-Farías se la pasa a Sinisterra, que va a poner el brillante centro. Esto puede terminar en gol. La maneja Figueroa, elude a Sanchez, elude a Zámora. La va a poner en el ángulo, le pega el Gordo, ¡TATÁN TATÁN! ¡TATÁN TATÁN! Figueroa ¡GOOOOOOOOOOOOOOOOOOL! GOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOL del Tricolor de Villa Raffo!- al mismo tiempo que el famoso relator gritaba, la tribuna azul, blanca y negra enloquecía.
Era ese partido que nadie se quería perder, la cancha estaba repleta de familias enteras de hinchas de Almagro. Y... ¿Cómo perderse un clásico?
La rubia mujer se abrazó emocionada con su padre, luego con sus hijos, para más tarde terminar por besar a su esposo, que lucía la camiseta tricolor. Toda la familia estaba feliz de haber contemplado la histórica victoria 4 a 0 del equipo, con el último gol clavado en el segundo minuto del alargue.
Los jugadores esperaron a que el equipo visitante se retirara, para poder disfrutar de la ovación de la multitud.
Marina tenía lágrimas en los ojos. Siempre se emocionaba irracionalmente con este tipo de goles. Tenía a sus hijos más pequeños tomados de la mano, y los más grandes estaban jugando con su abuelo y su padre, esperando a que parte de la multitud se retirara para poder irse con más comodidad.
Miró a su esposo, orgullosa. Convertir a su Niall en un miembro más de la apasionada hinchada era lo mejor que le había pasado. Al fin y al cabo, siempre creyó que los irlandeses y los argentinos tenían mucho en común. Claro que para ganar su adhesión, tuvo que ceder y alentar al Derby cuando estaban en las tierras europeas.
-¿De qué cuadro son?- preguntó "el abu Pablo" a los chicos.
-¡De Almagroooo!- Azul, de 7 años; James, de 5; Zoe, de 4 y Nick, de 2, respondieron al unísono, con este último pronunciando "Amago" en vez de "Almagro". Les resultaba mágico a todos que siendo tan chiquitos, su inglés Y español fuera tan bueno.
-¿Y...?- preguntó Mar, sabiendo que Niall se compungiría si sus hijos no decían ser de su equipo amado también.
¡Y del Derbyy!- dijeron los pequeños.
-¿Y...?- Niall preguntó, sabiendo que había otro equipo más en la lista.
-¡Y de Riveeeer!- esos niños sí que sabían ser complacientes.
-Están criando chicos muy inteligentes, Marina.- le sonrió su padre, orgulloso. Los niños llevaban doble apellido, para que el de la familia materna no desapareciera. Sol, que tenía el mismo apellido de soltera, había hecho lo
mismo.
Lamentablemente, no podían quedarse mucho rato más. Corrieron al aeropuerto para tomar el siguiente vuelo a Londres: debían estar allí para pasar navidad con ellos, y, además, la familia iba a volar con ellos para esperar la llegada de Joseph junto con los Tomlinson. Luego, pasarían las festividades junto con el resto de la familia. Tendrían que hacer lugar en las habitaciones de huéspedes de los Horan y los Tomlinson.
Los padres de ambos estaban muy orgullosos: se habían casado, ambos eran exitosos en sus trabajos (Niall, como famoso cantante miembro de la banda One Direction, y Mar, como vicepresidenta de una famosa marca de ropa), y habían tenido cuatro hermosos hijos, todos con ojos azules y cabellos en distintos tonos de rubio,
tan parecidos a sus padres. Dos de los niños eran argentinos, y dos irlandeses.*
Les habían tocado asientos separados. Marina y Niall se sentarían en una fila de asientos diferente, mientras que los niños estarían a cargo de sus abuelos, Pablo y Roxana. Sergio y María, los padres de Sol, también viajarían con ellos.
Niall pasó su brazo alrededor de su mujer, y ella automática recostó su cabeza sobre su hombro. Todas las situaciones en los que la pareja se solía desenvolver con timidez eran ahora muy comunes, pero todavía igual de placenteras.
Marina miró a su esposo, que miraba por la ventana. Los doce años que habían pasado casi no se le notaban, seguía tan hermoso como siempre. Ella había intentado hacer lo mismo, y le estaba saliendo bastante bien. Se mantenía delgada y su felicidad completa hacía que no le salieran arrugas ni canas. Niall ahora llevaba su cabello con su color rubio oscuro natural, y le quedaba fabuloso. Su abuela siempre decía: "si dios te da un color de pelo, de piel, o de ojos, es porque con ellos sos hermoso". Cuánta razón tenía...
Niall, sintiéndose observado, volteo para ver a Marina. Sus caras estaban separadas por unos escasos 5 centímetros. ¿Cómo era que aquello aún le hacía latir el corazón de una forma prácticamente imposible?
-¿Qué pasa, linda?- preguntó él sonriente. Su sonrisa era tan irresistible que ya no recordaba cuando sus dientes eran chuecos, o cuando estaban cubiertos de metal. De todas las maneras posibles, aunque él no tuviera dientes, ella siempre lo amaría.
-Nada... estaba pensando. Este año se cumplen diez de nuestro casamiento ¿no?- ellos se habían casado dos años después de haberse puesto de novios. A pesar de haber sido los últimos en dar ese paso, habían sido los primeros en pasar por el altar.-¿No deberíamos haber atravesado algún tipo de crisis matrimonial ya?-
-Supongo...- respondió pensativo. A ella sus preguntas siempre le parecían estúpidas después de haberlas escuchado salir de su propia boca, mas él siempre las encontraba interesantes.-Pero creo que esas cosas no pasan cuando las parejas están tan perfectamente destinados a estar juntos como nosotros- sonrió.
-¿En qué piensas cada vez que subimos a un avión?- preguntó ella al azar. Igualmente, la pregunta conllevaba una historia bastante agradable.
-Creo que ambos recordamos lo mismo, o eso espero...- se ruborizó. Eso le dio la señal: efectivamente, ambos recordaban lo mismo.
-¿Nuestra...?-
-Sí, nuestra luna de miel...- respondió él, casi riendo.
-Ah, así los baños de avión serán siempre el paraíso en mi memoria...- rió ella en voz baja.
-¿Y cuáles son tus días favoritos, tu top 10?- él siempre parecía buscar más cosas que no supiera sobre Mar. Las sabía casi todas, por supuesto.
-Probablemente son los mismos que los tuyos, estás de protagonista en la mayoría. En los demás, los niños.- ella respondió, mirándolo a los ojos.
-Te amo, Marina, ¿lo sabes?- se acercó un poco más.
-Ah, me lo has dicho un par de veces- rió- Yo también te amo, Niall. Mucho.- dijo ella, y sus labios chocaron una vez más, con la misma intensidad.
-¿Para siempre?- preguntó él, muy tierno.
-Para siempre-