- ¿Lista?
- No.
- Gio.
- No quiero.
- ¿Ahora me dices esto?
- ¿Y si me lo encuentro?
- Pues te tapas la cara, sales corriendo como loca o le saludas sin efusividad.
- ¿Y si me habla?
- Pues di que tienes prisa, vamos.
- Pero...
- ¡Gio!
- ¿Qué? Tengo miedo.
- Verás cómo después de todo lo que estás haciendo ni lo ves.
- No sé en qué momento acepté.
- En el momento que te llamó.- miré seria a mi hermano mayor y él se subió de hombros.- ¿Qué? Fuiste tú y además, lo necesitas, así que venga.
- Está bien.
- Seguro que no lo encuentras, ahora mismo están en el campo y ahí no tienes que ir.
Dijo mientras abría la puerta de mi casa, yo suspiré y salí antes que él, yendo a su coche. No tardó en poner rumbo a Vinovo, porque sí, hoy era el día que me reunía con Marotta después de tanto tiempo y como siempre, por trabajo.
Por una parte estaba feliz, es decir, vuelvo al fútbol, a trabajar y a hacer lo que más me gusta. Pero luego pienso que puedo encontrarme a Paulo y me dan ganas de tirarme con el coche en marcha.
Intenté tranquilizarme subiendo el volumen de la radio y bajando el de mis pensamientos, fijándome en Turín por la ventana. Hasta que por fin llegamos y como aquellas primeras veces, como si no me conocieran, tuve que dar mi nombre para que me dejaran entrar.
Ya en el parking, bajamos y recordé todas esas tardes y mañanas que venía aquí en la Vespa o en el coche de Paulo. Junto a mi hermano, caminamos hacia la salida para entrar de un vez en Vinovo.
Todo lo que había olvidado vino a mi mente y empecé a guiar a mi hermano por aquellos largos y vacíos pasillos. Y por fin llegamos a la puerta del despacho de Marotta, entonces, dejé a mi hermano fuera con las personas que había por allí y toqué a la puerta, entrando sola a aquella habitación tan familiar.
- Gio.- Marottaa levantó su vista de los papeles para sonreírme y levantarse, directo a abrazarme.- Mi sei mancato. (Te eché de menos.)
- E io, tutti. (A todos.)
- ¿Come stai? Sembri più alto. (¿Cómo estás? Pareces más alta.)- dejó de abrazarme y se sentó en su silla y yo en otra, separándonos su escritorio.
- Sto bene, per fortuna, tutto ordinato nella mia vita. (Estoy bien, por suerte, todo ordenado en mi vida.)
- Beh, ¿Pensi che iniziamo? (Bueno, ¿Te parece si empezamos?)
Yo asentí con la cabeza y él abrió una carpeta que tenía, desde antes de que llegara, en la mesa. Empezó a hablarme sobre los equipos con los que contactó, preguntando por si necesitaban de alguien como yo.
Y fueron pocos, pero eran bastante buenos. Los que más me interesaban era Atalanta, la Roma y Torino. Era difícil decidir. La Roma era mi equipo favorito de Italia y también el de Marco, se podría considerar un sueño cumplido trabajar allí. Y Atalanta me gustaba como equipo tanto como Torino, donde por cierto estaba Rincón.
Así que sí, me encantaría trabajar en la Roma, pero si quería vivir en Turín sería difícil viajar allí y no, no quería irme a Roma ya que recién me acababa de mudar aquí y es donde tengo toda mi vida.
- Torino.- decidí y Marotta me miró sorprendido.- So che Torino è tra Juve e Torino, ma non voglio trasferirmi da qui e non posso essere in Juve, quindi devo lavorare solo a Torino. Inoltre, avrò già un amico. (Sé que Turín está entre la Juve y Torino, pero no quiero mudarme de aquí y no puedo estar en la Juve, así que solo me queda trabajar en Torino. Además, tendré a un amigo ya allí.)
- Non mi aspettavo che tu scegliessi Torino, ma lui l'ha accettato. Li contatterò in modo che possano comunicare con te e spero, davvero, che tu farai bene lì. (No esperaba que eligieras Torino, pero lo aceptó. Contactaré con ellos para que puedan comunicarse contigo y espero, de verdad, que te vaya bien allí.)
- Grazie Marotta, avrò sempre un grande apprezzamento per la Juventus e spero anche che vada bene per tutti voi. (Gracias Marotta, siempre tendré un gran aprecio a la Juventus y también espero que os vaya bien, a todos.)
Nos levantamos para estrecharnos la mano y después él rodeó la mesa para abrazarnos como despedida. Nos sonreímos y me acompañó hasta la puerta, donde me volví a despedir con un abrazo y cerré la puerta al salir.
- ¿Y bien?- preguntó Pablo al verme, acercándose.
- Torino.
- ¿Torino? Uh, eres la enemiga de la Juve.
Subí de hombros, sonriendo y él me abrazó, empezando a irnos por donde habíamos venido con su brazo por mis hombros, pegándome a él. Hasta oír mí nombre por los pasillos.
- ¿Gio?
YOU ARE READING
¿Qué se siente al ser eterno? (Paulo Dybala)
FanfictionNuevas aventuras, una familia con una nueva vida junto a su hijo y el bebé que crecía en la tripa de Gio, la chica Dybala. Pero como el refrán dice, no es oro todo lo que reduce, porque también era una familia con nuevos problemas. Todos esos nueve...