Capítulo 19

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- ¿A dónde vas?

- A entrenar.

- ¿También por la tarde?

- Sí.

- Pensaba que podrías venir a la reunión.

- Lo siento.- se acercó a abrazarme, pero se alejó al mirar la hora.- Llego tarde, ¡Adiós!

- Adiós.

Suspiré al ver cerrarse la puerta y mandé un mensaje a Dante, ya que Paulo no iría y se supone que debías ir con el padre y claro, Marco ya no estaba ahí.

- Así que quiere que haga de padre.

- Ajá.

- ¿Y no es mejor otro que yo?

- Sí, Marco.

- Pues que vaya él.

- Dante...

- Ya, ya sé que están enfadados y todo eso, pero, ¿No es más fácil perdonarse?

- Bueno, es fácil, pero...

- Orgullo.

- Exacto.

- Está bien, iré, pero como sepa que soy su tío...

- No pasará nada, es solo una pequeña mentira.

- Está bien, pasaré esta tarde a por vosotros.

- ¿En coche?

- No, no, en taxi.

Reí antes de despedirme de mi hermano pequeño y colgar. Levanté a Lucas y desayuné con él, bañándolo y vistIéndolo para irnos al colegio.

- ¿Hoy vendrá papá?

- ¿A recogerte?

- Y a la tarde.

- No, cariño, papá no puede.

- Nunca puede...- bajo su cabeza, mirando al suelo con pena y yo me agaché a su altura, acariciando su mentón y subiendo su cabeza lentamente.

- Pero el tío Dante sí.

- ¿Sí?

- Sí, será como papá está tarde, ¿Te parece?

- Me parece.

Sonrió y me abrazó antes de salir corriendo hacia el colegio. Sonreí viéndolo alejarse y empecé a caminar hacia casa. Al llegar, agradecí a Dios que Zoe seguía dormida y que, además, Mia había estado con ella para que no pasara nada. Siempre tan protectora.

- Hola, Mia.

Levantó su cabeza antes de saltar fuera de la cama y acercarse a saludarme. La acaricié en el camino a Zoe, donde ya se colocó detrás de mí.

- Pequeñaja, a despertarse.

- Mamá...

- Sí, soy yo, venga princesa.

Bostezó y se rascó sus ojos con el puño de su mano mientras la sonreía. La levanté y llevé en brazos hasta la cocina, donde desayunamos antes de bañarla y quedarnos en el salón jugando hasta la hora de recoger a Lucas.

- ¿Vamos a por tu hermano? ¿Sí?

Ella asintió enseñándome sus dientes sonriéndome y la coloqué la chaqueta antes de sentarla en la sillita. Le puse la correa a Mia y salimos.

- ¡Mamá!

- ¡Hola, peque!

Lo levanté del suelo, abrazándolo, antes de volverlo a bajar y quitarle la mochila. En vez de ir a casa, fuimos primero al parque, donde jugaron con Mia hasta que tuvieron demasiada hambre como para seguir.

¿Qué se siente al ser eterno? (Paulo Dybala)Where stories live. Discover now