Capítulo 57 - Lauren y Michael

15 4 0
                                    

Rompiéndose contra el suelo

Lauren miró la carta leyendo todos y cada uno de los platos que figuraban. No se decidió por ninguno; cerró la carta y se levantó de la mesa. Se dirigió a la barra, donde la atendió una camarera de unos 19 años.

– ¿Qué va a tomar? – preguntó ella.

– Llevo varios días haciendo un trabajo bastante complicado y necesito despejar un poco la cabeza. Por ahora una cerveza. No tengo ninguna preferencia por la marca.

La camarera miró a Lauren de reojo.

– Parece usted muy joven. ¿Puede tomar alcohol?

Lauren se metió la mano en el bolsillo y sacó el carnet falso donde figuraba que en aquella época tenía 18 años.

– Está bien.

La camarera se alejó unos momentos y volvió con una botella de un tercio de litro de cerveza. La dejó delante de Lauren y se marchó. Lauren miró la botella de reojo.

– ¿Debería o no beber? Tal vez sea lo que necesite. He estado con la mente ocupada demasiado tiempo. Incluso siendo yo estoy saturada.

Lauren dio un trago largo a la cerveza y se lo tragó lentamente. Se dio la vuelta y vio a Michael cerca de la puerta del bar. Él se acercó a la barra.

– Creía que no querías beber. – comentó él.

– Y no quiero. Pero necesito vaciar la cabeza. Llevo bastante tiempo sin estar borracha.

– ¿Y crees que esta es una buena noche para emborracharte?

– Nunca es una buena noche para emborracharme. El alcohol daña las neuronas y el hígado.

Lauren dio otro trago a la cerveza.

– Entonces, ¿por qué bebes?

– Porque ayuda a despejar la mente. Por eso la gente consume drogas. El alcohol no deja de ser una droga.

– ¿Estás llamándote drogadicta?

– No. Estoy llamándome persona. ¿Has venido por alguna razón en especial?

– He venido a buscarte.

– ¿A buscarme? ¡Qué detalle! ¿Es por algo en especial?

– Creo que ya sabes de qué va esto.

– Obviamente lo sé. Sólo he bebido dos tragos de cerveza. Por ahora.

– ¿Por ahora? ¿Cuánto piensas beber?

– Depende de la velocidad a la que beba. Cuanto más hable, menos beberé y más tardaré en emborracharme.

Lauren dio otro trago a la cerveza.

– ¿Por qué quieres emborracharte?

– Michael, esta es la noche de un día duro. Esta lluvia que comenzará a precipitarse sobre nosotros es un número de una fatídica cuenta atrás que nadie es capaz de detener.

– ¡Tú la puedes detener!

– ¿De qué estás hablando?

– Lauren, eres una mente omnipresente absoluta. ¿Por qué no vas a Hickey y a Maksímov y los conviertes en hielo macizo?

– No se debe jugar con la Historia a la ligera. He matado ya a una persona dos veces. ¿Piensas que es sencillo? ¿Piensas que si yo ahora matase a Hickey y a Maksímov sencillamente desaparecería la línea temporal referente a la Guerra de las 57 Tormentas? Si yo matase a esos dos cabrones, impediría que se produjera la Guerra de las 57 Tormentas, de modo que la razón por la que yo vine a ahora desaparecería, el aire tóxico de mi mundo desaparecería, mis padres nunca habrían muerto asfixiados, no sería huérfana, no sería una mente omnipresente absoluta, no habría conocido nunca a Murphy, e incluso es posible que nunca me hubiera interesado por la Historia. No nos conoceríamos. No habríamos dormido desnudos en la misma cama. Desconocería la pantalla del tiempo... Estaría disgregando la línea del tiempo, y eso no es algo que yo deba hacer a la ligera. Ya abrí un portal a la pantalla del tiempo en la estación de 8 St-NYU y por poco destruyo el Universo entero. Imagínate si me pusiera a crear realidades paralelas a la ligera. ¿Te parece algo sencillo?

8 St-NYUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora