- ¿A dónde vas?
- A entrenar.
- ¿También por la tarde?
- Sí.
- Pensaba que podrías venir a la reunión.
- Lo siento.- se acercó a abrazarme, pero se alejó al mirar la hora.- Llego tarde, ¡Adiós!
- Adiós.
Suspiré al ver cerrarse la puerta y mandé un mensaje a Dante, ya que Paulo no iría y se supone que debías ir con el padre y claro, Marco ya no estaba ahí.
- Así que quiere que haga de padre.
- Ajá.
- ¿Y no es mejor otro que yo?
- Sí, Marco.
- Pues que vaya él.
- Dante...
- Ya, ya sé que están enfadados y todo eso, pero, ¿No es más fácil perdonarse?
- Bueno, es fácil, pero...
- Orgullo.
- Exacto.
- Está bien, iré, pero como sepa que soy su tío...
- No pasará nada, es solo una pequeña mentira.
- Está bien, pasaré esta tarde a por vosotros.
- ¿En coche?
- No, no, en taxi.
Reí antes de despedirme de mi hermano pequeño y colgar. Levanté a Lucas y desayuné con él, bañándolo y vistIéndolo para irnos al colegio.
- ¿Hoy vendrá papá?
- ¿A recogerte?
- Y a la tarde.
- No, cariño, papá no puede.
- Nunca puede...- bajo su cabeza, mirando al suelo con pena y yo me agaché a su altura, acariciando su mentón y subiendo su cabeza lentamente.
- Pero el tío Dante sí.
- ¿Sí?
- Sí, será como papá está tarde, ¿Te parece?
- Me parece.
Sonrió y me abrazó antes de salir corriendo hacia el colegio. Sonreí viéndolo alejarse y empecé a caminar hacia casa. Al llegar, agradecí a Dios que Zoe seguía dormida y que, además, Mia había estado con ella para que no pasara nada. Siempre tan protectora.
- Hola, Mia.
Levantó su cabeza antes de saltar fuera de la cama y acercarse a saludarme. La acaricié en el camino a Zoe, donde ya se colocó detrás de mí.
- Pequeñaja, a despertarse.
- Mamá...
- Sí, soy yo, venga princesa.
Bostezó y se rascó sus ojos con el puño de su mano mientras la sonreía. La levanté y llevé en brazos hasta la cocina, donde desayunamos antes de bañarla y quedarnos en el salón jugando hasta la hora de recoger a Lucas.
- ¿Vamos a por tu hermano? ¿Sí?
Ella asintió enseñándome sus dientes sonriéndome y la coloqué la chaqueta antes de sentarla en la sillita. Le puse la correa a Mia y salimos.
- ¡Mamá!
- ¡Hola, peque!
Lo levanté del suelo, abrazándolo, antes de volverlo a bajar y quitarle la mochila. En vez de ir a casa, fuimos primero al parque, donde jugaron con Mia hasta que tuvieron demasiada hambre como para seguir.
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¿Qué se siente al ser eterno? (Paulo Dybala)
FanfictionNuevas aventuras, una familia con una nueva vida junto a su hijo y el bebé que crecía en la tripa de Gio, la chica Dybala. Pero como el refrán dice, no es oro todo lo que reduce, porque también era una familia con nuevos problemas. Todos esos nueve...