Capítulo 86

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- Le odio, le odio demasiado como para volver a verle.

- O sea, que hemos dado pasos hacia atrás y otra vez se caen mal.

- ¿Y cómo quieres que me caiga? El idiota se cree que su hijo es como él y no, no lo es.

- No seas así.

- ¿Así cómo?

- Tal vez no pensó lo que dijo.

- Demasiadas veces sin pensar antes que hablar, ¿No?- me senté en la silla y le miré desayunar.- Es que...para una vez que estábamos bien después de tanto tiempo tiene que joderlo todo.

- Venga anda, cálmate que en media hora me visto y vamos a por los peques, ¿Sí?

- Pareces un padre hablando así.

- A veces, créeme, que dudo si en verdad soy el padre.

Reí levemente y terminó de desayunar, yéndose a la habitación para cambiarse de ropa mientras que yo miraba a un punto fijo de la cocina sin pensar en nada especial.

- Ya estoy, ¿Vamos?

- Deberías afeitarte esa barba.

- A ti te encantan las barbas.- me guiñó el ojo y yo reí levantándome de la silla y yendo hacia él, dándole una colleja.

- Idiota.

Él rió y salimos de su casa, bajando lo pisos hasta llegar al portal y luego irnos a su coche, que nos llevaría hasta la casa de Paulo. Bajamos los dos al llegar y fuimos juntos a la puerta, donde él tocó antes que yo.

- ¡Mamá!

- Hola pequeñajos.- les abracé y miré a Alicia. Ni siquiera era tan valiente para enfrentarme después de lo de ayer.- Gracias.

- Espero verte más de una vez.

La sonreí y asentí con la cabeza, despidiéndonos y yendo al coche. Marco nos llevó hasta casa y ya allí él quiso ofrecerse a cocinar, queriendo hacer alguna comida típica de Roma.

- Mamá.

- Lucas.- le sonreí y él me miró serio.- ¿Pasó algo?

- Sí, me prometiste que no se enfadaría.

- ¿Quién?

- Papá.

- ¿Se enfadó?

- Me preguntó si era cierto.

- Le dijiste que sí, ¿No?

- Sí.

- ¿Y qué?

- Me dijo que tenía que pensárselo.

- ¿Pensárselo? ¿Qué hay que pensar? Es fácil, no quieres ir y ya.

- Ya, pero supongo que es su sueño que sea futbolista.

- El suyo, no el tuyo, así que, que respete un poco.

- ¿Volverán a pelear?

- Si es necesario sí, lo hago por ti, quiero que seas feliz.

- Yo puedo aguantar un poco más en el fútbol.

- Lucas, a ti no te gusta, ¿No?- él asintió.- A ti te gusta el teatro y en esta vida hay que luchar por lo que uno quiere, ¿Vale?

- Vale.

- Venga, ve a jugar con tu hermana.

Él me sonrió y fue corriendo a donde su hermana. Yo también sonreí y fui donde a Marco, viéndole cocinar en silencio. Por alguna razón siempre me tranquilizó verle hacer cosas.

- ¿Qué te dijo?

- ¿De Paulo? Nada, que se lo pensaría.

- ¿En serio? Vaya joyita.- se giró y me sonrió.- ¿Lo pillas?

- Es malísimo.- dije riendo levemente y él siguió cocinando.- Sabes, cuando terminé con Paulo, cuando firmé el divorcio, algo dentro de mí seguía con la esperanza de volver con él.

- ¿Y ahora?

- Ahora casi ni siento eso, ahora me siento defraudada.

- Pues deja de sentirte así, porque no fue tu culpa nada de esto y tú jamás lo quisiste, ¿Sí?- se volvió a dar la vuelta, ya que yo estaba sentada en la mesa de la cocina.- Y si te digo la verdad, yo aún sigo con esa esperanza.

- Tú nunca dejas de soñar.

Él rió levemente y negó con la cabeza, volviendo a cocinar como si no estuviera detrás de él observando lo que hacía. Fui a ver luego a Lucas y Zoe, que estaban acariciando a Copito, así que me dispuse sola a poner la mesa para no interrumpirles a ninguno de los tres.

- Ya está la comida, enanos.- dijo apareciendo con la comida por el salón.

- No les llames así, bigotudo.

- Al final me tendré que afeitar eh.

- Pues ya sabes, a ver si es verdad.

Reímos y nos sentamos los cuatro en la mesa, después, Zoe se durmió y los que estábamos despiertos vimos una película. A la tarde, Pablo vino a visitarnos y le conté todo, haciendo que se negara más a que fuera amiga de Paulo. Después se marchó, y los cuatro fuimos al hospital para dejar allí a Marco, que hoy tenía guardia.

- Mamá.

- ¿Qué?- miré a Zoe, a la que agarraba de la mano.

- ¿Por qué papá y tú no están juntos?

- Pues...porque no podemos.

- ¿Por qué?

- Porque tu padre y yo...pues no estamos hechos para eso.

Me sonrió levemente y se soltó de mi mano, corriendo hacia su hermano, que estaba un poco más lejos de nosotras, y jugando con él a perseguirse mientras volvíamos a casa.

¿Qué se siente al ser eterno? (Paulo Dybala)Where stories live. Discover now