- ¿Ya lo has cargado todo?
- Tampoco es mucho, total, te quedaste algunas cosas en España, ¿No?
Asentí con la cabeza y me levanté del sofá, yendo hasta la puerta con su gato en mis brazos. Entonces le bajé al suelo y se quedó sentado abajo, mirándome mientras que yo sonreía a mí hermano mayor y él a mí, antes de abrazarnos.
- Nos veremos pronto, ¿No?
- Sí.
- Llámame si necesitas algo, incluso dinero.- mi rostro cambió a seriedad.- Gio, déjate ayudar anda.
Resoplé y él rió levemente, atrayéndome a él para volver a abrazarme. Afuera, cerrando el maletero, estaba Stella. Salí de la casa por fin y me acerqué a ella, abrazándola de la misma forma que a mi hermano.
- Nos vemos pronto, ¿No?
Ella asintió con la cabeza antes de pronunciar un suave "Ciao.". Les sonreí a los dos y fui adentro del coche, donde estaba mi tía Carlotta, la madre de Sofía, que quiso acompañarme a mi nueva y solitaria casa.
Me despedí con la mano por la ventana y mi tía arrancó, poniendo rumbo a la dirección que le dije. En poco tiempo llegamos a aquella casa que conocía demasiado bien.
Carlotta aparcó en el garaje que yo abrí y dejamos las cosas en el coche, entrando primero para enseñarle la casa. Abrí la puerta y millones de recuerdos me invadieron.
Primero fuimos al salón y ya allí me acordé de Lucas jugando de pequeño, después de cuando nos sentábamos todos a comer y luego cada uno se iba al trabajo, yo al hospital.
Fuimos a la cocina y no pude evitar acordarme de las millones de comidas que hicimos Pablo y yo allí al principio, recién comprada la casa, cuando nos alimentábamos de chucherías.
Después subimos las escaleras, enseñándole a mi tía el baño donde curé en su momento a Lucas cuando se caía y a Paulo cuando le conocí y le di aquel golpe en la nariz.
Entramos en la que fue la habitación de Pablo, la que una vez fue de Lucas. Estaba más ordenada de lo normal y menos llena de polvo de la obra. Luego caminamos hasta la habitación de Sofía, aquella que no solía pisar sino era para estudiar. Y por fin llegamos a mi habitación, donde me acordaba de las primeras noches con Lucas, que ignoraba la cuna y siempre dormía en mi cama conmigo. Y también me acordaba de los bailes con Marco allí.
Aguanté las lágrimas en mis ojos recordando todo eso y volví con mi tía al coche, sacando todo y dejando las cajas en el suelo, luego colocaría todo. Me despedí de ella y me dejó por fin sola.
Me senté con las piernas cruzadas, como los indios, en el suelo y miré todo ya en silencio. Me sentía otra vez en casa. Y sin dinero, como en los viejo tiempos.
Respiré profundamente antes de empezar a colocar todo. Por suerte, estaba todo amueblado, así que tan solo tendría que decorarlo a mi gusto.
Terminé con el salón y fui a mi habitación, ya que en las demás no tendría mucho que decorar por ahora. Y después de dos horas y estar hambrienta, terminé por tirarme a la cama, cansada de tanto colocar mi cosas.
- Marco.- dije con el móvil en la oreja.
- ¿Qué pasa ahora?
- No, nada, que tengo hambre.
- Pues haz la comida.
- No hay nada en la nevera.
- ¿Y qué quieres que le haga?
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¿Qué se siente al ser eterno? (Paulo Dybala)
FanfictionNuevas aventuras, una familia con una nueva vida junto a su hijo y el bebé que crecía en la tripa de Gio, la chica Dybala. Pero como el refrán dice, no es oro todo lo que reduce, porque también era una familia con nuevos problemas. Todos esos nueve...