Otra vez él

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Primer día de universidad.

Sonó mi alarma, abrí mis ojos y en un dos por tres ya estaba sentada en la cama, pues si, no les miento cuando digo que me encanta estudiar, por esa razón es que soy tan rara y diferente a las chicas de mi edad.

Pongo música, me meto a la bañera, agua tibia para relajarme, tengo dos horas para alistarme y llegar a la universidad.

Me visto, cepillo mis dientes, peino mi cabello en una alta coleta, pongo algo de polvo en mi cara, lápiz negro en mis ojos y un brillo transparente en mis labios, no voy a impresionar a nadie, por lo que voy sencilla pero cómoda y segura.

Salgo del elevador, y me dirijo a la calle, aún es temprano y veo gente que se dirige tal vez a sus trabajos, otros a la escuela y tal vez otros a citas médicas, me pega el aire frío en mis mejillas, aún las luces de las lámparas en medio de la calle estan encendidas, me gusta ser puntual y responsable.

Busco un taxi con la mirada pero no encuentro ninguno desocupado, parece que la ciudad entera se pone en marcha a esta hora.

Veo uno a unos cuantos metros y corriendo voy hacia él.
Para mi fortuna estaba desocupado, subo al taxi y le doy la dirección.

Mientras voy en el taxi, por las ventanas voy viendo toda la ciudad, aunque en realidad llevo la mirada perdida, pensando e imaginando como será todo.

─Hemos llegado, señorita─me dice el taxista, sacándome de mi ensimismamiento.

─Si, muchas gracias─y le paso el dinero.

Bajo del taxi y lo que ven mis ojos es algo extraordinario, un enorme edificio se levanta ante mis ojos, es hermoso, en la entrada tiene dos grandes fuentes de agua, esculpidas en piedra, más adelante se encuentras dos grandes pedestales de piedra las cuales sostienen el techo de la entrada.

Me encanta, valió la pena haber estudiado todos estos años, para poder llegar aquí.

No habían muchos estudiantes aún, lo sé, era muy temprano, pero me gusta siempre ser puntual.

Llegué a la recepción principal, donde supongo yo, debía reportarme, así que me dirigí  hacia allí.

Había una señora de mediana edad, vestida con una falda negra y una camisa blanca, en su bolsillo colgaba una plaquita con su nombre, Miss Stella.

─Buenos días señorita─me saludó.

─Buenos días Miss Stella. Verá soy nueva en esta universidad─ le dije con un poco de nervios.

─Si, no se preocupe- me guiñó un ojo.

─Estoy aquí por una beca, vengo de Estados Unidos, mi nombre es Anne Prince y estudiaré Medicina.

La señora asintió y escribió mis datos en un computador que estaba frente a sus ojos.

─Señorita Anne Prince , proveniente de Estados Unidos, América, ganadora de la beca de Estudios Superiores- repitió mis datos.

Asentí con la cabeza.

─Tome, pasillo 25, Facultad de Medicina, salón #30.- Dijo entegándome un recibo donde decía mis datos y el exonerado de la matrícula y mensualidad y y un mapa de la universidad, en el que incluían la cafetería, los baños, biblioteca, laboratorios, áreas de esparcimiento y áreas seguras en caso de emergencias.

Le dí las gracias y me fuí buscando mi respectivo salón, iba viendo el mapa para orientarme y conocer cada rincón, que no me dí cuenta y choqué con alguien cayendo de rodillas al piso.

Lo primero que pensé fue que me había levantado con el pie izquierdo, pero cuando alcé mi mirada, lo que ví fue aún peor.

El mismo chico con el que había chocado en la calle el día que iba al supermercado estaba frente a mí. ¿Enserio? No podía ser peor.

Él solo me miraba y con una risa triunfante que se asomaba en sus labios.

─Otra vez tú, fea.

No le hice caso y empecé a recoger los papeles que se habían caído.

─Chica cuatro ojos, te estoy hablando.

Otro insulto y yo seguía en el psio recogiendo mis documentos.

Me levanté y le lancé una mirada de odio.
Volvió a hablarme.

─Parece que es costumbre tuya no mirar por donde caminas, aunque vuelvo y repito si tienes cuatro ojos es más fácil ver.

Me alejé cuanto pude, ya había memorizado donde quedaba el baño, por lo que corrí hacia allí y me encerré.

Me había lastimado y yo lo sabía, aunque me hiciera la fuerte, había dado en el punto donde me dolía.

Nunca un chico tan guapo me había insultado así y es que aunque me dolía y sentía que lo odiaba tambien sentía un sentimiento extraño cuando él estaba cerca y me miraba. Era como una conexión con su mirada y nervios pero no como los que sentía cuando había gente a mi alrededor, no, con él era especial, era diferente.

Traté de apartar esos pensamientos de mi cabeza, no podía sentir por él algo mas que enojo y rencor, él había insultado mis ojos por usar gafas, como iba a sentir una conexión con su mirada si solo se había burlado y para terminar me había dicho fea.

Me limpié las lágrimas que caían de mis ojos y sequé mis mejillas, retoqué mi sencillo maquillaje coloqué mis gafas con orgullo y volví a salir de baño.

Busqué mi salón, esperando no encontrarme aquel chico, ya casi era la hora de entrada.

Despúes de buscar por varios pasillos encontré mi salón, solo había llegado una chica y estaba sentada esperando que llegara la profesora.

─Hola, buenos días─Me dijo cuando me vio llegar.

─Hola, buen día─le contesté, no me gustaba ser descortés, mis padres me habían enseñado altos valores.

Pasé a buscar puesto, habían varias sillas, no decidía en cual sentarme, pues si me sentaba al frente se burlarían de mí, estaría expuesta a la vista de todos y por el otro lado si me sentaba en la parte de atrás no tenía buena visión y no escucharía las lecciones.
Por lo que decidí sentarme a la mitad de la fila.

Sonó el timbre de entrada, sabía que llegarían mis compañeros, así que guardé mi cara entre mis brazos en la silla.

Escuchaba voces que se iban acercando cada vez más. Hasta que escuché las sillas moverse cerca de mí. Una voz de chico que hablaba con otro me sobresaltó, no, no podía ser él.

Un tropiezo de amor 》Libro #1 Bilogía Amor en París《Donde viven las historias. Descúbrelo ahora