Mi mente y mi piel
Mia salió de la habitación de Isabella. Bajó con el ascensor hasta la última planta y salió del edificio. La tenue aunque agradable luz solar continuaba bañando Manhattan y subía ligeramente la temperatura media del ambiente. Mia echó un vistazo al escenario que se extendía ante sus ojos. La calle estaba relativamente vacía para ser el centro de Nueva York, aun siendo un sábado por la mañana.
– Esta ciudad me hace pensar en muchas cosas. Me hace recordar esa etapa de mi vida en que no me importaba ver suspensos en mis exámenes, y en que estuve embarazada dos veces y aborté las dos sin abrir la boca. Luego me acuerdo de que esa no ya soy yo. Ahora soy microbióloga, cineasta de talla mundial y crítica de cine. ¿Qué me pudo suceder para que, prácticamente de un día para otro, dijera: "Esto no es lo que quiero. He de cambiar de vida y volver a empezar"? A veces ni siquiera yo me entiendo. Y quien me vea debe pensar que no estoy bien de la cabeza. Una mujer de 21 años con el pelo tintado de púrpura hablando sola en el cruce de la Octava Avenida con la Avenida de Nueva York, al lado de la estación de 8 St-NYU. Tal vez debería meterme por ese andén, volver a la Séptima Avenida y volver al apartamento de Michael. Pero estoy harta de huir. ¿De verdad soy tan patética que vuelvo a verme obligada a escapar a un lugar esperando que otros me presten su ayuda? A veces me irrito a mí misma. Hace un rato estaba pensando en volver a Sydney y dejar que me metan en la cárcel otra vez, ¿es que ahora me da miedo?
Mia comenzó a caminar en dirección a 8 St-NYU. Sacó los mismos auriculares que llevaba la noche anterior y los conectó a su teléfono móvil. Puso la radio y escuchó los rutinarios noticiarios matutinos.
"Tras la última incautación por parte del FBI de un cargamento de 250 kilogramos de heroína en la frontera de Nuevo México, se ha descubierto una plantación obviamente ilegal de cocaína en las afueras de San Antonio, Texas. Las últimas investigaciones parecen apuntar que esta plantación y el cargamento de heroína pertenecerían a la misma banda de narcotraficantes. Su origen aún es desconocido por la Policía."
"Según ha comunicado la Brigada Criminal, en un piso del centro de Denver han sido hallados los cadáveres de una mujer de unos 45 años de edad y de un menor que rondaría los 12. Ambos parecen haber muerto por asfixia por la expresión que muestran sus rostros, pero no se ha encontrado en el piso ninguna prueba más que respalde esta hipótesis. La mujer se había divorciado hace tres años, y no había ninguna denuncia por violencia de género."
"El presidente Hickey ha lanzado un último aviso al gobierno de Vasili Maksímov advirtiendo que, en caso de ser necesario, no tendrá reparos en iniciar un conflicto bélico si no se concierta un acuerdo con relación al asunto de los recortes económicos que ha sido necesario aplicar en el ámbito del armamento nuclear. A este polémico comentario ha respondido rápidamente la Organización de las Naciones Unidas, advirtiendo al gobierno estadounidense de que, en caso de que inicie una confrontación violenta con el gobierno ruso, se verá obligada a recurrir a los cascos azules con tal de frenar el conflicto."
Mia apagó la radio y desconectó los auriculares.
– Las noticias son tan agradables como siempre. Narcotraficantes, violencia de género, la Nueva Guerra Fría... Louis Armstrong tenía razón al cantar "What a wonderful world".
Mia entró en el andén de 8 St-NYU. Se sentó en uno de los asientos y miró a su alrededor. La estación estaba prácticamente vacía, y las pocas personas únicamente estarían esperando a que pasase un tren que se dirigiera al Upper East Side, con tal de volver a sus casas tras un turno de noche, o tal vez de ir a Central Park a dar un paseo matutino.
– Tengo que salir de ahora. No me importa volver a huir. Pero veo a estas personas, que no tienen la oportunidad de escapar que tengo yo. Perecerán en la Guerra de las 57 Tormentas. ¿Qué sentido tiene quedarme a esperar mi muerte? Las Bombas 09 funcionan con una combinación de elementos radiactivos tan peligrosos que destrozarían cualquier refugio antinuclear. Estoy cerrándome los ojos a una realidad innegable. Si nada de esto fuera cierto. Si la Guerra de las 57 Tormentas no fuera a producirse, ¿qué hace Lauren aquí? No tiene sentido desconfiar de algo que es obvio. No se trata de una broma. Puede realmente convertir las cosas en hielo. Realmente el frío no es nada para ella. Los transeúntes temporales, las mentes omnipresentes, la pantalla del tiempo... No tiene sentido preguntarse si es real o no. Murphy dijo que debíamos creer en lo que nos había dicho por la arena. Ahora es por el hielo. Toda esta historia es tan loca que tiene que ser real. Así lo demanda la locura del Universo.
Unos instantes después, un tren con dirección al Upper East Side se detuvo en el andén. Mia frunció el ceño.
– Huiré otra vez. ¿Huir hacia la libertad es realmente ser libre? ¿O terminaré rompiéndome por la mitad de tanto huir?
Mia apretó los labios.
– No importa. Este mundo no importa, esta ciudad no importa, esta época no importa. Sólo importo yo. El resto es aire muerto.
Mia se levantó del asiento y corrió hacia el tren. Entró momentos antes de que se cerraran las puertas y tomó asiento. El vagón iba prácticamente vacío, como era de esperar.
– Ahora no es momento de doblegarse. Por mí todo este mundo puede irse a la mierda. Que permanezcan en silencio si quieren. Pero yo alzaré la voz. Purificaré mi mente y mi piel y entonces admitiré que estaba equivocada.
Mia sacó los auriculares que llevaba antes y los conectó al teléfono. Puso la radio, mientras la emisora que estaba escuchando antes retransmitía una redifusión de los noticiarios. Las mismas noticias, más algunas que aún no había escuchado. Las noticias deportivas nunca habían sido de su interés, pero las escuchó aquella vez con tal de no oír únicamente el ruido del tren moviéndose por las vías. Tras escuchar algunas, la emisora dejó de emitir y se hizo un silencio sepulcral. Casi siniestro. Mia miraba a su alrededor y nadie se movía a penas. Parecían no respirar siquiera. El paisaje que se veía por la ventana era tan monótono que parecía que el tren no se moviese. Como si estuviera atado al suelo; intenta moverse pero no se mueve.
– Este mundo está muerto. Silencio... sólo silencio. Murphy tiene razón. El silencio tiene más que contar que el sonido. El silencio te hace descubrir cosas que nadie puede decir. El vacío del silencio está lleno de cosas que el sonido es incapaz de transmitir. Este silencio dice que nadie tiene una voz que alzar. Que la gente está atrapada en su silenciosa y cobarde sumisión.
Mia contó las ocho paradas que separaban 8 St-NYU de la estación en que debía bajarse. Después volvió a mirar por la ventana, aun sin sentir movimiento alguno en el paisaje.
– Este mundo no podrá detenerme. No sé si conseguiré salir de ahora. No sé ni siquiera si volveré a ver a Lauren. Pero yo no me doblegaré. Ahora que tengo una oportunidad, ¿voy a dejarla escapar? Esa no es la Mia que decidió dejar este sitio para mudarse a Australia. Dejé esta ciudad de mierda porque no quería morir aquí. Y no moriré en esta ciudad de mierda.
El resto del viaje transcurrió relativamente rápido para Mia. Cuando llegó a la octava estación, bajó del tren. El andén estaba prácticamente vacío; únicamente había una chica joven pelirroja en un asiento. Mia no le prestó apenas atención. Salió del andén y caminó por la Séptima Avenida hasta llegar al número 368. Entró en el edificio y subió hasta el décimo piso.
– Tengo que dejar esta época. Sé que es lo que necesito para sentirme liberada. Lo sé mejor que nadie. Sé todo mejor que nadie.
Mia abrió la puerta y entró en el apartamento. Michael, que estaba tumbado en el sofá, la escuchó abriendo la puerta y entrando en el apartamento.
– No esperaba que vinieras hasta más tarde. – comentó Michael.
– Eso ahora no importa. Lo que realmente importa ahora es el hecho de que debemos huir de esta época. Sea como sea y lo antes posible.
– Creía que no estabas segura de querer marcharte.
– Y yo también. Pero tengo una historia que contarte.

ESTÁS LEYENDO
8 St-NYU
Science FictionEn el año 2.532, 400 años después de la violenta Guerra de las 57 Tormentas, la Tierra se ha convertido en un páramo contaminado donde el aire es tóxico y los últimos reductos de la raza humana viven en cápsulas respirando aire en conserva. Lauren...