20.000Q por anticipado
Lauren se despertó tumbada en su cama, sola. Las sábanas violeta oscuro de su cama cubrían sus piernas desnudas. Una jaqueca terrible hacía que quisiera que le explotara la cabeza. Miró por el borde de la cama y vio la ropa que llevaba puesta la noche anterior tirada en el suelo. No era la primera vez que se despertaba sola y desnuda con resaca en su cama, de modo que sabía qué debía hacer en tal situación. Se incorporó, aun a pesar de las náuseas y del dolor de cabeza y se dirigió al cuarto de baño. Llenó el lavabo de agua fría y metió la cabeza dentro. Cerró los ojos y contuvo la respiración durante unos instantes. El agua fría se le metía por los oídos y le mojaba el pelo que había entrado en el lavabo. Sacó la cabeza y se secó la cara. El agua fría aliviaba sorprendentemente el dolor de cabeza de la resaca. Acto seguido, puso algo de agua en la bañera y se tumbó dentro.
Lauren estuvo alrededor de tres cuartos de hora dentro de la bañera. Después salió y se puso ropa cómoda. No se arregló demasiado: sólo se puso una camiseta negra, unos pantalones negros y unas sandalias blancas. Poco a poco se le pasaba el dolor de cabeza de la resaca. Se puso enfrente del lavabo y se enjuagó la boca con agua fría varias veces. No era cuestión de que la boca le supiera a alcohol durante todo el día. No recordaba nada acerca de la noche anterior. No recordaba siquiera por qué se había despertado desnuda en su cama. Se sentó en una mesa y se bebió otro vaso de agua fría que se tragó lentamente, como solía hacer con el vino. Se puso una bolsa de hielo sobre la cabeza y volvió al cuarto de baño. Seguía teniendo náuseas y seguía algo mareada.
Tras un rato con la bolsa de hielo sobre la cabeza, Lauren más o menos podía pensar con claridad a pesar de los últimos reductos de la resaca. Activó el sistema de comunicación que empleaba a base de hologramas y llamó a William. Era la última persona a la que recordaba haber visto y quizás él supiera qué había sucedido la noche anterior. O quizás no. Había estado también bebiendo junto a ella y quizás había acabado tan borracho como ella.
– Buenos días, Lauren. – la saludó, sin el menor indicio de tener resaca.
– ¿Cómo es que pareces tan feliz? ¿No tienes resaca?
– No. Yo sólo bebí dos o tres copas anoche. La que bebió de verdad eres tú.
– ¿La que bebió de verdad? ¿Qué quieres decir con eso? ¿Cuánto bebí anoche?
– Como tres botellas y media de vino blanco. Si no recuerdo mal, unas 14 copas. Y no sufriste un coma etílico. La verdad es que aguantas bien el alcohol.
– Joder. Otra pregunta. ¿Sabes algo acerca de cómo acabé tumbada desnuda en mi cama?
– Ah, sí. Fui yo quien te dejó ahí. Después de que hicieras unas cuantas cosas un tanto extrañas.
– ¿A qué te refieres con eso?
– Bueno, después de emborracharte me preguntaste acerca de si la tengo grande o no. Después te desnudaste delante de mí y te me subiste encima. Intentaste quitarme la ropa para vérmela. Impresionante para llevar como 1,8 de alcohol en sangre.
– ¿Y luego qué?
– Te llevé desnuda a tu habitación, te dejé encima de la cama y me marché.
Lauren suspiró sordamente.
– ¿Podríamos olvidar esto? Tiendo a hacer ese tipo de locuras cuando bebo.
– No te preocupes, todos hacemos locuras cuando bebemos. Pero tengo que reconocer que aunque estabas borracha como una cuba podías andar perfectamente e intentaste acostarte conmigo. Poca gente que hubiera bebido tanto como tú anoche podría haberlo hecho.
– Ya. Dejando ese tema a un lado, en un principio anoche nos reunimos para hablar acerca de mi encargo de una máquina del tiempo.
– En efecto.
– Necesito saber para cuándo podrías tenerla preparada.
– Todavía tenemos que ocuparnos de los diseños, hay que ir paso a paso. Es un proyecto complejo, necesitaremos tiempo, pero por ahora no puedo darte ninguna fecha exacta. Pero no hemos hablado del precio.
– ¿Cuánto?
– 20.000Q por anticipado, más 30.000Q cuando esté terminado.
– ¿Por qué 20.000Q por anticipado?
– Necesitamos dinero para pagar el material. Las 20.000Q son para pagar las piezas, y las 30.000Q son para pagar la mano de obra, es decir, el dinero que sería para la empresa.
– De modo que 50.000Q.
– Efectivamente.
– De acuerdo, os pagaré 50.000Q. Pero ahora tengo otro encargo para vosotros.
– ¿El qué?
– Necesito un carnet de identidad falso del año 2.157, es decir, el año de la 57a tormenta. También necesito dinero de la época. Si voy a pasar allí varios días necesitaré algo para mantenerme.
– ¿En qué moneda necesitarías el dinero?
– En dólares estadounidenses. Tengo entendido que la Guerra de las 57 Tormentas fue un conflicto en que se enfrentaron Estados Unidos y Rusia. Y pensar que en la actualidad no son más que distritos numerados. Dado que hablo inglés pero no hablo ruso, lo mejor será que mi investigación tenga lugar en Estados Unidos.
– ¿En qué ciudad de Estados Unidos?
– En Nueva York, el actual distrito 24.585. Habría preferido en Londres, ciudad que en su momento se asentó en las tierras en que está situado este distrito, el número 25.530, pero dado que voy a investigar, lo mejor es acercarme todo lo que pueda al quid de la cuestión. Esta cuestión tuvo como protagonistas a Estados Unidos y a Rusia, de modo que lo más obvio es viajar a esos lugares en busca de información útil.
– ¿Y a qué momento piensas viajar exactamente?
– Al 24 de febrero de 2.157 a las nueve de la noche. La noche de la 50a tormenta.
– De acuerdo. Lauren, ten en cuenta que nosotros nos encargaremos del proyecto y trataremos de hacerlo lo más seguro posible, pero cuando te vayas, ¿de quién irás acompañada?
– De nadie. Iré sola.
– ¿Irás sola? ¿No crees que es demasiado peligroso?
– Me da igual si es peligroso o no. Yo vivo rodeada del miedo a la muerte. En cualquier momento un terremoto de magnitud exageradamente alta podría dañar los cimientos del distrito, destruirlo y exponer a las personas al aire venenoso del exterior, del cual es letal la simple inhalación. Nadie teme menos a la muerte ni al peligro que yo.
– Estás decidida.
– Estoy harta de ver a la gente lamentarse de su misma existencia mientras no hacen nada por intentar remediarlo. No sé si podré remediar esta situación, pero lo que sí sé es que no podremos derrotar al enemigo si no conocemos antes el origen de su poder. No es un capricho el viajar al pasado, a antes de la Guerra de las 57 Tormentas. Es algo que me exigen la mente y el cuerpo. Algo que necesito. Y estoy dispuesta a romper mi visión de la pantalla del tiempo con tal de conseguirlo.
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8 St-NYU
Science FictionEn el año 2.532, 400 años después de la violenta Guerra de las 57 Tormentas, la Tierra se ha convertido en un páramo contaminado donde el aire es tóxico y los últimos reductos de la raza humana viven en cápsulas respirando aire en conserva. Lauren...