Desperté por la alarma y me giré para ver a Zoe dormida entre Paulo y yo. Sonreí al acariciar sus despeinados rizos y me levanté de la cama, dejándoles dormir. Fui a la cocina a desayunar y después subí a la habitación de Lucas.
- Príncipe...
- Mm...
- Venga, es hora de levantarse.
Abrió poco a poco sus ojos verdes y después se los frotó con sus manos hechas un puño. Sonreí levantándole de la cama y llevándolo en brazos hasta el baño, lavándole la cara y yendo con él, ya un poco más despierto, a la cocina a hacer su desayuno. Lo terminó y lo bañé, vistiéndolo con ropa de calle.
- Buen día.
Saludó Paulo entrando en el salón, donde le estaba colocando la camisa a Lucas. Le sonreí como respuesta y se acercó a nosotros para saludar a su hijo.
- ¿Qué tal durmieron?
- Yo bien y este niño espero que también.- rasqué su barriga con suavidad y Lucas se rió tímidamente.
- ¿Listo para tu primer día en el colegio?
- Yo me quiero quedar...- dijo apenado y Paulo rió levemente, abrazándolo y levantándolo del suelo.
- Verás como luego no te quieres ir de allá.
- ¡No! Yo quiero a mamá.
- Yo siempre estoy, principito.
Besé su mejilla y su padre le bajó al suelo, dejando que empezara a correr por toda la casa como solía hacer. Sonreí de nuevo a Paulo antes de darle el primer beso del día.
- Se hacen mayores.
- No seas así, recién va a empezar el colegio y aún nos queda Zoe.
- Cierto.
Paulo me abrazó y dejó un beso en mi frente antes. Lucas volvió corriendo y agarrando su pequeña mochila llena de material escolar.
Le dejé con su padre para subir a ducharme y a cambiarme, lista para llevar a mi hijo. Bajé las escaleras y nos despedimos de Paulo antes de que me diera la mano y saliéramos de la casa.
Caminé junto a él, que no paraba de dar saltos y de señalar sitios de la ciudad. Hasta que llegamos al que sería su colegio.
- Ya hemos llegado, pequeño.
- No quiero entrar.- se cruzó de brazos y sonreí bajando a su altura.
- Luego vendré a por ti.
- ¡Que venga papá!
- Papá estará terminando de entrenar cuando tú salgas, pequeño.- Lucas hizo un puchero y yo abrí mis brazos.- ¿Abrazo?
- Abrazo.
Desató sus brazos para enredarlos en mí, abrazándonos. Me separé de él y le di un gran beso en la mejilla antes de acariciar su mentón.
- ¿Listo?
Asintió con la cabeza no muy convencido y empezó a caminar hacia dentro del recinto bajo mi mirada. Me apenaba verle así, sobre todo porque significaba que se hacía mayor y que iba dejando de ser aquel bebé que tuve en brazos hace años, aquel bebé que tanto me recordaba a su padre, el mismo que una vez me rompió el corazón.
Suspiré y giré sobre mis pies, volviendo a casa. Al llegar, Paulo tenía en brazos a Zoe mientras colocaba sus cosas para irse al entrenamiento.
- ¿Ya se ha ido?
- Sí.
Hice una mueca de lástima y Paulo dejó de colocar sus cosas para venir a abrazarme.
- Mira a mamá, necesita un abrazo.
Zoe miró a su padre y luego a mí antes de extender sus brazos hacia mí para que la tuviera ahora yo en brazos. Reí mientras la abrazaba y Paulo siguió con sus quehaceres.
- Ya me marcho.
- ¿Ya?
- Volveré pronto, lo prometo.
Me guiñó un ojo antes de besarme y de despedirse de su hija y de Mia, después, se fue. Llevé a Zoe a bañar antes de darle su desayuno y quedarme con ella en el salón, jugando.
- Holaaa.
Saludó Marco cuando abrí la puerta al escuchar el timbre. Sonreí y le abracé, dejándole pasar para que pudiera saludar a Zoe y después a Mia.
- ¿Qué hacían?
- Jugar y esperar a la hora de recoger a su hermano.
- Luca.
- Sí, Zoe, Lucas.
Marco la sentó en su rodilla y nos quedamos hablando en el sofá hasta aburrirnos y salir a pasear a Mia.
- ¿Qué tal con Paulo?
- Bien, como siempre.
- Anda que...si nunca le hubieras dicho sobre Lucas.
- Zoe no estaría aquí.
Reímos y volví a tirar la pelota a Mia, que salió corriendo hacia ella con Zoe detrás, que por supuesto no llegaba a correr tanto como ella.
- ¿Volvemos?
Asentí con la cabeza y le quité la pelota a Mia mientras Marco subía a Zoe en sus brazos. Volvimos a casa y ya allí bañé a la perra.
- ¿Puedo ir con vosotros a por Lucas?
- Vale.
Sonreí a Marco y salimos de nuevo de casa, dejando a Mia sola en casa. Fuimos caminando hasta el colegio, llegando justo a la hora que salían.
- ¡Mamá!
- ¡Cariño!
Me agaché para que pudiera abrazarme y después abrazó a Marco, quitándole yo la mochila que colgaba de sus hombros.
- ¿Y papá?
- Ya te dije que no podía venir, peque.
Hizo una mueca de pena y comenzó a andar con su hermana pequeña siguiéndole. Me volví a levantar y miré a Marco, que me miraba confuso.
- Tenía entrenamiento.
- Ya...
- ¿Pasa algo?
- No, nada.
Me sonrió y comenzó a andar, dejándome confundida ahora a mí. Decidí dejar de lado sus indirectas y volví con ellos, oyendo como Lucas contaba su día.
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¿Qué se siente al ser eterno? (Paulo Dybala)
FanfictionNuevas aventuras, una familia con una nueva vida junto a su hijo y el bebé que crecía en la tripa de Gio, la chica Dybala. Pero como el refrán dice, no es oro todo lo que reduce, porque también era una familia con nuevos problemas. Todos esos nueve...