- ¿Estás bien?
- Sí.- sonreí dulcemente y él levantó una ceja.- De verdad.
- No quiero que te vayas triste.
- Y yo no quiero irme dejándote preocupado.- le agarré las manos.- Estoy bien, de verdad.
- Te creeré.- él sonrió y me acercó a él, abrazándome.- Al fin y al cabo, tú y yo siempre estaremos solteros.
- Siempre.
Reí y luego me abracé con mis padres, diciéndoles lo mismo que a mi hermano. Le di la mano a Zoe y comenzamos a andar a la puerta de embarque. Poco después, subimos al avión, donde jugué con ellos a cualquier juego en la tablet.
- Y otra vez en Italia.
Bajamos del avión y esperamos a las maletas para salir y encontrarnos a Stella, solo ella. La saludé con un abrazo y fuimos andando y hablando hasta el coche, subiéndonos y llevándonos a mi casa.
- Venga chicos, ir a llevar vuestras cosas.
- ¿Come stai? (¿Cómo estás?)- preguntó Stella y yo la sonreí.
- Bene, ¿Mio fratello ti ha detto qualcosa? (Bien, ¿Mi hermano te ha dicho algo?)
- ¿Di cosa? (¿El qué?)
- Oh bene... Pedro e io, che siamo finiti. (Oh bueno...Pedro y yo, que hemos roto.)
- ¿Davvero? ¿Perché? (¿En serio?)
- Abbiamo parlato e... beh, è successo. (Habíamos hablado y...bueno, sucedió.)
- Mi dispiace. (Lo siento.)
Me abrazó y después se fue, también asegurándose de que estaba bien. Subí a la habitación de los chicos y me encontré con las maletas abiertas, pero ellos estaban en la cama. Fui a ver y entonces me di cuenta de que los dos se durmieron.
Sonreí y apagué la luz de la habitación, yéndome yo también a acostar sin colocar nada. Al día siguiente, bajé a hacer el desayuno y también llamé a Matteo, pidiéndole que estuviera con Lucas y Zoe esta mañana porque él no tenía turno. Después, subí a despertarles y a sentarme con ellos a desayunar.
Terminé y les dejé solos, yéndome a duchar y a cambiar de ropa y volviendo para lavar las cosas mientras que ellos también e duchaban y preparaban para las clases. Guardé las cosas en una mochila y sonó el timbre, siendo Matteo el que estaba al otro lado de la puerta.
- Ciao.
Le dejé entrar y se fue directamente al salón, donde estaban Lucas y Zoe. Yo me despedí con un abrazo a cada uno y luego me subí a la Vespa, poniéndome el casco y yendo hacia el entrenamiento.
Aparqué en el parking y fui a la enfermería, con mis compañeros, para empezar a trabajar. El entrenamiento se acabó y recogí mis cosas, yendo a la cafetería y esperando, como siempre, a Rincón.
- ¡Gio!
- ¡Rincón!- me levanté de la silla y le abracé.- ¿Qué tal Italia?
- Bien, bien, estuve con Paulo y demás.
- ¿Así? ¿Y qué tal?
- Estuvimos solo el viernes, luego el fin de semana se fue con su novia a Capri.
- Capri...guau.
- Sí.- sonrió y nos sentamos.- ¿Y tú qué tal en España?
- Bueno...
- ¿Pasó algo?
- Todo iba bien el viernes, pero el sábado a la noche se complicó.
- ¿Les pasó algo a Luca y a Zoe?
- No, no, a ellos no, a Pedro y a mí.
- ¿Qué? ¿Discutieron?
- Terminamos.
- ¿Qué?- asentí y se apoyó en el respaldo de la silla.- Pero si le querías, se querían.
- Exacto, en pasado.
- ¿Y cómo fue?
- Pues... se supone que tenía que venir a cenar con nosotros, pero me pidió ir a su coche y allí hablamos a solas, estando de acuerdo.
- Vaya...pues lo siento, Gio, te merecías lo mejor.
- Él fue lo mejor, hazme caso, lo único es que no supimos estar juntos y mantener el sentimiento.
- Se te ve bastante bien para haber roto.
- Ya bueno, fue en mutuo acuerdo, eso al menos...pues te calma un poco.
- Siento haberte dicho lo de Paulo, no sabía que...
- No pasa nada, Rincón, los dos están superados.
- ¿Así?
- Bueno, Pedro solo un poquito.
Sonrió y se acercó a abrazarme. Seguimos hablando hasta que tuvimos que irnos, así que nos despedimos en el parking y cada uno volvió a su casa.
Le di las gracias a Matteo por recoger a Lucas y a Zoe y se fue. Me senté en la mesa con ellos a comer, escuchando lo que tenían que decir. Cuando terminaron de comer yo recogí sus cosas y ellos mientras se ponían la chaqueta y se preparaban para salir.
- Vámonos.
Abrí la puerta y salieron conmigo detrás, colocándome el abrigo. Fuimos andando hasta que por fin llegamos a su casa, entonces me acerqué y toqué el timbre.
- Gio.
- Hola, vine a traértelos.
- ¡Papá!
- ¡Enanos!- los chicos, que estaban detrás de mí, vieron a su padre y fueron corriendo a abrazarles.
- Bueno yo ya me voy.
- ¿Andando?
- Sí.
- Va a llover.
- No lo creo.
- ¿No vino nadie contigo?
- No.
- ¿Ni Pedro?- negué lentamente.
- Me voy, ciao chicos.
- Adiós, mamá.
Los chicos me abrazaron y me despedí con la mano de Paulo, dándome media vuelta y yéndome de vuelta a casa. Y en el camino, desgraciadamente, empezó a llover y yo maldije a Dybala, al que se le veía más alegre.

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¿Qué se siente al ser eterno? (Paulo Dybala)
Hayran KurguNuevas aventuras, una familia con una nueva vida junto a su hijo y el bebé que crecía en la tripa de Gio, la chica Dybala. Pero como el refrán dice, no es oro todo lo que reduce, porque también era una familia con nuevos problemas. Todos esos nueve...