10.

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Era cierto, de todas las veces que se podía haber formado el bebé, ninguna lo consideraba como algo rápido, nos tomábamos con calma esa parte de la relación, ya no éramos los mimos de cuando nos conocimos y recién empezábamos a estar juntos. Conocernos estaba incluido en hacer el amor constantemente, pero ahora ya sabíamos nuestros humores, nuestras ganas y sabíamos ver el momento perfecto, porque no recordaba ni una sola vez que no haya sido perfecto.

No quise decir aquello con esas palabras tan bruscas, simplemente me había molestado que él dijera despectivamente que tenía a mi bebé como si fuese nada, ambos habíamos actuado mal y lo que menos quería era estar peleada con él, sin embargo sabía que si lo molestaba un poco mostrándole que no había sido para tanto, podíamos ignorar la tensión de minutos atrás. Por esa razón, me acerqué y me apoyé en su hombro, esperé unos minutos y le saqué un pedacito de queso de su sándwich, pero lo corrió.

— ¡Dale!—bufé y él giró mezquinándome la comida. — ¡Hey!

—Hacete el tuyo.

Apreté los labios para no sonreír, era tan peleador y después me decía que yo era la chiquita. Con el dedo empecé a pincharlo en el brazo y ni se movía, hasta que lo hice más fuerte y empezó a esquivarme, agarré su camiseta y la estiré un poco para que me mirara pero no funcionaba, me ignoraba. Cuando entramos más en juego me levanté despacio y me acerqué a él.

—Hey. —lo llamé, pero seguía con su indiferencia, me puse por detrás y literalmente me colgué de su cuello y los dos caíamos para adelante.

— ¡Abril!—se quejó y yo lo obligué a darse vuelta.

—No te hagas el enojado conmigo. —le dije y me miró mal, se levantó y agarró el sándwich que se había caído en mi colcha, lo que me podría haber molestado pero no lo hizo. Dejó lo que quedaba en la mesa de noche y se sentó contra el respaldar cruzado de brazos.

Lo amaba, realmente amaba cuando se ponía serio porque era la mayor parte del tiempo y lo mejor, era que le quedaba hermoso, no sé si es que quería dar una imagen de malo o qué, pero me encantaba porque aunque fuera así con todo el mundo, yo conocía muy bien esa sonrisa escondida y como una novia totalmente molesta, me subí encima de su regazo y empecé a besarle el cuello, y aunque ni me tocaba, frené el juego y empecé a hablarle.

—No te enojes tonto, si sabes que para mí también está hecho con amor este bebé

—Entonces no digas cosas que no tengas que decir. —dijo todavía serio, sin tocarme.

—Pero es una broma, te enojas sin sentido si sabes que es mentira, aparte aunque no fue planeado sé muy bien que lo hicimos con todo el amor del mundo. —le dije mientras buscaba sus labios pero él me corría la cara. —no te enojes.

—Lo dijiste como si yo te hubiera hecho algo malo y suena horrible que digas: me embarazaste.

—Bueno pero vos dijiste que no te podías imaginar que tenía "una cosa ahí" como si fuese una cosa, es un bebé, todavía no formado, pero un bebé al fin y al cabo.

—Quise decir bebé, no me sale tan natural... pero lo tuyo fue peor.

— ¿Cómo querés que le digamos entonces... que hicimos un bebé, estamos embarazados?

—No sé.

— ¡Ves!, vos tampoco sabes cómo se dice ¿por qué tengo que saberlo yo?—pregunté y me acerqué para darle un beso, aproveché y pasé mis brazos por su cuello para encerrarlo hacia mí. —te amo cuando te enojas.

—Vos me peleas. —se quejo mientras me besaba y yo sonreí.

—Es que me gusta pelearte, pero vos sos muy tonto porque te enojas fácil.

—Pero no me pelees con eso.

—Bueno, no te peleo más mi amor. —dije en el beso. —ahora vamos a cenar antes de que venga Ema y el estúpido que tiene de novio.

—La estúpida es ella, no el chico.

Rodé los ojos y me levante de encima de él.


El martes me dieron el turno con mi ginecóloga y el jueves tenía que ver al obstetra. Los días se me hicieron interminables hasta llegar al jueves, estaba muy ansiosa y ya quería estar un poco más informada sobre el tema, no había ido a trabajar en toda la semana, la espera era peor. La ginecóloga no me había dicho mucho porque confió en que el test me había dado positivo, ella calculó que si mi último periodo fue en diciembre, tendría que estar de unas cinco o seis semanas, pero quería estar más segura con él o la obstetra.

El jueves mientras esperaba que se hicieran las cinco de la tarde para que Gian llegara y fuéramos al obstetra, estuve hablando con Ema de cualquier otra cosa para no aumentar mis nervios, era todo nuevo para mí y tenía mucha ansiedad de saber todo de lo que había dentro de mi vientre, por eso preferí que me hablara de ella.

—Hey esperá. —dijo Ema frunciendo el ceño. —mañana es diecinueve y eso significa que es el día del padre, por ende el primer día del padre de Gian.

No me había dado cuenta de eso y era súper importante, aunque todavía ni se notara y empezábamos con los chequeos generales, sentía que el bebé ya era parte de nosotros y tenía que hacer algo por él porque no dejaba de ser un hijo y Gian no dejaba de ser un papá.

—Se supone que tengo que hacer algo, ¿no?—pregunté y ella asintió sonriendo.

—Seguro él ni se debe acordar y va a ser una sorpresa. —dijo entusiasmada pero después lo pensó por unos segundos, yo me reí. —claro es Gian, nada lo sorprende a ese chico.


Lo miré y estaba serio, como siempre, pero estaba muy atento a todo lo que pasaba en ese pequeño pasillo, había muchas mujeres embarazas y tres ya con sus bebés recién nacidos, no todas eran acompañadas por sus novios o maridos, ni siquiera la que estaba esperando sola enfrente de nosotros dos, era muy joven y todavía no se le notaba nada, como a mí.

— ¿Estás bien?—le pregunté a mi novio bastante petrificado a mi lado, él me miró y asintió. — ¿seguro?

—Sí.

Yo estaba más ansiosa que nerviosa, él parecía todo lo contrario. Hasta me daba miedo que en su poderosa y engañosa mente se imaginara todo lo que estaba viendo, pero en nosotros. La puerta del consultorio se abrió y de ella salió un chico muy joven, con una bata blanca y llamando a mi nombre. Me quedé boquiabierta cuando vi al doctor.


Quedándose para Siempre.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora