-Pero… no sé qué decir.- dijo mi amiga.- No entiendo por qué hiciste lo que hiciste, que pasó por tu retorcida cabeza para darme un ultimátum. No entiendo nada. Estoy muy confundida.
Se sentó en la cama con las manos agarrándose la cabeza, mareada por tantas emociones. Harry se sentó a su lado y siguió hablando, argumentando como un buen abogado, defendiendo su caso. Sabía que su caso no estaba perdido.
-Verás… esta semana tuve mucho, demasiado tiempo para estar solo y pensar. Recapacitar. Me sentía abatido, arrepentido. Me siento aún así, como un idiota. Y llegué a creer que me estaba volviendo loco. Hasta pensé en ir al psicólogo.-rió amargamente.
Mari sonrió. Sabía que Hazza odiaba los loqueros, ya que odiaba compartir sus secretos y, encima de todo, tener que pagarle a alguien para que los escuche.
-Pero luego recordé que si le contaba todo a uno de esos loqueros sólo iba a deprimirme más, y además podía que éste venda mis secretos a los tabloides, cosa que no quiero. Entonces decidí autoanalizarme, entrando a sitios de internet y eso… y descubrí. La razón… de eso.
Se interrumpió unos momentos, buscando las palabras correctas, supongo. Estaba increíblemente nervioso, nunca nadie lo había visto así, ni siquiera antes de algún show. Sus manos estaban entrelazadas entre ellas, para evitar que tiemblen, pero, aún así, sus manos se notaban temblorosas.
-Bueno, creo que actué… de esa manera espantosa porque… Porque te amo.-masculló Harry, casi inentengiblemente.
-¿Qué?- Mari no había llegado a escuchar bien.
-Que te amo.- esta vez habló más claro, levantando la mirada y mirándola justo a los ojos.-Y es por eso que te deseo tan desesperadamente. Quiero hacerte mía en todas las maneras posibles, y que nadie más te tenga. Ahora entiendo que… eso…no era necesario para demostrar que eras mía. Entendí que la cosa, la cosa estaba invertida. Yo no puedo poseerte, porque eres tú la que me posee. Yo... soy tuyo, Mariana.-
El hecho de que él utilizara su nombre completo era una muestra de que todo iba en serio. Realmente sentía todo lo que decía.
Mari se derritió, y comenzó a sollozar, mientras hablaba, haciendo que las palabras se entrecortaran a intervalos regulares.
-Pues cla-ro que e-res mío Ha-rry- lloraba sin parar.
Él la abrazó muy cálidamente, tomándola entre sus brazos y sonriendo, con los ojos brillosos.
-¿Puedes perdonar a este idiota enamorado? Prometo ser tu esclavo de por vida.- le preguntó en un susurro, al oído, mientras seguía abrazándola y masajeándole la espalda con cariño.
-Sí- dijo Mari, separándose un poco de su abrazo para poder mirarlo a los ojos. Sus rostros quedaron a centímetros de distancia-¿Cómo no perdonar al hombre que amo? Lo único que he querido todos estos días es que tú te disculparas, para así volver a estar entre tus brazos. Siempre seré tuya-
-¿En serio?- preguntó Hazza, algo sorprendido.
Mi amiga asintió sonriendo.
-¿Esperarás?- preguntó ahora ella.
-Todo el tiempo que necesites.- dijo él, volviendo a abrazarla.
Poco a poco, la sonrisa de mi amiga se fue transformando en una sonora carcajada.
-¿Qué pasa? ¿Qué es tan gracioso?- inquirió, curioso, él.
-Nada, es solo que… todo es muy irónico.- respondió ella, encogiéndose de hombros.
-Explícate.- pidió él.
-Bueno… Posiblemente, si me hubieras dicho todas esas cosas lindas antes de “la tormenta”, no hubiera dudado en que estaba preparada para… hacerlo- mi amiga se ruborizó de pies a cabeza.
Siguieron abrazados por un largo rato, hasta que, finalmente, volvieron a hablar. Yo ya había escuchado suficiente. Demasiado, en realidad. Y por eso, me disponía a bajar las escaleras, a reunirme con nuestros amigos.
Cuando llegué a la planta baja, tenía los ojos rojos por llorar. No me iba a librar de el castigo por ser una espía, una chismosa: había llorado como si estuviera viendo una película romántica. Como si estuviera viendo “diario de una pasión”.
Me dieron algo de celos… Ojalá Niall me dijera cosas así algún día. Ni siquiera me había pedido que fuéramos novios, y eso que llevábamos saliendo un mes.
Despejé esos sentimientos de mi mente. No tenía por qué preocuparme. Éramos como novios, aunque no tuviéramos ese “título”. Nos amábamos, aunque fuera un sentimiento implícito.
Niall y los chicos estaban viendo un partido en la televisión, mientras las chicas charlaban en la cocina.
Me acerqué, sigilosamente, hacia ellas. No quería ser la que les “interrumpiera una jugada impresionante”, pasando en frente del televisor de pantalla plana. Ya había pasado una vez, y con tanta mala suerte que les había hecho perder de un impresionante gol. Tuve que soportar insultos por parte de los amigos de mi “no novio” por toda una semana.
-Chicas- dije en un susurro-La tormenta terminó.-
-¿Qué quieres decir? ¿Hazza y Mari terminaron?- Georgi preguntó alarmada.
-No, no- la tranquilicé. Sabía a qué se refería. Se refería a aquella canción que nos encantaba, y que de verdad nos llegaba al corazón.
“Knowing that it’s really over, please don’t leave me alone! I’m flooded with all this pain, knowing that I’ll never hold you
like I did before the storm” / “Sabiendo que ya todo ha terminado, por favor, no me dejes solo/a. Estoy inundado/a con todo este dolor, sabiendo que nunca te abrazaré como hice antes de la tormenta.”
-Pero sé que su relación nunca volverá a ser igual a como era antes de la tormenta-dije- Será aún más fuerte.-
-Estoy muy feliz por ellos- dijo Sol, sonriente. Sabíamos cómo se sentía, todas lo hacíamos igual.
Nuestra charla y el partido se vieron interrumpidos por la llegada de la recién consolidada pareja. Habían bajado por las escaleras, tomados de la mano.
-Tenemos una noticia- dijo Mari, dejando que Harry terminara la frase.
-¡Somos novios y nos amamos!-
Una vez más, tal como habíamos hecho con Sol y Lou, aplaudimos hasta que las palmas se nos durmieron, sonriendo emocionados.