- Bonjorno, Italia.
Ya había vuelto de España hace dos días y los niños ahora estaban con su padre, quien al verme venir con ellos para dárselos me dijo que parecía más descansada, así que al parecer el viaje a mi segunda casa me vino bastante bien.
Bostecé y estiré mi cuerpo, despertándome, aunque me quedé mirando al techo con la mente en blanco. Hasta que por fin me levanté y bajé a desayunar, subiendo para recoger mis cosas e irme a la concentración.
- Ciao.- saludé a Rincón y él me sonrió, abrazándome.
- ¿Qué tal estás? Aún no se te quita esa sonrisa de ayer.
- Bien, estoy bien.
- ¡Ragazzi! (¡Chicos!)
El entrenador nos avisó y fuimos subiendo poco a poco al autobús que nos llevaría a la Roma, donde mañana jugaríamos. Me senté, como siempre, al lado de la ventana y junto a Rincón, que prefería estar en el otro lado para poder hablar con sus compañeros cuando se aburría al verme dormida.
- ¿Qué harás el próximo fin de semana?
- Creo que volveré a España otra vez.
- ¿Sí?
- Ajá, ya he vuelto y ya lo echo de menos.
Él sonrió y como siempre que empezábamos un viaje, me puse mis cascos y después de unos minutos me dormí apoyada en el cristal. Aunque siempre solía despertarme al llegar al hotel.
- ¿Qué haremos hoy?
- Por ahora comer, después entrenaremos mientras vosotros veis si los que están casi recuperados pueden jugar y después al gimnasio del hotel.
- Vaya, todo calculado.
Asintió y salimos del autobús, cogimos nuestras cosas y entramos en el hotel, done nos dieron la llave de nuestra habitación, sí, yo compartiría habitación con él, sin problema.
- ¿Vamos?
- Sí, espera.
Me hice un moño y bajé con él a comer, sentándome con Francesca y Amodeo y hablando con ellos después en los sillones de recepción, viendo a los jugadores salir hacia el entrenamiento.
Tomamos un café y luego yo volví a la habitación para colocar un poco mis cosas, aunque mañana después del partido ya nos íbamos directamente a Turín.
- Hola.
- ¿Ya volvieron del entrenamiento?
- Sí, estuvo bien.
- Yo ahora tengo que ir con Amodeo y Francesca, así que te dejo.
- Nos vemos luego en el gimnasio.
- Vale, chao.
- Chao.
Me despedí de Rincón y salí de la habitación, yendo a donde estaban mis compañeros junto a dos futbolistas a los que tuvimos que hacer un chequeo para ver si estaban bien para jugar y tan solo uno de los dos parecía poder de verdad, el otro sin hacer mucho esfuerzo. Lo comunicamos al entrenador y luego fui al gimnasio donde estaban algunos de los jugadores, aunque yo solo me fijé en Rincón y fui a hablar con él mientras corría en la cinta.
- ¿Listo para jugar mañana?
- Sí y marcaré.
- A ver si es verdad, así me lo vuelves a dedicar.- me miró y sonrió, volviendo a mirar hacia el frente para correr.
- Eso fue una vez, ahora yo no te dedico los goles.
- ¿Y quién si no lo va a hacer mejor que tú?
- No me hagas responderte.- le miré con el ceño fruncido y al ver como se reía yo negué con la cabeza, sonriendo e intentando no enfadarme.- Gio.
- Dime.
- Me alegra que ya no estés tan enfadada con él y sonrías más.
- Gracias, a mi me alegra que hayas corrido sin cansarte.
Los dos reímos y me quedé en silencio, viéndole concentrado en cada uno de los ejercicios que estuvo haciendo después de la cinta de correr. Después, los jugadores fueron l ducha y no volvimos a encontrar en recepción.
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¿Qué se siente al ser eterno? (Paulo Dybala)
FanfictionNuevas aventuras, una familia con una nueva vida junto a su hijo y el bebé que crecía en la tripa de Gio, la chica Dybala. Pero como el refrán dice, no es oro todo lo que reduce, porque también era una familia con nuevos problemas. Todos esos nueve...