Capítulo 44

587 26 1
                                    

- Y lo escuché.

- Se lo dijiste a Pedro, ¿No?

- No.

- ¿Por qué?

- Era innecesario, estaba bien cuando llegué a casa.

- Ya pero...

- Sería crear cosas que no son, así que no le dije nada.

- Está bien, es tu decisión.

Dijo Marco, apoyándose en el respaldo de la silla y dándole un sorbo a su café. Habíamos quedado hace unos minutos en esta cafetería, quería contárselo.

- Y, ¿Cómo está?

- ¿Quién?

- Él.

- No lo sé, no me di a vuelta.

- Pero Pjanic e Higuaín te habrán contado algo, ¿No?

- Estos días hablé con Higuaín, me dijo que no solía hablar mucho ahora.

- Le deprimiste.

Dijo divertido y yo le miré con cara de pocos amigos. Seguimos hablando hasta terminarnos nuestro cafés y salimos afuera, acompañándome a casa, donde me esperaba Pedro.

Me despedí de él con un abrazo y quedamos en vernos a la noche en el hospital, ya que él tenía trabajo y yo ya me habría despedido en el aeropuerto de Pedro, que hoy volvía a casa.

- Ya volví.

- ¿Me ayudas?- sonrió como un niño pequeño desde arriba de las escaleras con dos maletas.

- Claro.

Le sonreí de vuelta y subí las escaleras, agarrando una de las maletas y bajando yo antes que él, dejándola en la entrada y esperando ahora a que él dejara la otra.

- ¿Se puede saber de quiénes son estas maletas?

- Pablo me trajo cosas tuyas de casa de tus abuelos.

- ¿Y por qué las bajamos?

- Porque las cosas que quedan no son de tu habitación.

- Que pena que no digas nuestra habitación.- dije rodeando su cuello con mis brazos y poniéndome de puntillas, tocando la punta de su nariz con la mía.

- Ya tocará.

Dijo sonriendo antes de acortar la poca distancia que quedaba. Dejamos esas maletas allí y fuimos juntos a preparar la comida, después yo preparé la mesa, sentándonos los dos solos a comer.

- ¿Y como está Marco?

- Bien.

- ¿Ya tiene novia?

- ¿Qué?- pregunté riendo y él sonrió.

- No sé, se me ocurrió esa pregunta.

- Creo que no.

Sonreí y él fue quien ahora rió, volviendo a llevarse la comida a la boca. Terminamos y nos sentamos en el sofá, viendo cualquier película hasta que él se durmió.

Yo me levanté y subí arriba, guardando todas las cosas necesarias para después tener el casco en mis manos y salir de casa, subiéndome a la Vespa y yendo al entrenamiento.

Una vez allí, saludé a todos y fui donde estaban mis compañeros. Me senté en mi sitio y esperé a que llegara uno de los jugadores, saludándonos y sentándose en la camilla para que Francesca le viera el tobillo que se acababa de torcer.

¿Qué se siente al ser eterno? (Paulo Dybala)Where stories live. Discover now