Como tú o como yo
– ¿O es que piensas de forma distinta? – preguntó Mia.
– No, es sólo que me parece una forma de pensar interesante. Poca gente es capaz de aplicársela.
– ¿Has pensado en aplicártela tú mismo? Eres el único que puede decidir si eres un genio o si no lo eres.
– No sabría decir.
– Bueno, para tu beneficio, no te puedo obligar a darme ahora mismo una respuesta definitiva. Piénsalo. Pero ahora volvamos al apartamento, estoy cansada y las ráfagas de viento ya están amainando.
Michael y Mia salieron de aquel local y tomaron el metro hasta la Séptima Avenida. Entraron en el apartamento y cada uno se fue a su habitación, sin decir palabra. Como si evitaran hablar entre ellos. Así transcurrió la mayor parte de la mañana. Mientras tanto, los cielos iban despejándose paulatinamente y la gente de Nueva York podía ver el Sol brillando sobre la ciudad. El viento iba aminorando su velocidad y las temperaturas volvieron a superar los 0º Celsius. Todo en el apartamento de Michael parecía en calma. Hasta que llegaron las 12 del mediodía y Mia se despertó de dormir las horas que no había dormido la noche anterior entre acostarse tarde y levantarse temprano. Fue al salón, donde Michael miraba la televisión sin aparentemente prestar demasiada atención a los programas. Únicamente cambiaba de canal en busca de algo interesante para ver, aun sin esperanza de tener éxito.
– Hola – lo saludó Mia.
– He estado pensando en lo que has dicho antes. Sobre lo de que sólo yo puedo decidir si soy un genio o si no lo soy.
– ¿Y qué opinas? ¿Estás de acuerdo?
– No es una cuestión sencilla. No es algo en lo que suela pensar, pero que irónicamente da mucho que pensar.
– La vida está repleta de ironías. Aspectos en los que nunca has pensado terminan por ser los aspectos que acaban robándote el sueño. Cosas que piensas que nunca has necesitado terminan por convertirse en lo que más necesitas del mundo. Y haces lo que haga falta con tal de conseguirlos. La vida es lo que pasa cuando miras el mundo con ironía. Disfruta del placer de la ironía. Nadie puede arrebatártelo. ¿No estás de acuerdo?
Michael suspiró sordamente.
– Igual estaría de acuerdo si supiera que necesito algo. Querer no es lo mismo que necesitar.
– No hablo de una necesidad vital. Hablo de necesidad psicológica. Tú y yo somos personas inteligentes. Sabemos lo que necesitamos para sentirnos liberados. Así que, ¿por qué no me dices lo que necesitas?
– Porque no estoy seguro de necesitar lo que quiero.
– Sí que lo necesitas. Si no lo necesitaras, podrías continuar con tu vida habitual de siempre, sin pasar nunca por ningún momento de duda. ¿Qué es lo que necesitas?
Michael se calló durante unos momentos.
– No... no sabría decir. No es una pregunta fácil.
– En ocasiones, sabemos lo que necesitamos pero nos obligamos a creer que no lo necesitamos. Entonces nunca somos capaces de satisfacer la necesidad porque nunca somos capaces de exteriorizarla. Cuando se reprime una necesidad, para satisfacerla es necesario que otra persona te ayude. Como hicimos anoche. Hasta que yo no conseguí sonsacarte que lo que querías era salir de juerga y echar un polvo tú no me lo dijiste en ningún momento. De modo que te lo vuelvo a preguntar. ¿Por qué no me dices lo que necesitas?
– ¿Cómo te las sabes todas?
– Una vez salí con un psicólogo. Yo le enseñaba Microbiología y él me enseñaba Psicología.
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8 St-NYU
Science FictionEn el año 2.532, 400 años después de la violenta Guerra de las 57 Tormentas, la Tierra se ha convertido en un páramo contaminado donde el aire es tóxico y los últimos reductos de la raza humana viven en cápsulas respirando aire en conserva. Lauren...