Una mujer de pelo largo, negro y ojos de un verde oscuro vio que su hija se alejaba corriendo, intentando jugar con los copos de nieve que corrían. Ella no podía perseguirla, pues tenía que conducir con cuidado el cochecito donde su hijo de dos meses, Javadd, el último según ella, jugueteaba sonriente.
-¡No corras, Rosario!- le advertía la mujer de unos 30 años de edad. La pequeña niña de 5 años no escuchaba, seguía saltimbanqueando por ahí, despreocupada.
Sus demás hijos, Leo, de 4, Shiny y Hope, las gemelas de 3, se fueron soltando de su mano para seguir a su hermana mayor.
-¡Rose! ¡Hopie! ¡Shiny! ¡Leo! – El hombre morocho de ojos miel que la ayudaba a controlar a los pequeños, su esposo hace ya más de 7 años, salió corriendo y alzó uno por uno a los niños, llevándolos a todos como si pesaran menos que una bolsa. Los niños reían: que su padre los alzara y revoleara por ahí era su juego favorito.
Georgina recordó cuando era ella la que iba sobre sus hombros, y cómo se solía quejar. ¡Como extrañaba ahora esa extraña manía de Zayn!
Los Malik, ahora tomados todos de la mano, eran el retrato perfecto de una familia feliz. No peleaban ni discutían ahora, los niños eran muy obedientes y tranquilos… todo era como un cuento de hadas.
Zayn, cantante de la banda conocida internacionalmente como One Direction que tenía ya más de una década de éxito, había conocido a su amada esposa hace doce años, cuando ella no era más que su vecina “la perra”. De enemigos, pasaron a ser amigos, y de amigos, a novios. De novios, obviamente, pasaron a estar felizmente casados. Y de casados, pasaron a ser una hermosa familia.
Hermosa y bastante numerosa. Georgi nunca se hubiera imaginado tener más de dos hijos, pero… no había pensado que se casaría con alguien tan perfecto para ella como Zayn Malik.
Cruzaron el parque y entraron en la gran camioneta tamaño familiar de vidrios polarizados. A pesar de que la época de oro ya había pasado, la boyband seguía siendo conocida y las fans seguían persiguiéndolos de vez en cuando.
Ni bien llegaron a casa, dejaron a Javadd en su cuna, completamente dormido, y les pusieron a los niños una película de Disney que siempre los entretenía. Necesitaban darse un respiro, charlar.
Los adultos jóvenes dejaron a los pequeños en su amplio sofá y entraron en la cocina, lugar que les correspondía a ellos.
-Lo estamos haciendo bien ¿eh, Georgi?- le sonrió Zayn a su mujer, tomándola por la cintura y abrazándola.
-Sí, eres realmente un buen padre.- ella lo abrazó y hundió la cara en su pecho. Le sorprendía que siguiera igual de musculoso que siempre… suponía que era algo ligado a su vocación.
-Y tú la mejor madre… ¿Qué tal si… ?- comenzó Zayn, pero ella lo cortó, sabiendo lo que iba a preguntar.
-No, ningún hijo más. No importa que te falte “un varón más para completar el pack”…-
-Pero…- Zayn intentó completar su pregunta inconclusa.
-Nada de peros, Zayn. Ya lo hemos hablado- lo cortó ella una vez más.
-Iba a decir que tendríamos que llamar a Louis, su cumpleaños es mañana, si no lo recuerdas… Pero si bebés es lo que quieres hacer, ¡pongamos manos a la obra! ¡o mejor otras partes del cuerpo!-
-¡Malik!- rió ella, dándole un golpecito con el puño en el pecho, reprobando sus ideas.
Se dio vuelta y tomó el teléfono que estaba en su soporte en la pared. El diseño de su cocina seguía impactándola todos los días. No podía creer que había tenido la suerte de diseñar su propia casa (mejor dicho mansión), como toda una arquitecta exitosa.
Toques de modernidad, vanguardia y toques clásicos se mezclaban para darle a su hogar un toque único. Era su casa favorita, de todas las que había hecho, pero nunca lo admitía frente a sus mejores amigas, a quienes también les había diseñado sus respectivas mansiones familiares. Aquellas estaban hechas a pedido, con
cosas que los dueños habían pedido. Esta, su casa, era única y perfecta para ellos, cumpliendo y superando todas sus expectativas.
Marcó el spead dial número 3, de la familia Tomlinson y puso el aparato en altavoz, dejándolo sobre el impecable mármol de la mesada.
-¡Hola somos la familia Tomlinson!- dijo una grabación de varias voces entremezcladas al unísono.
-No podemos atenderlo ahora- decía su amiga.
-Pero deje su mensaje después del- su marido continuó la frase hasta que el inconfundible beep sonó.
Colgó el teléfono, tendrían tiempo de hablar con ellos más tarde.
-¿En qué estábamos?- preguntó a su esposo, que se había sentado a la mesa, en una de las sillas.
-Me estabas diciendo cuánto me amas y que quieres otro hijo mío- le sonrió Zayn, mientras ella se sentaba sobre sus piernas, costumbre que había tomado desde el comienzo de su relación.
-Te amo mucho, mucho, mucho- lo abrazó ella, dándole un corto beso en los labios.
-Yo te amo más- le susurró él al oído, devolviéndole el beso esta vez más apasionado.
-Y- continuó ella- puede que considere la posibilidad de otro niño… cuando Javadd haya cumplido al menos un año.-
Se miraron a los ojos, ella sonriente, él, sorprendido.
-Tenemos todo el tiempo del mundo, mi amor- contestó emocionado su esposo, y esa frase les sonó como la verdad más absoluta.