Un tropiezo de amor 》Libro #1 Bilogía Amor en París《

El encuentro

Abro mis ojos lentamente, miro mi celular, no puede ser, son las 10 de la mañana y yo aún en la cama, de verdad que este frío me afecta.

Tengo tantas cosas que hacer, aún no he desempacado mis maletas y tengo que ir al supermercado por comida y a algún almacén por algo de ropa nueva para empezar la universidad.

Me levanto, (aunque con mucho pesar), me baño, me visto y salgo de mi apartamento, camino por el largo pasillo hasta llegar al elevador.

Se abren las puertas del elevador y entro, hay varias personas, me siento un poco nerviosa, no soy de hablar ni socializar mucho.
Se abren las puertas nuevamente y salgo, camino hasta llegar a la puerta de la entrada.

Salgo a la calle, hace mucho frío, respiro el aire, hay muchos autos, personas que caminan en distintas direcciones, grandes edificios que veo pasar a medida que avanzo caminando.

Tengo un pequeño mapa de la ciudad, en el cual se encuentran todos los lugares de servicios necesarios para una buena estadía en esta gran y hermosa ciudad.

Abro el mapa y busco algún supermercado cerca, pues tengo que comprar comida y luego ir a algún centro comercial a comprar algo de ropa para empezar la universidad.

Me dirijo al supermercado primero, veo que esta a unas cuadras de donde me encuentro, asi que camino en esa dirección.

Me encanta París, sus calles tan tradicionales, llenas de historia.
Voy tan entretenida escuchando mi lista de Spotify que no me he dado cuenta que en un restaurante cercano, estan unas chicas riéndose y me señalan.

Camino más rápido, tratando de alejarme de ese lugar y me tropiezo con un chico, él llevaba un refresco en su mano, que acabó cayendo sobre mi ropa.

Era alto, contextura media, cabello castaño oscuro, ojos color marrón, era muy guapo, sin embargo sus palabras me hirieron:

─Hey, fea, mira por donde caminas.

Si supiera él la razón por la que iba tan mal cuando me choque accidentalmente con él.

Me limité a responder.

─Discúlpame, no te ví.

Él rió y me dijo:

─Que raro que no me veas, si llevas cuatro ojos.

Salí corriendo y solo pude escuchar que me preguntaba cuál era mi nombre. No me volteé a responder pues sus palabras habían lastimado mi corazón.

Decidí regresar por otro camino a mi departamento y salir en la tarde cuando ya me hubiera recuperado de estos terribles momentos que había pasado.

Pasé por un restaurante, ya tenía mucha hambre y el olor tan agradable que salía de sus cocinas me trataban de convencer, hasta que cedí y entré.

Era un lugar con muchas mesas y sillas, todo estaba decorado con cuadros de arte abstracto, los colores vivos resaltaban en todos los rincones y el ambiente era agradable.

Fuí a la caja donde tomaban los pedidos, me atendió muy amablemente una chica, pedí comida para llevar y regresé a mi apartamento.

Deje la comida sobre la mesa, no quería que se enfríara, pero decidí tomar un baño de agua tibia primero, para relajarme y olvidar el penoso momento que había pasado, aunque a decir verdad, ya era costumbre, pero había imaginado que mi vida sería diferente en otra ciudad.

Me vestí con ropa de estar en casa, me senté en el pequeño comedor y me dispuse a comer. Estaba deliciosa la comida, la primera cosa buena que me había pasado en el día.