Capítulo 96

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Desperté porque la luz entró por la ventana. Suspiré y miré a Lucas y Zoe dormidos, sonriendo ahora. Me levanté poco a poco de la cama y agarré el móvil antes de irme a la cocina y despacio hacerme el desayuno mientras terminaba de despertarme. Me senté y empecé a desayunar mientras miraba el móvil, entonces recibí un mensaje.

Rincón⚽🔝

¿Dónde estás?

En mi casa.

¿Qué?

¿Cómo que qué?

Pipa me dijo que no estás en el aeropuerto.

GIO PAULO SE VA.

SE ME OLVIDÓ.

Dejé el móvil rápido y me levanté de la silla, corriendo a la habitación y elegí lo primero que vi, yendo al baño a ducharme sin hacer mucho ruido para no despertarles.

Resoplé mientras me secaba y vestía, haciéndome un moño y llamando a Marco mientras que me ponía los zapatos, bajando luego a terminar de desayunar.

- ¿Gio? Te dije que tenía guardia.

- Tienes que venir.

- ¿Pasó algo?

- Dejo a Lucas y Zoe solos, están dormidos y yo me tengo que ir. Ven ya.

Terminé la llamada y guardé el móvil en el bolsillo del pantalón, corriendo a por las llaves y el casco de la Vespa. Salí por fin de casa mientras me colocaba el casco con torpeza y me subía al vehículo, arrancando lo más rápido que pude y salí a la carretera, yendo al aeropuerto. Aparqué lo más rápido que pude y bajé cuando me llamaron al móvil.

- ¿Sí?

- Soy Marco, ya estoy en tu casa, ¿Tú dónde estás?

- No puedo hablar, luego te explico.- colgué y de nuevo me llamaron.- ¡¿Qué?!

- Che, que soy yo, el pipa.

- Perdona.

- ¿Dónde estás?

- Entrando, ¿Y vosotros?

- A punto de irnos, date prisa.

- Vale, vale, no me pongas más nerviosa.

Terminé la llamada y guardé el móvil de nuevo, corriendo aún más y esquivando a la gente. Entonces les vi a lo lejos, agrupados entre ellos y hablando, algunos riendo. Sonreí y avancé, haciendo que algunos me mirasen.

- ¡Al fin!- gritó Higuain viéndome y Paulo se giró, chocando nuestras miradas, la suya confundida.

- ¿Gio?

Sonreí y cuando ya estaba lo suficiente cerca solté el casco, dejándolo en el suelo, y pasé rápido mis brazos alrededor de su cuello, besándole sin que se lo esperara. Pero no tardó en corresponderlo y abrazarme por la cintura mientras que algunos como Buffon aplaudían o reían como Higuaín o silbaban, como Mario. Sonreí al separarnos y él imitó el gesto, sin soltarme.

- ¿Y esto?

- Te quiero, te queremos.

- Pero fui y soy un pelotudo.

- Mi pelotudo.- dije imitando su acento argentino y él sonrió aún más.- Y créeme que te necesitamos, no puedo hacer esto sola.

- Entonces...

¿Qué se siente al ser eterno? (Paulo Dybala)Where stories live. Discover now