Nos quedamos petrificados en nuestros asientos, pretendiendo no escuchar nada, charlar, como de costumbre… Pero se podía escuchar toda la conversación: no habían cerrado la puerta del patio. También los podíamos ver a través de la puerta de cristal. Estábamos completamente atentos a todo, como los chismosos que somos.
-Necesito que me escuches, Mariana. No podemos seguir así- dijo Harry, una vez que logró volver a componer su voz. Ella no emitió respuesta.
-¿Puedes, por lo menos, escuchar?- rogó Hazza, a media voz. Nuestra amiga se limitó a cruzarse de brazos, sin dignarse a mirarlo.
-Por favor necesito que olvides lo de anoche. No tendría que haberme comportado así, lo sé-suspiró. Ella levantó la cabeza, mirándolo, por fin, a los ojos- pero yo no estoy acostumbrado a esto. La mayoría de las chicas con las que he salido son completamente diferentes a ti.
Mari lo miró indignada. ¿De verdad se atrevía a hablar de sus numerosas ex y de cómo ellas eran “diferentes”? ¿No se daba cuenta de que lo único que faltaba para colmar la paciencia de su novia era mencionar, sutilmente, que ellas sí tenían sexo con él? Porque eso era seguramente lo que él quería decir con “diferentes”.
Por dios Harry… creí que eras más inteligente.
-Es decir…-intentó corregirse, pero no había vuelta atrás- tu eres muchísimo mejor que ellas. Miles de veces mejor. Tú lo sabes, ¡te amo!
Ya estaba decidido. No iba a poder comprar a nuestra amiga con tan pocas palabras, y sin siquiera pronunciar las palabras mágicas “lo siento”. Eso era lo único que ella quería, lo único que necesitaba para poder perdonarlo. Pero, al parecer, él no se daba cuenta.
-Si es todo lo que tienes que decir, me voy- dijo Mari, sorprendiéndolo al dirigirse a él.
-No, no es todo…- comenzó Harry, pero ella ya había entrado a la casa otra vez.
Inmediatamente sacamos un tema de conversación, para simular que no estábamos escuchando.
-Y… ¿Qué es lo que hace que una chica sea hermosa, según ustedes, chicos?- pregunté.
-Ah- dijo Niall, pensando rápido- Es simple. Tiene que ser rubia, hermosa por dentro, con un corazón enorme, y llamarse Marina.-
Me reí. Era un tierno total, y eso siempre me tomaba desprevenida, haciéndome reír nerviosamente y ruborizarme desde las raíces del cabello hasta los pies.
-A mí, además de los ojos y los labios, lo que me gusta de una chica es que tenga sentido del humor- dijo Louis, sonriente, mirando a Sol a los ojos.-También tienen que gustarle las zanahorias, obviamente.
Sol lo miraba con su rostro sonriente, admirándolo. Ella todavía no podía creer que el amor de su vida, su ídolo, su Boo Bear en realidad estaba saliendo con ella. Y que se amaban, eso era seguro.
-¿Liam?- preguntó Lu, expectante.
-Ehm… déjenme pensar- dijo, rascándose la barbilla- Creo que tiene que tener una personalidad fuerte, que contraste con la mía. Y tener ojos en los que pueda verse su interior. Lo primero que veo son los ojos-
-Wow… palabras profundas.-asintió Lu, observándolo. Supe que se preguntaba “¿y Úrsula tiene todo eso? ¿Estás seguro?”.
Todos ya habían dado su opinión, excepto Zayn, que parecía no estar dispuesto a contribuir en la conversación.
-¿Y, Zayn?- inquirí.
-¿Qué?- preguntó él en respuesta. Una de dos: o quería hacer parecer que estaba distraído, simulándolo para no darnos una respuesta sincera, o era realmente despistado.
-¿Qué te gusta de una chica?- me ayudó Georgi- ¿Qué hace que ella sea hermosa, para ti?-
-Bueno… no les diré- zanjó.
-¿Por qué?- preguntó ahora Lu.
-Pues… se van a reír-
-Nosotras no nos vamos a reír- le aseguré, intentando infundirle algo de confianza.
-No, ustedes no, pero ellos sí.- se quejó el.
-Vamos amigo- dijeron- prometemos… intentaremos no reír.
-Bueno- dijo- pero si se ríen, están muertos.
Todos asentimos, solemnemente.
-Lo que me gusta de una chica, y la hace hermosa…- comenzó- es su inteligencia.
Todos los chicos comenzaron a desternillarse de risa, incluido Liam, que es el más tranquilo y más serio. No me esperaba semejante desconsideración por su parte. Louis estaba que se orinaba de tanta risotada, y Niall igual.
Lo miré severamente, para que dejara de reír, y así lo hizo.
Mientras tanto, la guerra seguía, ahora en la cocina.
-Por favor, escúchame- imploró Harry, a una ahora mucho más enojada Mariana.
Ella volvía a resistirse a hablar.
-Vuelve, vamos afuera y hablemos- insistió él.
-Cualquier cosa que tengas que decirme lo tendrás que decir frente nuestros amigos. Dime lo que sea, pero dilo frente a ellos.- nos señaló con el dedo- ¿Puedes decirlo frente a ellos? Si no, no lo quiero escuchar, Harry Styles.-
-N-no pero- balbuceó él.
-Adiós, Harry.- ella salió de la cocina de un portazo y subió las escaleras.