El despertador sonó con mi canción favorita (de One Direction, obviamente) y lo paré de inmediato. Nos despertamos entrelazados, yo con sus brazos rodeándome la cintura, y mis brazos agarrando los suyos con ternura, él, con una hermosa sonrisa en el rostro.
Eran las nueve de la mañana, hora de levantarse y hacer el desayuno. Me deshice de su abrazo delicadamente y me senté en la cama.
-¡Un ratito más!- insistió Niall, tirándome del brazo para que volviera a enredarme en los suyos.
No sé cómo, pero me resistí.
-No, lindo- le dije- tenemos que ir abajo, antes de que sospechen algo-
-Déjalos sospechar lo que quieran, vuelve- dijo con cara de perrito mojado. No lo miré. Mirarlo sería caer en su trampa.
En vez de eso, me paré y me miré en el espejo. Mi cabello, que antes estaba anudado en un rodete, se había ido soltando hasta que se deshizo a medias. Mi “pijama”, compuesto por una camiseta de mi equipo argentino favorito, y unos shorts de tréboles, estaba desalineado, torcido, y con el short bastante alto, que casi dejaban ver mi trasero por detrás. Me los bajé para lucir más decente, no sin antes ruborizarme al darme cuenta de que Niall me estaba observando, mientras él mismo se arreglaba.
-Luces muy bonita en las mañanas, el pijama te sienta bien- me sonrió pícaro.
-Gracias, tu estas igual de guapo que siempre- dije, arreglando mi cabello, volviendo a ponerlo en una coleta.
Bajamos por las escaleras tomados de la mano, y, al llegar a la planta baja, nos encontramos con una escena bastante interesante.
Zayn aún yacía en uno de los sofás, dormido profundamente, y Georgi le estaba dibujando en la cara con un fibrón grueso. Él no se daba cuenta, dormía como un bebé.
Louis ya se había despertado, y charlaba animadamente con Sol en la cocina, mientras preparaban el desayuno juntos. Liam estaba en el baño de la planta baja, y Lu, seguía durmiendo.
Nos quedamos quietos al pie de la escalera, contemplando la escena. Georgi nos vio y nos dijo, moviendo los labios en silencio, que no nos moviéramos.
Finalizó de dibujarle en el rostro unos bigotes y nariz de gato, una barba de chivo y pintó el espacio entre sus cejas, convirtiéndolas en una sola. Sacó algo de su bolsillo y lo situó con cuidado y lentitud al lado de una de los oídos de Zayn. Presionó con una sonrisa en el rostro el aparatejo, que profirió un chirrido infernal, dejando a todos en la habitación algo aturdidos.
Zayn se despertó, despatarrado, asustado y enojado. Maldijo en todos los idiomas conocidos, a la vez que perseguía a Georgi, que había salido corriendo a esconderse. Pero él era más rápido.
-¿Cómo se te ocurre hacerme eso?- se quejó Zayn, tomándola y poniéndosela sobre los hombros, sólo para atormentarla.
-¿Recuerdas cuando me despertaste tirándome coca cola, en el auto?- Zayn asintió, sonriendo al recordarlo- Bueno- dijo ella- esto es la venganza.-
-Tendrás que hacerlo mejor, perra… un poco de ruido nunca puede superar la coca cola pegajosa en el cabello- dijo Zayn, con la superioridad a flor de piel.
-Espera y verás… espera y verás- respondió ella, misteriosa.
Nos sentamos a la mesa y esperamos a que todos llegaran, mientras acomodábamos los platos y las tazas con delicioso café con leche.
Ya todos estábamos sentados en nuestros lugares usuales en la mesa, cuando oímos silenciosos pasos provenientes de la escalera.
Mari y Hazza bajaron sin intercambiar ni una palabra, generando una total incomodidad para todos. Se sentaron con nosotros y comenzaron a comer. El silencio que se había producido era tan denso que no se podía quebrar. Por lo menos, lo intenté, hablando con ella.
-¿Quieres un poco de dulce de leche, Mari?- pregunté.
-Si- fue lo único que dijo. Al parecer, sí podía hablar con nosotras, pero no con él.
Seguimos comiendo, hablando de vez en cuanto entre nosotros. Harry tampoco hablaba, solo revolvía su cereal con mucha concentración, levantando la cabeza de vez en cuando para escuchar nuestra conversación. Finalmente, Mari se hartó de estar callada y comenzó a meterse en la conversación que manteníamos sobre gatos, perros y mascotas.
-Yo creo que todos los animales son buenos si están bien educados y les das el amor correspondiente- asintió.
Harry cambió de expresión, atisbando un cambio de opinión, una apertura de la puerta de las oportunidades.
-¿Podemos hablar?- dijo. Su rostro lucía horrendo, ojeroso y cansado y ojos rojos de… ¿llorar?
Ella no contestó, se limitó a engullir su tostada con queso crema y dulce de leche con total naturalidad, como si no hubiera oído nada. Los demás estábamos callados, expectantes. Se podía oler la tensión, la electricidad que provocaban casi era tangible.
-¿Podemos hablar?- repitió, irritado.
Hubo más silencio por parte de mi amiga, que bebía a sorbos el café. Cuando se dio cuenta que él la estaba mirando en busca de una respuesta, y que no iba a permitir que ella ganara en silencio, dijo:
-Georgi- para que ella respondiera en su lugar.
-Ehhm, creo que ella no quiere hablar contigo- dijo Georgi, mientras Mari asentía en silencio.
-¡Pero yo sí quiero hablar!- explicó, algo alterado.
-Puedes hablar, pero no creo que ella escuche ni responda- Dijo Sol, apoyando a nuestra herida amiga.
-Necesito que los dos hablemos. ¡Los dos!- exclamó.
-Marina- dijo ahora Mari.
-No creo que sea el momento, Hazza- dije yo, calmada- Puedes hablar de ello más tarde
Los chicos no entendían nada de lo que ocurría. No sabían nada sobre la historia de anoche y estaban muy intrigados. Niall me miró con la mirada llena de interrogaciones.
-Te cuento luego- susurré. El asintió y me tomó la mano debajo de la mesa. Me pareció un gesto muy tierno, apoyarme en este momento difícil para todas nosotras.
De repente, Harry explotó y se paró de un salto de su asiento. Agarró a Mari del brazo y la tironeó, dirigiéndose al patio. Ella se resistió a medias. Si hubiera querido, Harry no la hubiera movido de su lugar, ya que él no le estaba haciendo daño ni estaba usando su fuerza. Seguramente, tenía curiosidad. Mientras se la llevaba, Harry dijo:
-Puede que no quieras, pero necesitas escucharme, Necesito que me escuches, Mari.- su voz se quebró.