- Gio...- los dos nos sonreímos tímidamente.- Cuanto...tiempo.
- Sí.
- Estás más baja.- fruncí el ceño y él rió.- Te eché de menos.
- Yo también lo hice, pipita.
Su sonrisa se anticipó a la mía, estirándose todo lo que podía. Me abrazó con fuerza, dejándome solo la punta de los zapatos tocando el suelo. Rodeé su cuello con mis brazos y me apreté con fuerza a él, volviendo a recorrer aquellos momentos pasados con él.
- ¿Cómo estás? ¿Cómo te va todo? ¿Qué haces en Italia?
- Oye, que no estoy en uno de esos momentos de la prensa.
- Lo siento, lo siento.- dijo riendo y apretando nuestras manos unidas.
- Estoy bien, todo me va bien y he vuelto a Italia para hacer más fácil los estudios y todo a los pequeñajos, ¿Los has visto?
- Claro, Paulo siempre se los lleva al entrenamiento.
- ¿Están bien?
- Claro que están bien.
- Bueno, pues ahora dime qué haces tú aquí.
- Vine con los pibes, están allá.
Señaló hacia atrás y me asomé a ver. Entonces entendí aquellos gritos de antes, toda la Juventus había entrado en la discoteca y estaban rodeados de fans. Rápidamente, un sentimiento de pavor recorrió todo mi cuerpo.
- Creo que...me tengo que ir.
- ¿Qué? ¿Por qué? Quiero seguir hablando contigo, hace tanto tiempo que no nos vemos.
- Lo siento pero yo...
- ¿Es Paulo?- me quedé en silencio.- Es Paulo.
- Lo siento Higuain pero...
- Está bien, lo entiendo. Ve.
Suspiré y me acerqué a él a darle un beso en la mejilla y abrazarle con fuerza antes de irme lejos de allí, donde estaban los demás.
- ¡Gio! ¿Dónde estabas?
- Me perdí.- sonreí nerviosamente y todo se levantaron. ¿Cosa? (¿qué?)
- Andiamo. (Vamos.)
Paré entonces a Marco agarrándole del brazo con cuidado al ver que se iba a la salida, al mismo sitio donde se encontraban los jugadores de la Juventus y con ellos él.
- ¿Qué pasa?
- Paulo.
- ¿está aquí? ¿Hablaste con él?
- Sí y no, no hablé con él. Vi a Higuain y luego a todos los jugadores de la Juve.
- ¡Julia!
- ¿Qué pasa?
- Paulo está aquí.
- ¿Qué me decís?- nos miró a Marco y a mí.- ¿Dónde?
- En la salida.- respondí.- Con los fans de la Juve y los demás jugadores.
- Joder...
- ¿Qué hacemos?
- Alguien tendrá que distraerles.
Las dos miramos a Marco y este resopló, empezando a caminar hacia la salida con pesadez. Yo fui en todo momento de la mano de Matteo, yendo entre él y Luka. Mientras que, Alessia, Marco y Julia iban separados de nosotros, más cerca de donde estaban los futbolistas.
Hasta que por fin pudimos salir del local y pude volver a respirar, aunque aún faltaban los otros tres por salir. Me senté en el bordillo, mirando al cielo e intentando no marearme por el alcohol ya bebido y por los nervios a última hora.
- Ya está.
- ¿Ya? Al fin, me quiero ir a casa.
- Nosotros vamos andando.
- Pedimos un taxi.
Avisó Marco, despidiéndose de todos menos de mí porque se supone que iría conmigo. Al despedirnos, se sentó junto a mí en la acera y suspiró apoyando las manos en el suelo una vez llamó a un taxista.
- ¿Qué?
- ¿No te recuerda esto a algo?- preguntó mirándome y yo alcé una ceja.
- ¿El qué?
- Que huyamos de Paulo, como si escondiéramos un secreto.
- Bueno es que...
- Gio, ¿De verdad piensas que Lucas y Zoe no le han dicho nada de que estás aquí?- me quedé en silencio, dejando que prosiga.- Y una vez que se lo han dicho, ¿Crees que no sabrá que estas con tu familia recién llegada a Italia?
- Yo... ¿A qué viene todo esto ahora, Marco?
- A que esto me está recordando cuando Lucas era pequeño, ¿Te acuerdas? Que Paulo no sabía de su existencia, ni él ni el equipo, y te escondíamos.
- Ya bueno, no es lo mismo.
- No, claro que no, porque ya no te tienes que esconder, ¿Me entiendes?- negué con la cabeza y resopló, poniéndose más cómodo para mirarme.- Gio, tú ya no estás con él, estás con Pedro. Paulo ya no es nada tuyo, tan solo comparte dos hijos.
- Ya bueno, pero me cuesta verle si no es...
- Si no es teniendo una relación.
- Entiéndeme, Marco, seis años sin verle y la última vez que lo hice aún le quería por mucho que firmara esos papeles.
- Pero ahora quieres a Pedro.- asentí con la cabeza.- Entonces, ¿De qué tienes miedo, Gio?
Me quedé en silencio y justamente llegó el taxi. Marco e levantó y yo detrás de él, sentándonos juntos en la parte de atrás del coche.
Fuimos todo el trayecto hasta la casa de Pablo y Stella en silencio. Una vez llegamos, me despedí de él con la mano y salí del coche, yendo hasta la puerta, abriéndola y yendo a mi habitación o más bien la habitación de invitados.
No me cambié de ropa, directamente me tiré boca arriba en la cama, sin deshacerla. Miré la blancura del techo que se veía un poco entre la oscuridad por las luces de la calle que traspasaban las ventanas.
¿De qué tienes miedo, Gio? ¿De qué tengo miedo? Aquella pregunta rondaba por mi cabeza cada segundo, hundiéndome más en la miseria de la perdición, de no saber qué hacer ni pensar ni decir. Hasta que, gracias al cansancio y al alcohol, mis párpados empezaron a pesar y al momento antes de dormirme me di cuenta. Le tengo miedo a quererle.
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¿Qué se siente al ser eterno? (Paulo Dybala)
FanfictionNuevas aventuras, una familia con una nueva vida junto a su hijo y el bebé que crecía en la tripa de Gio, la chica Dybala. Pero como el refrán dice, no es oro todo lo que reduce, porque también era una familia con nuevos problemas. Todos esos nueve...