—Ya quiero ver tu panza grande. —me dijo con la voz cansada.
—Sí es que Gian está tardando en conectar la cámara. —le dije y él se rió un poco, habíamos hablado tanto por teléfono que no nos habíamos dado cuenta que podíamos vernos por Skype, sólo había que conectar algunas cosas que Gian estaba tardando pero según él iba a lograr.
—Ya está.
—Bueno conéctate Noé, voy a apagar el teléfono así podemos vernos.
—Está bien, chau.
Corté y esperé a que él se pudiera conectar, cuando tuvimos la imagen en la computadora, mi corazón se encogió y quise empezar a llorar.
—Está muy grande. —dijo con una pequeña y cansada sonrisa en los morados labios.
— ¿Viste?, está creciendo muy rápido. —dije con un hilo de voz acariciando mi panza. — ¿te dijo Gian como se va a llamar?
—No, ¿cómo?
—Noah, es algo parecido al tuyo.
—Qué lindo.
—Los felicito chicos, es hermoso el nombre. —nos dijo Clara. —está enorme Abril, espero que nazca pronto así nos vienen a visitar.
—Yo también espero eso.
Y era capaz de adelantar mi parto para que naciera y así poder viajar a verlo, pero era imposible.
Estuvimos hablando un rato más del bebé, cuando Noé empezó a tener sueño y ya ni podía abrir los ojos. Lo despedimos para que durmiera y su mamá se fue con la computadora hacia otro lado. Lo que yo no sabía de esa despedida es que probablemente podía ser la última y Clara lo afirmó cuando él se durmió.
—Les deseo la mejor de la suerte para el parto.
—Muchas gracias.
—Adiós chicos.
—Adiós.
Cuando Gian apagó la cámara no supe otra cosa que hacer, lloré mientras él me abrazaba e intentaba consolarme pero era tan fuerte verlo así que me lastimaba. Esa noche me costó dormirme y de hecho no lo logré tan rápido, había pasado por una larga charla psicológica con Gian para intentar entender que me estaba alterando siendo que Noé todavía estaba en este mundo, pero veía tan cerca a su despedida que me dolía no poder dejar de pensar en ella.
Sentí las pataditas de Noah fuertemente en mi vientre y entonces me tuve que despertar, abrí los ojos y todavía estaba oscuro pero había una luz de parte del baño que me cegaba un poco. Me quise recomponer cuando escuché la voz de Gian y me quedé completamente quieta.
—Está bien, hasta luego y gracias por avisar. —dijo con la voz quebrada, me levanté despacio de la cama y fui hasta el baño. Él estaba apoyado en la pared con las manos en la cara.
— ¿Qué pasó?—le pregunté y saltó asustado. Cuando vi sus ojos, supe que no era nada bueno lo que estaba pasando.
Negó.
— ¿Qué pasó Gian decime, pasó algo con...?
—No te alarmes amor, prometeme que te vas a intentar controlar. —me dijo y el nudo se formó en mi garganta. Ya no quise preguntar más. —Es Noé...se fue.
¿Cómo se intentaba? Ni siquiera podía.
—No es por vos, es por el bebé. —me dijo mi mamá de nuevo insistiéndome para que comiera. Yo negué.
—No tengo hambre mamá, en serio dejame por favor. —le pedí y me volví a acostar en la cama. Gian entró y se quedó mirándome desde el umbral de la puerta.
—No quiere comer nada, a ver si podes vos.
Ella se fue y entonces él se acercó a mí.
—Tenés que comer amor. —besó mi sien. —por Noah.
—No quiero comer Gian, no tengo hambre. —le dije, él suspiró.
—Abril que hagas esto no va a traer a Noé de nuevo, esto no te sirve.
— ¡Dejame por favor!—grité volviendo a romper en llanto. — ¡No te quiero escuchar, quiero estar sola!
—Abril...
— ¡Dejame Gian!—lloré y me tapé con la colcha hasta arriba y volví a llorar.
Había visto a ese nene sólo dos veces en mi vida, pero estaba sintiendo su muerte como si fuese un dolo casi físico, me desesperaba no poder viajar, no había podido verlo y ahora no iba a poder estar en su entierro. Suponía que era la desesperación de ponerme en el lugar de su mamá, porque iba a ser mamá e imaginar una vida así con mi bebé me partía el alma.
¿Por qué un nene tan chiquito tuvo que pasar por todo eso? Pensar en esa madre que luchó por su hijo todo el tiempo que pudo y ahora ya no había más nada que hacer me destrozaba como mamá también, porque Noé se había ido. La misma noche en que yo hablé con él y pude verlo después de tanto tiempo. Lo único que me hacía bien era saber que había robado su beso y mi hijo había reaccionado por primera vez a su toque.
— ¿Ahora si?—me preguntó Gian ofreciéndome el plato, asentí y entonces me levanté despacio sentándome en la cama. Él se sentó a mi lado. —se debe estar muriendo de hambre ese bebé.
—No Gian, si yo no tengo hambre él tampoco.
—Bueno comé dale. —me insistió, agarré el plato y empecé a comer los fideos que nunca habían estado más ricos hechos por mi novio. Él tocaba mi gran panza acariciando todo su tamaño. — ¿cómo pudo haber crecido tanto?
—No sé pero no aguanto más, en algún momento voy a explotar. —suspiré sintiendo como Noah empezaba a moverse, yo rodé los ojos. —escucha a su papá y ya se pone a bailar.
Gian sonrió agachándose a besar mi panza. Por alguna razón, respondía a la voz de Gian, siempre que le hablaba solo se movía por él más entusiasmado, estaba encantado con la voz de su papá.
—No veo la hora de que nazcas hijo. —le dijo mientras lo besaba. Yo aparté el plato y lo dejé en mi mesa de noche, Gian levantó la vista y me miró mal. — ¿sólo eso vas a comer?
—No tengo hambre, en serio.
Rodó los ojos y volvió a agacharse.
—Perdoná a tu mamá tonta, ya la voy a obligar a comer por vos.
Sonreí un poco y me acosté para atrás en el respaldar de la cama.
—Me siento mal, siento la perdida de ese nene tan presente que no puedo superarlo. —le dije tragando el nudo que empezaba a formarse en mi garganta.
—Ya lo sé mi amor, yo también pero pasaron tres días ya y vos no estás sola, estás afectando a Noah.
—Es que no puedo creerlo Gian. —me sequé las lagrimas. —me duele no poder estar ahí.
—Lo sé.
—Ese bebito sufrió toda una vida, no puedo imaginarme el dolor de esa mujer, era su hijo, su luz. —negué secándome las lágrimas, me afectaba mucho más de lo que podría haber esperado, simplemente porque yo también esperaba a mi hijo y lo esperaba para siempre.
Gian volvió a besar mi panza quedándose ahí, ahora me abrazaba por dos y se ocupaba perfectamente de consolarnos, tanto a mí como a nuestro hijo.
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Quedándose para Siempre.
Teen FictionGian había aprendido a quedarse y Abril a seguir siendo paciente con su entrometido novio. Todo cambió desde el día que esos ojos verdes se cruzaron en el camino de ella y aún así juntos, todo iba a seguir cambiando. La responsabilidad de parte de l...