-Me traes ese pote de helado, amor- la mujer castaña de pelo largo y ojos café pidió a su esposo, que estaba jugueteando por ahí con los utensilios de cocina.
-¿Helado otra vez?- preguntó él, sorprendido.-¡Te estás poniendo enorme!-
Sol no pudo hacer otra cosa que reír, aunque sabía que eso ocasionaría que su cuerpo se mueva, y, por lo tanto, que le duela bastante.
-¡Es un antojo! ¿Ya te he dicho qué pasa si no satisfago los antojos?... Y no "estoy enorme", estoy EMBARAZADA-
-Jaja- rió él- ¡Como si no lo supiera, yo lo hice!- estaba bastante orgulloso.
Abrió la puerta del refrigerador y tomó el pote de helado, que habían comprado hace poco y ya estaba por la mitad. Agarró una cuchara y sirvió unas cuantas bochas en una taza con la inscripción "mamá sexy", para dársela a su esposa.
Mientras ella se estiraba para agarrar, desesperada, el recipiente, algo se movió dentro de ella.
-¡Ay, Joseph!- exclamó ella, acariciando su abultada barriga- No hay duda de que serás un futbolista genial... Marina seguro te probará en varios equipos-
-¿Qué pasó?- Louis volvió corriendo de la cocina, preocupado.
-Nada, mi amor. El pequeño volvió a patearme, solo eso.- seguía acariciándose la panza con una indescriptible ternura.
-Ahh-dijo él acercándose, poniendo la cabeza sobre su vientre, para escuchar y hablarle al bebé- Te dije que no hagas eso tan fuerte, a tu mami le duele...-
-¡A mí me gusta!- se quejó ella.
Un pitido comenzó a sonar en toda la habitación, que indicaba que la pizza que estaba en el microondas ya estaba lista. Louis sacó el plato y lo colocó en la mesa, que ya estaba preparada para que la familia comiera.
-¡Niñas, la comida!- gritó el padre, que ahora se estaba quedando en casa para hacer el trabajo que Sol no estaba en condiciones de hacer, dado que estaba embarazada de nueve meses. Su trabajo era muy importante para ambos: Louis era un conocido cantante, miembro de la banda One Direction, y Sol, trabajaba en la
administración de la gran disquera fundada por ellos.
Las dos pequeñas niñas, Lucía, de 6, y Taylor, de 4, bajaron por las escaleras tomadas de las manos. Las dos hermanas eran muy unidas y esperaban la llegada del nuevo miembro de la familia con ansias. Carrot II, el cachorrito, bajó con ellas, arrastrándose por los escalones.
La cena siempre era algo muy divertido, con los chistes de su padre, las anécdotas de su madre y, a veces, las de los invitados.
-¿Mamá, cuándo viene el hermanito?- preguntó la más pequeña, por décima vez en la semana. Se estaba poniendo muy ansiosa. También le preocupaba que a su mamá le doliera cuando se lo sacaran de la panza.
Sol siempre les decía que no le iba a doler, porque ella iba a estar muy feliz de poder ver a su hijo, al igual que fue feliz al verlas a ellas.
-Pronto, niñas- les sonrió- faltan solo unos días para que venga.-
Sabía que la duda se disiparía por un rato, pero que volverían a preguntar al otro día.
Las pequeñas niñas cambiaron de tema.
-Papá, cuéntanos otra vez la historia con mamá- pidió Lucía. A todos les encantaba escuchar la historia, especialmente la manera en que él la contaba. A las dos les fascinaban las historias de amor, tanto que les gustaba jugar con sus padres a las muñecas para que les inventen novios y casamientos.
-Está bien...- contestó él, feliz de contentar a sus hijas, y se aclaró la garganta, carraspeando- Había una vez una chica muy linda que venía de un país hermoso, muy lejano, para estudiar en la universidad. Ella se había mudado a una casa muy bonita con sus cuatro amigas-
-¡Las tías!- rieron las niñas, que sabían todo de memoria.
-Sí, las tías Mar, Georgi, Mari y Lu vivían con Sol, y en la casa de al lado, vivía un grupo de chicos, que eran cantantes famosos: los tíos Liam, Niall, Zayn y Harry, y yo, Louis. Un día Louis conoció a una de sus vecinas y creyó que era muy hermosa, pero ella no notaba que él pensaba eso. Sol, a su vez, estaba enamorado de él, pero no le decía a nadie.-
-Louis tuvo que hacer muchas cosas para hacer que Sol se diera cuenta de que él la amaba, pero nada daba resultado. Entonces, las tías le dieron algunas pistas para ayudarlo. Él comprendió lo que tenía que hacer: le cantó una canción de amor, y Sol supo que él era indicado. Desde entonces, viven felices...-
-Para siempre- los cuatro terminaron la frase.
-Ahora cuéntanos la historia de la tía Mari y el tío Harry- pidió otra vez Lucía.
-¡Ah! Esa historia papá va a contárselas mañana. Ahora, a la cama. Vengan-
Despacio y con ayuda de su esposo, ella se paró de su asiento, para darse cuenta de que había roto fuente sin darse cuenta. ¡Su hijo iba a nacer, justo un día antes del cumpleaños de Louis!
Él ya sabía que hacer: llamó a su madre y le pidió que viniera a cuidar de las pequeñas, explicándole brevemente lo que había ocurrido. Tomó la mano de su esposa y la alzó en brazos, esforzándose bastante, ya que pesaba más de lo habitual.
Llegaron al hospital donde los atendieron rápidamente. Él, como siempre, iba a presenciar el parto, siempre lo hacían juntos, Sol y él. Ella no lo permitiría de otra manera.
Pocas horas después, a las 23.45, Joseph Louis Tomlinson llegó al mundo, e inmediatamente sus padres pudieron tenerlo en brazos.
Ambos estaban llorando, emocionados.
-Te amo, Sol- susurró Louis- Y te amo a ti también, Joey-
Sol sólo podía sonreír con los ojos llenos de lágrimas, mirando al pequeño varón entre los brazos de su padre, sentado en la cama a su lado.
-Louis- dijo ella, y el volteó- Tiene tus ojos-
Louis sonrió y besó a su esposa, llorando emocionado.