos, Francisco... así que acá está papá nuestro sueño cumplido. —susurré y me arrodillé en el césped para poner la foto dentro de una pequeña caja de cristal que tenía sobre su tumba. No pude evitar contener un sollozo y rápido sequé mis lágrimas, porque no quería llorar. Seguí hablando. —no me voy a escapar, porque acá tengo todo lo que amo... y aparte no podríamos navegar hoy en día con esto, con tanta tecnología nosotros nos hubiésemos hundido...
Había sido tan significante para mí crearlo. Pequeño para ser barco y grande para ser Canoa, no servía de mucho pero era un sueño cumplido. —Espero que te guste, hice lo mejor que pude.
Respiré hondo y cerré los ojos sintiendo el aire en mi cara, el viento fue como una caricia al alma y mi corazón se alivio a pesar de que latía fuerte contra mi pecho.
Ya no tenía miedo de estar en su tumba, ni siquiera odio, había superado hace mucho tiempo eso incluso cuando me contaron que mi mamá había salido de la cárcel y se había ido muy lejos, podría decir que no me importaba pero pensaba que estaba bien y esperaba que terminara de vivir su vida bien, sin más rodeos. Mis hijos sabían que tenían una abuela y estaba seguro que su mamá se iba a encargar de hacerles acordar constantemente de ella, como yo me iba a encargar que nunca se olviden de su abuelo.
—Cuando esté de visita nuevamente, te prometo que voy a venir viejo. —dije levantándome. —y espero que recibas muy bien a mi amiga María que ahora está descansando en paz, yo sé cuanto la apreciabas por cuidarme así que ahí tenes para agradecerle.
— ¡Papá!—escuché gritar a mi pequeña Alina, me giré y la vi correr hacía mí. Casi quise reírme, su mamá le había puesto tanta ropa que era como ver un closet correr.
Malditos hermosos y perfectos dos años al lado de mi princesa, ella era toda mía y ninguno de los dos podía pasar sin el otro mucho tiempo, era como mi adicción.
—Hola princesa. —la levanté en mis brazos y ella miró hacia abajo, enseguida se quiso bajar de mí.
— ¡Abelo!—chilló y me obligó a bajarla.
La puse en el suelo y besó sus dedos para después ponerlos en el mármol de la lapida de mi papá. Mi corazón se contrajo. Abril los había traído siempre a ver a su abuelo y yo no estaba enterado de esto la mayor parte del tiempo, por lo que no sabía cómo ellos reaccionaban ante su tumba.
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Quedándose para Siempre.
Teen FictionGian había aprendido a quedarse y Abril a seguir siendo paciente con su entrometido novio. Todo cambió desde el día que esos ojos verdes se cruzaron en el camino de ella y aún así juntos, todo iba a seguir cambiando. La responsabilidad de parte de l...