24.

14.1K 981 28
                                    

No quiso ir a mi casa a ver a mi familia y lo comprendí. Estaba tan frustrado que ni siquiera yo quise molestarlo, él me había prometido que en la noche le íbamos a decir a todos y yo quería organizar el restauran para eso. Obviamente no estaba en condiciones de nada pero en una hora que estuve, arreglé una mesa larga en el centro del local y decoré un poco.

Estaba ansiosa por decirles a todos pero también estaba preocupada, no me hacía bien verlo a Gian tan mal. El lugar era de él y todos estos años su mamá lo había estado manejando desde adentro, pero desde que sucedió aquello con Ana fundió y ahora quien quería recomponerlo era Dino. No me iba a meter en ese caso, Gian era grande y maduro y sabía lo que tenía que hacer y por el mínimo cariño que le tenía a ese hombre, no iba a decir nada. Y yo tampoco.

Volví a entrar a la casa y Abner estaba casi loco saltándome encima, logré subir antes que él quisiera entrar y dejé mi bolso en la mesa para acercarme a la cama donde Gian dormía profundamente de costado, parecía tan cansado que no quería interrumpir sus sueños pero se estaba haciendo tarde.

—Gian, hey amor despertate.

Se quejó y se dio la vuelta mirándome, tardó un poco pero mientras iba abriendo los ojos yo me subí encima. Bufó y pasó sus manos por mis piernas para acomodarme a horcajadas encima de él.

— ¿Estás listo para decirles?—pregunté jugando a abrirle los ojos, él inspiró fuerte.

—Creo.

—Báñate y ponete lindo para mí.

— ¿De qué serviría? si ni siquiera me tocas.

Rodé los ojos y le estiré el pelo, por lo que se quejó.

—No seas así, de hoy no te podes quejar.

—Pero me quejo igual.

— No seas tarado. —bufé y me quise levantar de encima pero no me dejó y me arrastró fuerte haciendo que me cayera en el colchón para que él se subiera encima. —estúpido, estoy embarazada.

— ¿Y por qué suena tan hermoso?—preguntó buscando mis labios, sonreí y pasé mis brazos por su cuello escondiéndonos a los dos.

—No sé, decime vos.

—Tampoco sé. —se adelantó y me besó.

Mi intención había sido agasajarlos con mi comida, pero últimamente ni podía acercarme a la cocina que cualquier olor me hacía revolver el estomago, y no quise ser muy evidente. Papá estaba esperando con ansias que lo dijera y durante todo el tiempo que estuvo cerca, no dejó de lanzarme miradas cómplices o más bien, miradas a mi estomago plano todavía. Mientras íbamos hacia el local no dejaba de pensar en algunas de las reacciones que pudieran llegar a tener. Si estaban felices que era la más probable, sería bueno y un alivio y si se enojaban, mi papá saltaría en defensa.

Le había aclarado a Gian que Peter iba a ser su padrino y él tenía que elegir a su madrina, lo dejó pensativo por un tiempo eso y a mí también. Hace más de un año que estábamos juntos y no conocía mucho de su familia más que sus abuelos, una prima que mucho no quería por ser de parte de su mamá y de sus amigos, conocía a Fernando del gimnasio y a Darío, que eran los más cercanos, pero mujeres amigas, ninguna.

Parecía sorprendido cuando vio cómo acomodé las cosas en el local y hasta me retó por haberlo hecho sola, pero no fue nada y no hice nada de fuerza más que empujar la mesa al centro del local y no pesó mucho. Ya le había dado la dirección a mi papá y Ema los iba a traer, sólo faltaba que llegaran.

Quedándose para Siempre.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora