19.

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Mamá me confirmó el horario en el que llegarían por la mañana y mi ansiedad se volvió mucho más grande, quería contarles de una vez la noticia y aparte hacerles conocer el lugar que ahora era mío. Eran dos cosas fundamentales en mi vida que me la estaban cambiando completamente, saber que estaba esperando un bebé del amor de mi vida era lo que más feliz me hacía, y poder concretar un sueño también. Combinar ambas para que mi familia supiera lo que me estaba pasando, fue una buena idea.

— ¿Cuándo querés inaugurar este lugar?—preguntó Gian mirando el local desde el centro, yo me acerqué y fue inevitable no abrazarnos el uno al otro.

—No sé, primero quiero recomponerme y empezar a pensar en...nosotros.

—Si lo sé, pero quiero que me digas una fecha exacta para inaugurar.

—No hay una fecha exacta, lo importante es que ya es mío, pero hay que preocuparse por otras cosas ahora, la casa por ejemplo.

—No quiero que esperes más, y sobre la casa sabes que la vas a tener.

—Gian yo no voy a trabajar por estos tres meses, y no vamos a poder hacer todo...

—Pero yo quiero hacerlo, y voy a poder. —dijo un poco serio, y la verdad es que no estaba en discusión, pero no iba a ser yo quien rompiera esa ilusión, que él quisiera esforzarse era un paso muy importante para empezar a hacer por la familia que estábamos armando.

—Está bien, pero por el momento quiero que arreglemos un poco acá así cenamos y le decimos mañana a mi familia.

— ¿Acá?

—Sí, son dos cosas importantes las que quiero que sepan. —le dije y él asintió sin dejar de mirar a su alrededor, lo obligué a caminar hacia la salida y cerré con la que ya era mi llave, las ideas me estaban alborotando la cabeza, porque quería que fuera mañana. Iba a poner una mesa en el centro, preparar una rica comida y les diría la noticia, todo iba a salir perfecto y Gian iba a ayudarme.

Su teléfono sonó y tuvimos que parar en la esquina para que yo pudiera sacarlo de mi cartera y dárselo, era un número desconocido y frunció el ceño al atender.

— ¿Hola?... ¿dónde estás?—preguntó y su voz se apagó, tanto como él, se tensó un momento. —no ahora no puedo...es en serio no puedo... —dijo y cerró los ojos para inspirar hondo, yo lo miré expectante. —bueno.

— ¿Quien era?—pregunté cuando cortó y volví a caminar para llegar a su casa.

— ¿Podes irte a tu casa, y te llamo cuando me desocupo? —me agarró del brazo haciéndome frenar y yo lo miré extrañada, mi instinto fue rápido y me tensé enseguida cuando noté que era Dino quien esperaba en su puerta.

— ¿Que hace acá?

—No sé, andá a tu casa que después te llamo.

—No. —murmuré y tragué cuando sentí más cercana la presencia de aquel deplorable ser humano, Gian me agarró del brazo y se pasó enfrente de mí.

—Abril, dejame a mí andate a tu casa y después te llamo.

—No, no te voy a dejar solo.

—Abril...

—El tema es sólo con vos. —le dijo Dino a él, me miró a mí y casi rodó los ojos. Mis incontrolables ganas de lanzarme sobre él y empezar a pegarle me salieron por los poros, pero sin tan solo pudiera lo hubiese hecho hace mucho tiempo.

—Sabes que no podes estar por acá, ¿qué querés?—le preguntó Gian y él volvió a mirarme a mí.

—Que se vaya.

Quedándose para Siempre.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora