¿Qué se siente al ser eterno? (Paulo Dybala)

Capítulo 59

- Ciao.- saludó a todos y yo agarré con fuerza el brazo de Matteo, que me miró con un poco de preocupación.

-Gio, ¿Balleremo? (Gio, ¿Bailamos?)- preguntó rápido Matteo y asentí con necesidad de alejarme un rato de él.

Genial, acababa de verle y ya me ponía así. Vaya noche me espera. Matteo me bajó la mano desde su brazo hasta su mano para poder agarrarla y acariciarla con el pulgar intentando relajarme mientras íbamos a la pista de baile.

Intenté alejarme un poco de mis pensamientos y de su imagen, intentando disfrutar con Mateo de la música. Pero como iempre que llegábamos a una discoteca, Matteo decidía ir al baño y yo me quedé sola bailando esperando a que llegara. Entonces sentí el móvil vibrar en mi bolso.

- ¿Sí?

- Ya veo que estás allí, ¿Qué tal todo?

- Bien, Marco, bueno a ver, ¿Qué es bien?

- Eso digo yo, ¿Ya llegó?

- Sí, sí, está ccon su novia.

- Uy va, golpe duro, y tú sin Pedro, si es que...

- Calla, ¿Cómo están Lucas y Zoe?

- Zoe dormida y Lucas pues...

- ¿Qué?

- Haciéndonos de Shakespeare.

- ¿Qué?- reí y negué con la cabeza.- Me va a salir actor.

- Es bueno eh.

- Claro, es mi hijo.

- ¿Egocéntrica? Que va.- los dos reímos.- ¿Y Matteo?

- En el baño.

- Típico de él.

- Ajá.

- ¿Entonces estás sola?

- Sí.

- Tendría que haber ido yo.

- Ajá.

- O Pedro.

- Ojalá.

- Gio.

- Un momento, espera.- me di la vuelta y vi a Higuaín.- Ay va, Marco hablamos luego.

- Vale, vale, adiós y tranquila eh.

- Sí, sí, adiós.- terminé la llamada y guardé el móvil.- ¿Qué pasa, pipita?

- ¿Y Matteo?

- En el baño, es muy típico de él.

- ¿Cómo estás?

- Ya me has preguntado eso cuando has llegado.

- Me refiero a ahora, con él aquí.

- Bien, bien.

- Por eso has huido de él yendo a bailar, ¿No?

- Bueno, vale, estaba algo desconcertada, pero ya está.

- Nunca conocí persona más valiente y pelotuda que vos.

- ¿Así?

- Sí, no querés verle pero venís acá.

- La vida.

Sonreí y él rió, entonces, volvió a vibrarme el móvil y con algo de pesadez busqué el móvil en el bolso y acepté la llamada sin ver quien era.

- ¿Qué pasa, Marco?

- ¿Marco?

- ¡Pedrito!