Capítulo 6

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- ¡Gio!

- ¡Pablo!- le abracé y después a Stella.

- ¿Dónde está el enano?

- ¡Aquí!

Lucas, de nuevo, vino corriendo desde el salón hasta la entrada para abrazar a su tío y después a Stella, volviendo con nosotros al salón para ver a Paulo con el móvil, tumbado boca arriba en el sofá y con Zoe dormida en su pecho.

- ¿La enana?

- ¿Vas a decirle a mis dos hijos enano y enana?

- Sí, son tus hijos.

Negué con la cabeza, poniendo mis manos al costado y viendo como Paulo se reía, dejando que fuera Stella la primera en tener a Zoe en sus brazos, dejándosela después a mi hermano mayor.

- Es como tú eh, un mini Dybala y una mini D'angelo.

- Los dos son Dybala eh.

Reí ahora yo, sentándome cuando Paulo se puso bien en el sofá y nos dejó sitio. Ahora solo faltaban Alicia y Mariano, Gustavo y demás la verían mañana.

Me senté junto a todos y Mia encima de mí, teniendo que acariciarla mientras hablaba con ellos. Hasta que por fin sonó la puerta y fue Paulo quien fue a abrir, apareciendo con su madre y Mariano.

- Gio.

- Alicia, Mariano.- me levanté a abrazarles.

- ¿Dónde está la pequeña?

Todos miramos a Pablo, que levantó su mirada y suspiró levantándose y dejando que fuera ella ahora la que la tuviera en brazos, estando también con su otro tío que tampoco dejaba de darle atención al mayor.

Nos sentamos por fin a cenar, hablando entre nosotros y contándoles todo sobre el día del partido y poco después el nacimiento de Zoe. Después de la cena, seguimos con la conversación y terminamos jugando Mariano, Paulo, Stella y yo al parchís. Mientras que Alicia se quedaba con Zoe, que solo me necesitó una vez en la noche y parecía estar cómoda con su abuela. Y Lucas, jugaba con su tío Pablo con los coches, teniendo a Mia por el medio a veces.

- Creo que se está haciendo tarde.- dijo Pablo y todos le miramos, viendo a Lucas casi dormido.

- Tendremos que irnos, pero mañana volveremos acá a verla.

- Está bien.

Nos levantamos y me abracé con cada uno como despedida, llevando después a Lucas a su habitación, poniéndole el pijama y acostándole en la cama sin arroparle, ya que hacía calor.

- ¿Cuándo iremos a ver a tus abuelos? A Lucas le encanta.

- Pronto, déjame acostumbrarme a dos niños.

- Gio.- me di la vuelta dejando de mirar a mi hijo para mirarle a él, que me dio su mano y acarició la mía lentamente.- Sabes que me tienes para ayudarte, ¿No?

- Sí, pero Zoe me necesita más a mí.

- Lo sé, pero...- sonrió levemente y me acercó a él.- Yo también te necesito.

- Y yo también a ti.

Parecía que nuestra vida se había acomodado, que paró de ser como una montaña rusa, que todo volvía a estar bien. Cuando Zoe aún no nació, Paulo siempre llevaba a Lucas a los entrenamientos, quería que fuera futbolista tanto como quiso su padre que él lo fuera. Y aún así, aunque estuviera cansado, siempre e preocupaba por mí y no paraba de demostrarme el por qué quería que nos casáramos.

Y ahora, con Zoe, tan solo necesitábamos acostumbrarnos a ella y ella a nosotros para volver a la normalidad, con ayuda de los demás que aún faltan por conocerla.

Salimos juntos de la habitación de Lucas y fuimos a la nuestra, donde al parecer Paulo ya había acostado a Zoe en la cuna. Pero fue cambiarme de ropa y pedir llorando que la sacáramos de allí. Así que, eso hice y fui la primera en acostarme en la cama con ella en mi pecho.

- Paulo, así no hay quien espere.

- ¿Qué?- sonreí y se miró. Estaba sin camiseta.- Hace calor.

Reí y se tumbó a mi lado, pasando su brazo por detrás de mi cuello y acercándome a él. Cuando Zoe terminó, en vez de ponerla en su cuna, decidimos separarnos y tenerla entre nosotros dos, durmiéndose con nosotros.

- Buenas noches.

Susurré y Paulo y yo nos miramos, sonreímos y cerramos los ojos. Pero no, la noche no acababa ahí. Nada más cerrar los ojos los abrimos, porque alguien tiraba de la sábana de la cama.

- Lucas.

- Papá, mamá.- extendió su brazo hacia nosotros y Paulo le subió a la cama, mirándome después a mí.

- ¿Los dos?

- Se mueve mucho.

- Pues me voy yo.

- No hace falta, ven, Lucas.

Lo soltó y vino andando hasta a mí, abrazándome. En vez de estar de lado, me puse boca arriba y con él dormido en mi pecho, abrazándole y pegándolo a mí. Pero Paulo sabía que ninguno de los dos estábamos cómodos así.

- Déjame a mí.- me sonrió y le miré con una ceja levantada viendo como dejaba a Zoe en su cuna al final y lo acostaba a él con nosotros.- ¿Bien así?

- Sí...

Nos miramos y se levantó de nuevo, ¿Ahora qué? Me sorprendió poniéndose encima de mí y besándome antes de sonreírme y volver a su sitio. Yo negué con la cabeza y dormí antes de que alguno de mis dos hijos me necesitara de nuevo.

¿Qué se siente al ser eterno? (Paulo Dybala)Where stories live. Discover now