Capítulo 29

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- Vamos, Lucas.

- ¿Por qué tengo que ir?

- Porque es tu deber.

- En un mes voy con papá, mamá.

- Ya, lo sé.

- Y sabes cuánto odio cambiar de país cada tres meses.

- Sí, lo sé y por eso ya te he dicho que volveré a Italia pronto.

- ¿Cuándo?

- Pronto, pesado, ahora ve a por tus cosas que tu hermana ya está lista.

Resopló y fue hacia un lado de su habitación, colocándose la mochila. Me hice a un lado y le dejé pasar por la puerta, yendo detrás de él hasta el salón, donde estaba Zoe con mi padre, viendo como él se ponía bien su corbata.

- Ya estamos.

- Tu hermano también, hace rato.

- Ups.

Dejé que mis hijos se despidieran de sus abuelos y salimos afuera, montando en el coche de Dante, donde también estaba Isabelle sentada en el asiento del copiloto.

Les saludamos y mi hermano pequeño puso rumbo a la casa de su profesora particular. Me despedí de Lucas, que ya tenía nueve años, y de Zoe, que tenía ocho.

Llevamos a Isabelle hasta las puertas de su trabajo y Dante me volvió a llevar a casa para después irse él a trabajar. Entré en casa y me encontré a mi madre colocándose el bolso.

- ¿Y papá?

- Terminándose de arreglar, ¿Hoy tenías día libre?

- Sí.- dejé a mi madre para acercarme a mi padre.- ¡Hasta cuándo vas a trabajar?

- Es mi último año, ya te lo dije, déjame disfrutar de él.

Se acercó a darme un beso en la frente y fuimos juntos hasta la entrada, por donde él salió directo a su coche. Mi madre, que ya dejó de trabajar hace un año, dijo que se iría a casa de una amiga, que le tenía que dar algo.

Yo, en cambio, como tenía mi día libre, limpié la casa y me puse el abrigo, decidida a salir a desayunar fuera y después comprar algo de ropa para todos.

Me subí a la Vespa y arranqué una vez bien puesto el casco, fui hacia una cafetería que había cerca de aquí. Aparqué en frente y bajé, yendo hasta unas de las mesas y dejando el casco encima de ella.

Me senté y esperé a que viniera el camarero para pedirme un café, ya que aquí no servían tazones de cereales. Esperé a que me llegara el pedido mientras miraba mis redes sociales, echando de menos ver alguna foto de Paulo.

Cuando nos separamos, decidimos no seguirnos en las redes por muy bien que nos lleváramos, ya que nuestra vida ya no era compartida y volvía ser mi vida. Bueno, miento, él decidió eso, yo tan solo acepté el trato.

Hace ya años que no nos vemos, siempre que Lucas y Zoe van a Italia va también mi padre y su profesora, así de paso él saluda a su familia de aquel país.

Tampoco veo sus partidos de fútbol, así que no sé cómo le irá en su carrera a la que tanta importancia quiso darle ni cómo le irá al equipo.

Levanté mi mirada del móvil cuando tomaba el último sorbo del café, mirando lo que había delante de mí, es decir, un chico sumergido en su teléfono. Pagué y me levanté, llevando conmigo el casco.

Fui hasta la Vespa, me subí y arranqué, yendo ahora al centro comercial. Entré en el gran edificio, empezando a recorrer todas las tiendas sin comprar mucho.

Decidí ir a casa y dejar las bolsas y la Vespa, yendo en autobús hasta el supermercado. Fui haciendo la lista de la compra y por fin tocó la parte en la que compro mis cereales favoritos.

Y a la vez, llegó el problema. No me acordaba de lo alto que estaban colocados en la estantería. Así que me encontraba sola y mirando desde abajo aquella caja.

Respiré hondo y me puse de puntillas, estirándome para intentar llegar, aunque sólo llegaba a rozar la caja. Entonces, una mano apareció y me bajó la caja. Me volví a poner bien y me giré para ver a mi salvador.

- Gracias.

El chico me sonrió. Era el chico de la cafetería. Ahora pude verle mejor que antes, ya que no tenía la mano en su cara y el móvil delante.

Tenía el pelo color azabache y no era muy corto, como la barba que tenía, que tampoco era muy exagerada. Los ojos eran castaños y la nariz algo alargada. Alto y robusto.

Seguí caminando, olvidándome de aquel chico y centrándome en mis tareas. Terminé y salí del supermercado, yendo hasta la parada del bus.

Ya allí, no tardó en llegar el autobús. Fui hasta detrás del todo y me senté, colocándome mis audífonos y poniéndome música. Atenta a las redes sociales, sentía como la gente pasaba por el pasillo y se iba sentando, estando una de ellas en la silla que estaba al lado de la mía, separándolas aquel pasillo.

¿Qué se siente al ser eterno? (Paulo Dybala)Where stories live. Discover now