Capítulo 91

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La luz del sol entró por la ventana y poco después sonó una alarma que me despertó por completo. Rasqué mis ojos y estiré mis brazos, intentando ver mejor donde estaba. Miré hacia arriba y vi a Paulo dormido y entonces me di cuenta de que me había quedado dormida en su pecho.

Suspiré y me fui separando poco a poco de él para no despertarle. Me puse la ropa y me fui a la cocina. Hice el desayuno lo más silenciosa posible y fui a buscar una fregona para la leche que se me vertió al echarla en el bol de los cereales. Cuando me di la vuelta vi a Paulo tan solo con un pantalón caído en el suelo.

- ¿Me puedes explicar que haces ahí?

- Me resbalé.

- Ups.

Fui a ayudarle y lo levanté del suelo sin evitar reírme al saber que fue por la leche vertida. Se sentó dolorido en la silla y yo limpié por fin el suelo para que no se volviera a resbalar.

- Gio.

- ¿Qué?

- Decime la verdad, ¿Esta no fue la casa en la que vivíais Pablo, Sofía y vos?

- Puede.

- Y fue donde nos conocimos.

- Puede ser, sí.

- Ya sabía yo que la conocía.

Sonreí y me senté con él a desayunar, entonces mi móvil empezó a sonar. Era Rincón.

- ¿Sí?

- A ver Gio, no es por nada eh, pero que hoy hay entrenamiento, ¿Recuerdas?

- Sí, ¿Y qué?

- Que faltan quince minutos y al no verte pensé que...

- ¡¿Quince minutos?!

- No te acordabas.- terminé la llamada y me levanté de golpe, haciendo que Paulo me mirase confundido.

- Que hay entrenamiento, idiota.

- La concha de la lora.

Se levantó de la misma manera que yo y subimos corriendo las escaleras, yo para cambiarme de ropa y él para ponerse la camiseta que le faltaba. Recogí mi pelo en un moño y bajé dando saltos por los escalones.

- Te llevo yo.

Dijo apareciendo y asentí con la cabeza, saliendo de casa y subiendo en su coche. Arrancó y emprendimos camino hacia el entrenamiento y luego él se iría a Vinovo.

- Gio.- desvié mi mirada de la ventana y él me miró, ya que el semáforo estaba en rojo.- ¿Ahora qué?

- Pues ahora me llevas al entrenamiento y...

- No, no, eso no, me refería a nosotros.

- ¿Qué pasa?

- ¿Qué somos? ¿Hemos vuelto o...?

- Eh...no lo sé.- sonreí nerviosa.- Habrá que pensarlo, ¿No?

- Tampoco hay mucho que pensar.

- ¿A no?

- Bueno, a ver, nos dijimos perdón y nos acostamos, las cosas creo que están claras.

- Entre nosotros las cosas nunca están claras, Dybala.

- Que raro escuchar mi apellido de ti, sólo lo decías al principio.

- Quizá es que esto es el principio.

Él sonrió levemente y volvió a arrancar el coche al cambiar el semáforo a verde. Llegamos por fin y aparcó justo en frente, llegando el gran momento incómodo de la despedida.

¿Qué se siente al ser eterno? (Paulo Dybala)Where stories live. Discover now