-No entiendo de qué tenemos que hablar. Todo me quedó bastante claro…- murmuró Georgi, lo bastante alto para que él la oyera.
Sujetaba su boleto recién comprado con posesión, arrugándolo de vez en cuando debido a los nervios. Esto de tener plata de sobra era bueno, podíamos darnos el lujo de comprar un pasaje que nunca usaríamos. Todo sea a favor del amor.
-Ya lo sabes, nada quedó claro esa noche. Yo te juzgué de la peor manera, no quise decir lo que dije, al menos no lo siento así ahora.- dijo él.
-Claro, ahora que me voy, de repente me quieres, ¿no?.
Él no sabía qué decir. Se sentía incómodo, podía notarlo por la manera en que, paranoico, miraba hacia todos lados en busca de alguien.
A decir verdad, tenía sus razones para estar así de paranoico… Nosotros nos habíamos estado acercando de a poquito, y estábamos ahora a solo unos metros de distancia, en el banco de al lado.
-Bueno… Lo que quise decir es que lo siento mucho.-siguió el morocho.-No debí haberte tratado así. La verdad estuve reflexionando… Y no sé cómo pude creer que me querías solo por la fama. Tú eres la única que siempre tuvo el valor de contradecirme, de corregir mis errores. Eres la única con las agallas suficientes como para obligarme a dejar de fumar. Si llevo un mes lejos del humo, es sólo gracias a ti.
Hubo un silencio incómodo. Ninguno de los dos sabía qué agregar. Zayn le había pedido disculpas, sí, pero unas simples disculpas no bastaban para reparar el daño. Había algo que faltaba para que Georgi pudiera aceptarlo de nuevo.
Una voz de mujer anunció desde un altoparlante: “El vuelo 916 hacia Argentina sale en media hora. Por favor, abordar el avión por el pasillo 317”. Ya era la hora.
-Es mi vuelo- dijo mi amiga, tomando sus maletas y levantándose de su asiento. No llevaba nada en ellas, y no se suponía que debiera tomar ese vuelo, pero estaba actuando por intuición. Digámosle un sexto sentido, y le indicaba que debía seguir con la farsa hasta las últimas consecuencias.
Zayn no parecía haber notado que ella ya estaba a metros de su lugar, caminando hacia el pasillo 317 sin darse vuelta a ver, siquiera.
No sabíamos qué hacer. No podíamos dejar que ella se fuera, pero tampoco podíamos dar nuestras identidades a conocer. Optamos por esperar que Zayn se fuera, para luego buscar a nuestra amiga. ¿Cómo le explicaríamos que ella había vuelto sin revelar el secreto? No lo sabíamos.
Pero no había ninguna otra opción. Estábamos perdidos.
Quizás el plan b de Georgi era mejor que el mío, quizás todos debíamos dejar Londres y no volver más, nunca más volver a ver a Zayn. Eso era imposible, al menos para los chicos. No podíamos deshacer una banda así como así. Y nosotras, las “chicas comprometidas” no podíamos abandonarlos por una simple mentirilla.
De pronto, algo en Zayn cambió. Su mirada dejó de estar posada en las irregulares manchas en el suelo, y se volvió a posar, esta vez, hacia adelante.
Se levantó, con una sonrisa en la cara, y echó a correr velozmente, por el mismo lugar en el que Georgi había caminado hace unos minutos.
La gente lo miraba como si estuviera loco, incluso había quienes lo insultaban al pasar a su lado. No le importaba, su sonrisa era más brillante que nunca. Lo seguimos a paso apretado, intentando lucir normales, aún caminando.
Llegamos al pasillo y atisbamos la figura de Georgi, cruzando el pasillo. Ya le había entregado el pasaje a la azafata, y la fila había desaparecido, ya casi adentro del avión.
Nuestro amigo intentó zafarse de la azafata y correr en su búsqueda, pero un guardia de seguridad lo detuvo.
-Señor, necesito ver su boleto- dijo la joven mujer, con una amable sonrisa. Se veía muy fuera de lugar en el desesperante, dramático contexto.
-No, no tengo boleto pero…-
-Sin boleto, no puede abordar el avión, Señor- zanjó.
El bad boy se enojó. Tensó sus manos en forma de puños y comenzó a discutir con ambos el guardia de seguridad, y la azafata.
-¿No saben quién soy? ¡Tengo derecho a subir a ese avión!- se quejó. Sonaba algo engreído, pero era la única manera que tenía de lograrlo.
-No hay ninguna razón para que lo dejemos subir, señor.- la azafata ya no estaba tan amable como siempre, con su chillona voz denotando algo de histeria.
-Tengo que pararlo. El amor de mi vida puede que se vaya en ese avión para no volver jamás. No puedo dejarla ir sin decirle que la quiero.- Zayn estaba utilizando su plan b, la honestidad.
La mujer parecía haberse ablandado, pero no lo suficiente. En cambio, el guardia de dos metros de alto y uno de ancho parecía estar a punto de llorar.
-Sé lo que se siente perder a la única persona que has amado.- dijo él, con la voz grave, que acompañaba a la perfección su imagen de matón.- Ve chico.