Capítulo 78

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- Hola.

- Hola.- me abrazó y empezamos a caminar.- ¿Lista para el debut?

- No, porque no lo voy a ver feliz.

- A lo mejor sí, quién sabe.

- Marco, no le gusta.

- Tú tampoco me gustas y aquí estamos.

- Idiota.- reí dándole un pequeño golpe en el hombro.

- ¿Cómo estás?

- Bien, ¿Por qué?

- No te hagas la tonta anda.

- Bueno, en ese caso, estoy mejor de lo que me esperaba.

- Ya sabes que puedes contar conmigo ¿No?

- Lo sé.

Le sonreí y me puse rápido de puntillas para darle un beso en la mejilla y darle la mano, siguiendo nuestro camino a la dirección que me mandó Rincón. Entonces, llegamos a un recinto con un gran campo verde pintado con las líneas blancas y con dos porterías, además de sus respectivas gradas tapadas por un pequeño techo que dejaba los asientos a la sombra.

- ¿Lo ves?

- ¿A cuál de los dos?

- A Paulo, a Lucas es imposible.

- Vamos a buscarle.

Fuimos por la grada que estaba a nuestra derecha y allí, cerca del campo, vimos a Zoe hablando con su padre, que se apoyaba en la barandilla.

- ¡Mamá!- vino corriendo hasta mí cuando se dio cuenta de mi presencia y su padre me miró mientras la elevaba en mis brazos y la abrazaba.

- ¡Princesita!

- Hola, tito Marco.

- Hola, enana.

Dejé que abrazara a Marco y miré a Paulo, acercándome a él y apoyándome también en la barandilla, a su lado pero con cierta distancia entre nosotros.

- Llámame pelotudo pero pensé que no vendrías.

- Vale, pelotudo.- dije mirándole y él soltó una leve carcajada.- ¿Le viste?

- Sí, claro, ya han calentado.

- Así que está en los vestuarios con el equipo.

- Sí.

- Genial.- miré a Marco jugar con Zoe a correr para ver si ella le pillaba y luego miré al campo de fútbol.- ¿Y tu novia?

- No pudo venir, tenía trabajo.

- ¿Y tú no estás en el entrenamiento?- le volví a mirar y él hizo lo mismo, sonriéndome con dulzura.

- A veces hay que sacrificar cosas.

Elevé mis cejas sorprendida al oír la frase que le dije la última vez que hablamos y sonreí. Iba a hablar a continuación, pero Marco y Zoe vinieron hacia nosotros diciendo que ya salían, así que los cuatro nos fuimos a sentar en los asientos que teníamos detrás, Paulo y yo separados por Zoe y Marco a mí izquierda.

Miré atenta como salían los equipos y busqué con la mirada a Lucas en los dos, ya que no sabía muy bien cuáles eran sus compañeros. Y allí estaba él, con una camiseta un poco más grande que su talla, con rayas negras y blancas al ser de la Juventus, y un pantalón corto blanco como sus medias, en cambio sus zapatillas eran negras.

Mientras se colocaba en su posición, pude notar cierto parecido a su padre cuando era pequeño y no pude evitar sonreír. Le di la mano a Marco y el árbitro dio comienzo al partido.

Al principio digamos que no se esforzaba mucho, intentaba presionar pero se le veía dormido. Miré a Marco y él sabía que era porque él me dijo antes que tal vez jugaría bien aunque no le gustase. Y desgraciadamente se equivocó, al menos en la primera parte.

El árbitro pitó y los chicos se fueron al descanso con el marcador empate. Suspiré y me levanté para dar una vuelta con Zoe, que se aburría sentada sin hacer nada, dejando a Marco con Paulo a solas.

- Mamá.

- Dime.- la miré y ella me sonrió.

- ¿Lucas será como papá?

- ¿A qué te refieres?

- Futbolista.

- No lo creo, hija.

- ¿Por qué?

- Porque tu hermano no vive el fútbol como tu padre.

Ella asintió y fue corriendo hacia los charcos, saltando en ellos mientras andábamos de camino a las gradas. Llegamos y subimos las pequeñas escaleras para estar en las gradas, yendo donde estaban ellos dos, que hablaban hasta que llegamos, entonces se callaron y Zoe fue a sentarse encima de su padre.

- ¿Cuánto queda para que empiece?

- Me parece que has llegado a tiempo.

Miré a donde me señaló Marco, es decir, el campo de fútbol, y los chicos ya empezaban a salir. Lucas volvería a jugar. Me coloqué mejor en el asiento y Zoe se sentó en el suyo. El árbitro pitó y la pelota empezó a rodar.

Esta vez a Lucas se le veía más despierto y consiguió el balón rápido, avanzando hacia el campo contrario junto a los laterales, a quienes se la pasó y luego se la devolvieron. Se veía en frente de dos defensas, pero estaba demasiado cerca de la portería. No quiso tirar él, así que prefirió pasarla de tacón hacia atrás y que su compañero tirara, marcando y dedicándoselo.

Sonreí y aplaudí, ahora un poco más feliz al ver que él ya no parecía estar triste tocando el balón. Volvieron a colocarse y el partido continuó, ahora marcando el equipo contrario.

Iba empate, hasta que uno de su equipo cayó al suelo por el otro jugador. Entonces, el árbitro pitó falta y se la dejaron a Lucas, que la tiró y marcó de la misma forma que su padre.

Aplaudí levantándome del asiento, orgullosa de ver a mi hijo marcar. Él fue a la banda y lo celebró con sus compañeros, después nos miró y saludó y los cuatro le saludamos de vuelta.

El partido continuó hasta el final con el mismo marcador, ganando la Juventus. Nos levantamos y salimos de las gradas, esperando a Lucas cerca de la puerta.

- ¡Mamá!

Abrí mis brazos y dejé que viniera Lucas a abrazarme, sin importar si estaba sudado. Después, abrazó a su padre y luego a Marco.

- Lo hiciste genial.

- ¿Sí?

- Sí, te me pareces a alguien.- dije despeinándole y miré a su padre, que me sonrió sabiendo que me refería a él.

- ¿Ahora a dónde vamos?

- A casa, ¿No?

- Nos veremos el domingo a la tarde, chao.

- Chao.

Paulo se fue después de abrazarse con sus hijos y nosotros cuatro fuimos caminando hasta casa, donde Lucas se fue directamente a la ducha y Zoe jugaba con Marco a hacer volteretas por toda la casa. Y yo pensando que tenía dos hijos y tengo tres.

¿Qué se siente al ser eterno? (Paulo Dybala)Where stories live. Discover now