Capitulo 38 Runaway baby

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Zayn salió disparado, tomó su chaqueta y se subió a su veloz Mercedes negro. Las tres nos habíamos quedado duras de la sorpresa, pero la reacción de nuestro amigo nos había alegrado. En realidad sí le importaba Georgi, y bastante.

Bajamos las escaleras corriendo, ya sabíamos que hacer. Nos conocíamos tanto que nuestra comunicación era casi telepática en su totalidad. Tres palabras igualaban todo un discurso para nosotras, que nos entendíamos a la perfección.

Mientras las chicas iban a sacar a Georgi de su trance, vestirla y buscar maletas para simular su partida, yo me dirigí hacia mi propia habitación, en la que mi “no novio” descansaba viendo una película de acción, aun en pijamas.

Agarré un par de sus pantalones y esa camisa a cuadros que tanto me gustaba y se la tiré, induciéndolo subliminalmente a que se la ponga. Captó el mensaje, y, mientras se vestía, me di vuelta para no ver nada que no debiera ver y le expliqué todo lo que pasaba.

-… Entonces debemos salir ya mismo para llegar al aeropuerto antes que Zayn. Tenemos tiempo, pues su auto no tenía gasolina y deberá hacer una parada en la estación de servicio. Debemos tomar el auto más rápido, y tú debes llevarnos.

-¿Por qué yo?- dijo, con voz de estar haciendo un esfuerzo, probablemente porque, a la vez que hablaba, se estaba poniendo los pantalones.

-¿No es obvio?- suspiré- ¡eres el que conduce más rápido! Por favor ponte las zapatillas urgente y salgamos. Creo que Georgi y las chicas ya bajaron.

-Ya puedes voltear- dijo él- Vamos.

Tomó mi mano y bajamos corriendo. Todos abajo estaban murmurando, nerviosos. Todos querían ir, por eso nos íbamos a dividir en dos autos. En el más rápido, iríamos Niall, Georgi, Mari, Harry y yo. En el otro iría todo el resto. De seguro tantos autos lujosos juntos en la carretera llamarían la atención, pero por suerte todos tenían los cristales tintados.

Pusimos las maletas vacías en el portaequipaje y subimos desesperados al deportivo, golpeándonos los unos con los otros en el intento.

Ni bien todos nos hubimos puesto nuestros respectivos cinturones de seguridad, Niall pisó el acelerador, provocando un chirrido de las llantas girando en falso sobre la acera.

-Toma la carretera a la derecha- dijo Mari, el GPS humano, dándole indicaciones sobre cómo tomar la ruta a Niall. En el mes que llevábamos en Londres, ella había aprendido todas las calles, avenidas y autopistas.

Niall avanzaba a velocidades inimaginables, al límite de la ilegalidad. Claro que no rebasábamos el límite, pues no queríamos quedar detenidos por la policía sin siquiera llegar a nuestro destino.

En el camino, pasamos por la estación de servicio, y lo que vimos nos dejó muy aliviados. Zayn estaba aún cargándole gasolina a su coche, de espaldas a la calle, de manera que no llegó a vernos.

En media hora, llegamos al aeropuerto. Buscamos la plataforma en la cual un avión saldría a Sudamérica y esperamos.

Dejamos a Georgi sola, en uno de los muchos bancos que habían en el lugar. Sumamente nerviosa, no dejaba de juguetear con su pelo, con las maletas… Parecía haber perdido la capacidad de concentración.

Nosotros nos escondimos, no muy lejos de ella. Llevábamos gorras, anteojos de sol y capuchas, para evitar ser reconocidos por nadie, especialmente por Zayn.

A los pocos minutos, el morocho de ojos miel atravesó la gigantesca habitación, corriendo desaforado. Su mirada denotaba una gran preocupación, e iba virando de un lado a otra, buscando un rostro conocido.

El alivio que demostró al encontrarlo fue casi tangible.

-Por… fin… te he… encontrado- logró decir, muy agitado por la carrera. Se sentó al lado de nuestra amiga para recuperar el aire.

-¿Qué haces aquí? ¿Cómo me encontraste?- ella fingió no saber nada. Sonaba algo falsa, pero era su mejor actuación hasta ahora. Nunca había sido una buena mentirosa, prefería ocultar las cosas a mentir.

 -Marina… me dijo- masculló. Luego, como si hubiera tenido una epifanía, levantó su mirada hacia los ojos de Gerogi, -Necesitamos hablar.

Diario de Londres (Una novela de One Direction) TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora