Capítulo 40

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- ¿Cómo les va?

- ¿A Lucas y Zoe? Bien, tampoco nos cuenta mucho.

- ¿A no?

- Desde que terminaron dejó de hablar de su vida privada por su cuenta, si quieres saber algo debes preguntar.

- Pues vaya.

- En fin, ¿Cómo te va por allá?

- ¿Con el Torino? Hoy es mi primer día de entrenamiento.

- Sí, pues suerte.

- Gracias, pipita.

- Como echaba de menos oírte decir eso.

- Y yo hablar contigo.

- Bueno, te dejo, que hoy también teneos entrenamiento acá.

- Ciao.

- Chao.

Terminé la llamada con Higuaín y suspiré levantándome de la silla de la cocina, ya que había terminado de desayunar hace unos minutos. Subí a mi habitación para buscar la chaqueta que me pondría y tocaron al timbre, bajé y sin pensarlo abrí la puerta.

- Hola.

- Tú...

- Vaya recibimiento.- dijo sonriendo.

Y eso hice yo cuando por fin pude reaccionar, sonreír, sonreír y tirarme a sus brazos. Él rió mientras me aguantaba y yo me enrollé en su cintura, tapando mi cara en su cuello. Después de unos segundos largos así, me bajé.

- Te eché de menos.

- Y yo, mi señora.

Reí y puse su cara entre mis mano, besándole como hace tiempo que no hacía y extrañaba. Al separarnos lo llevé hacia dentro de la casa y ya allí soltó su pequeña maleta antes de volver a besarme.

- ¿Qué haces aquí?

- ¿Cómo que qué hago aquí? Pues venir a verte.

- Ya, pero, ¿Y el trabajo?

- Allí hay fiesta.

- Así que te quedas hasta el domingo.

- Exacto, cuatro días.

- Te quiero, te quiero, te quiero.- dije llenando su cara de besos y él rió antes de terminar por unir nuestros labios.- Pero em tengo que ir.

- ¿A dónde?

- Entrenamiento.

- ¿Con la Juve?

- No, no, por dios, con el Torino, ¿No te conté?

- Se me olvidó.

- Espero que no se te haya olvidado eso de no fumar.

- Ya...eso...- se rascó la nuca y resoplé.- Lo siento.

- Te tendré que querer así.

Él asintió sonriendo como un niño pequeño y reí antes de abrazarle. Poco después, me tuve que despedir de él si no quería llegar tarde a mi primer día.

Llegué por fin al Estadio Olímpico de Turín, donde ellos entrenaban. Di mi nombre y por fin me dejaron pasar al parking, donde aparqué la Vespa y salí de allí algo confundida. Era mi primera vez aquí.

- ¿Sei Gio? (¿Eres Gio?)- preguntó un hombre de aspecto algo mayor.

- Sì.

- Sono Urbano Cairo, il presidente. (Soy Urbano Cairo, el presidente.)

¿Qué se siente al ser eterno? (Paulo Dybala)Where stories live. Discover now