- Y lo escuché.
- Se lo dijiste a Pedro, ¿No?
- No.
- ¿Por qué?
- Era innecesario, estaba bien cuando llegué a casa.
- Ya pero...
- Sería crear cosas que no son, así que no le dije nada.
- Está bien, es tu decisión.
Dijo Marco, apoyándose en el respaldo de la silla y dándole un sorbo a su café. Habíamos quedado hace unos minutos en esta cafetería, quería contárselo.
- Y, ¿Cómo está?
- ¿Quién?
- Él.
- No lo sé, no me di a vuelta.
- Pero Pjanic e Higuaín te habrán contado algo, ¿No?
- Estos días hablé con Higuaín, me dijo que no solía hablar mucho ahora.
- Le deprimiste.
Dijo divertido y yo le miré con cara de pocos amigos. Seguimos hablando hasta terminarnos nuestro cafés y salimos afuera, acompañándome a casa, donde me esperaba Pedro.
Me despedí de él con un abrazo y quedamos en vernos a la noche en el hospital, ya que él tenía trabajo y yo ya me habría despedido en el aeropuerto de Pedro, que hoy volvía a casa.
- Ya volví.
- ¿Me ayudas?- sonrió como un niño pequeño desde arriba de las escaleras con dos maletas.
- Claro.
Le sonreí de vuelta y subí las escaleras, agarrando una de las maletas y bajando yo antes que él, dejándola en la entrada y esperando ahora a que él dejara la otra.
- ¿Se puede saber de quiénes son estas maletas?
- Pablo me trajo cosas tuyas de casa de tus abuelos.
- ¿Y por qué las bajamos?
- Porque las cosas que quedan no son de tu habitación.
- Que pena que no digas nuestra habitación.- dije rodeando su cuello con mis brazos y poniéndome de puntillas, tocando la punta de su nariz con la mía.
- Ya tocará.
Dijo sonriendo antes de acortar la poca distancia que quedaba. Dejamos esas maletas allí y fuimos juntos a preparar la comida, después yo preparé la mesa, sentándonos los dos solos a comer.
- ¿Y como está Marco?
- Bien.
- ¿Ya tiene novia?
- ¿Qué?- pregunté riendo y él sonrió.
- No sé, se me ocurrió esa pregunta.
- Creo que no.
Sonreí y él fue quien ahora rió, volviendo a llevarse la comida a la boca. Terminamos y nos sentamos en el sofá, viendo cualquier película hasta que él se durmió.
Yo me levanté y subí arriba, guardando todas las cosas necesarias para después tener el casco en mis manos y salir de casa, subiéndome a la Vespa y yendo al entrenamiento.
Una vez allí, saludé a todos y fui donde estaban mis compañeros. Me senté en mi sitio y esperé a que llegara uno de los jugadores, saludándonos y sentándose en la camilla para que Francesca le viera el tobillo que se acababa de torcer.
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¿Qué se siente al ser eterno? (Paulo Dybala)
FanfictionNuevas aventuras, una familia con una nueva vida junto a su hijo y el bebé que crecía en la tripa de Gio, la chica Dybala. Pero como el refrán dice, no es oro todo lo que reduce, porque también era una familia con nuevos problemas. Todos esos nueve...