- Hola.
- Hola.- me abrazó y empezamos a caminar.- ¿Lista para el debut?
- No, porque no lo voy a ver feliz.
- A lo mejor sí, quién sabe.
- Marco, no le gusta.
- Tú tampoco me gustas y aquí estamos.
- Idiota.- reí dándole un pequeño golpe en el hombro.
- ¿Cómo estás?
- Bien, ¿Por qué?
- No te hagas la tonta anda.
- Bueno, en ese caso, estoy mejor de lo que me esperaba.
- Ya sabes que puedes contar conmigo ¿No?
- Lo sé.
Le sonreí y me puse rápido de puntillas para darle un beso en la mejilla y darle la mano, siguiendo nuestro camino a la dirección que me mandó Rincón. Entonces, llegamos a un recinto con un gran campo verde pintado con las líneas blancas y con dos porterías, además de sus respectivas gradas tapadas por un pequeño techo que dejaba los asientos a la sombra.
- ¿Lo ves?
- ¿A cuál de los dos?
- A Paulo, a Lucas es imposible.
- Vamos a buscarle.
Fuimos por la grada que estaba a nuestra derecha y allí, cerca del campo, vimos a Zoe hablando con su padre, que se apoyaba en la barandilla.
- ¡Mamá!- vino corriendo hasta mí cuando se dio cuenta de mi presencia y su padre me miró mientras la elevaba en mis brazos y la abrazaba.
- ¡Princesita!
- Hola, tito Marco.
- Hola, enana.
Dejé que abrazara a Marco y miré a Paulo, acercándome a él y apoyándome también en la barandilla, a su lado pero con cierta distancia entre nosotros.
- Llámame pelotudo pero pensé que no vendrías.
- Vale, pelotudo.- dije mirándole y él soltó una leve carcajada.- ¿Le viste?
- Sí, claro, ya han calentado.
- Así que está en los vestuarios con el equipo.
- Sí.
- Genial.- miré a Marco jugar con Zoe a correr para ver si ella le pillaba y luego miré al campo de fútbol.- ¿Y tu novia?
- No pudo venir, tenía trabajo.
- ¿Y tú no estás en el entrenamiento?- le volví a mirar y él hizo lo mismo, sonriéndome con dulzura.
- A veces hay que sacrificar cosas.
Elevé mis cejas sorprendida al oír la frase que le dije la última vez que hablamos y sonreí. Iba a hablar a continuación, pero Marco y Zoe vinieron hacia nosotros diciendo que ya salían, así que los cuatro nos fuimos a sentar en los asientos que teníamos detrás, Paulo y yo separados por Zoe y Marco a mí izquierda.
Miré atenta como salían los equipos y busqué con la mirada a Lucas en los dos, ya que no sabía muy bien cuáles eran sus compañeros. Y allí estaba él, con una camiseta un poco más grande que su talla, con rayas negras y blancas al ser de la Juventus, y un pantalón corto blanco como sus medias, en cambio sus zapatillas eran negras.
Mientras se colocaba en su posición, pude notar cierto parecido a su padre cuando era pequeño y no pude evitar sonreír. Le di la mano a Marco y el árbitro dio comienzo al partido.
Al principio digamos que no se esforzaba mucho, intentaba presionar pero se le veía dormido. Miré a Marco y él sabía que era porque él me dijo antes que tal vez jugaría bien aunque no le gustase. Y desgraciadamente se equivocó, al menos en la primera parte.
El árbitro pitó y los chicos se fueron al descanso con el marcador empate. Suspiré y me levanté para dar una vuelta con Zoe, que se aburría sentada sin hacer nada, dejando a Marco con Paulo a solas.
- Mamá.
- Dime.- la miré y ella me sonrió.
- ¿Lucas será como papá?
- ¿A qué te refieres?
- Futbolista.
- No lo creo, hija.
- ¿Por qué?
- Porque tu hermano no vive el fútbol como tu padre.
Ella asintió y fue corriendo hacia los charcos, saltando en ellos mientras andábamos de camino a las gradas. Llegamos y subimos las pequeñas escaleras para estar en las gradas, yendo donde estaban ellos dos, que hablaban hasta que llegamos, entonces se callaron y Zoe fue a sentarse encima de su padre.
- ¿Cuánto queda para que empiece?
- Me parece que has llegado a tiempo.
Miré a donde me señaló Marco, es decir, el campo de fútbol, y los chicos ya empezaban a salir. Lucas volvería a jugar. Me coloqué mejor en el asiento y Zoe se sentó en el suyo. El árbitro pitó y la pelota empezó a rodar.
Esta vez a Lucas se le veía más despierto y consiguió el balón rápido, avanzando hacia el campo contrario junto a los laterales, a quienes se la pasó y luego se la devolvieron. Se veía en frente de dos defensas, pero estaba demasiado cerca de la portería. No quiso tirar él, así que prefirió pasarla de tacón hacia atrás y que su compañero tirara, marcando y dedicándoselo.
Sonreí y aplaudí, ahora un poco más feliz al ver que él ya no parecía estar triste tocando el balón. Volvieron a colocarse y el partido continuó, ahora marcando el equipo contrario.
Iba empate, hasta que uno de su equipo cayó al suelo por el otro jugador. Entonces, el árbitro pitó falta y se la dejaron a Lucas, que la tiró y marcó de la misma forma que su padre.
Aplaudí levantándome del asiento, orgullosa de ver a mi hijo marcar. Él fue a la banda y lo celebró con sus compañeros, después nos miró y saludó y los cuatro le saludamos de vuelta.
El partido continuó hasta el final con el mismo marcador, ganando la Juventus. Nos levantamos y salimos de las gradas, esperando a Lucas cerca de la puerta.
- ¡Mamá!
Abrí mis brazos y dejé que viniera Lucas a abrazarme, sin importar si estaba sudado. Después, abrazó a su padre y luego a Marco.
- Lo hiciste genial.
- ¿Sí?
- Sí, te me pareces a alguien.- dije despeinándole y miré a su padre, que me sonrió sabiendo que me refería a él.
- ¿Ahora a dónde vamos?
- A casa, ¿No?
- Nos veremos el domingo a la tarde, chao.
- Chao.
Paulo se fue después de abrazarse con sus hijos y nosotros cuatro fuimos caminando hasta casa, donde Lucas se fue directamente a la ducha y Zoe jugaba con Marco a hacer volteretas por toda la casa. Y yo pensando que tenía dos hijos y tengo tres.
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¿Qué se siente al ser eterno? (Paulo Dybala)
FanfictionNuevas aventuras, una familia con una nueva vida junto a su hijo y el bebé que crecía en la tripa de Gio, la chica Dybala. Pero como el refrán dice, no es oro todo lo que reduce, porque también era una familia con nuevos problemas. Todos esos nueve...