Capítulo 47 - Mia

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En mi vida anterior

Mia salió del bar intentando que Lauren no la viera. Volvió la vista hacia el cielo; empezaba a nublarse y a dejar el negro por el amarillo oscuro y grisáceo de las nubes nocturnas.

– No tardará en empezar a llover. – pensó Mia. – Con esta ya será la 52a tormenta. ¿Cinco tormentas son muchas o son pocas?

Mia volvió a mirar a la calle. Había poca gente circulando por ella a pesar de ser un viernes por la noche en pleno centro de Manhattan. El poco tráfico que había para ser la Séptima Avenida apenas hacía ruido. Casi ni se notaba. Poca gente, pocos coches por las calzadas... Más que Nueva York un viernes parecía un pueblo de menos de mil habitantes un martes.

– Casi que no importa. No estoy del todo satisfecha con esta situación, pero la verdad es que podría ser peor. No está bien, pero está aceptable. Pero yo siempre he sido de perseguir la perfección. Si no persiguiese la perfección, ya no sería la nueva Mia. Sería la Mia adolescente despreocupada de Estados Unidos.

Mia suspiró sordamente.

– Y temo volver a serlo. No he sido capaz de controlar por mí misma esta situación. He tenido que recurrir a otra persona, que vive en el lugar al que juré que nunca volvería. Necesito volver a ser la Mia de Australia. Aunque sólo sea por una noche. No hace falta que vuelva a Sydney. Sólo necesitaría volver a ver a las personas a las que veía allí. Volver a hacer las cosas que hacía. Recuperar mi vida que dejé que me arrebataran estúpidamente.

Mia comenzó a caminar alejándose de Tremblay's. A medida que pasaba el tiempo, el cielo se iba nublando y la temperatura iba descendiendo rápidamente, pero Mia no prestó atención. Sacó unos auriculares, los conectó al móvil y se puso la radio. Ninguna emisora en concreto, sólo escuchaba unas pocas frases de cada programa. Así transcurrió la primera media hora de Mia sin tener nada que hacer aquella noche. Tras andar durante un rato, alzó la vista y vio una parada de metro al otro lado de la calle. Cruzó y entró en el andén. Aún quedaban unos pocos trenes aquella noche. Mia echó un vistazo rápido a la estación; sólo vio a una chica más o menos de su edad. Llevaba un abrigo de plumas con apariencia de buena calidad, unas botas de piel y tacón alto negras y unos pantalones largos vaqueros. No miraba a nada en concreto, sencillamente estaba sentada en el andén, probablemente a la espera del tren que la dejase cerca de su casa después de una cena en el centro de la ciudad.

– Yo conozco a esa chica. Estoy segura de haberla visto en alguna parte.

Mia se acercó a la chica de la estación. A medida que se aproximaba a ella estaba más convencida de conocerla. Se sentó a su lado disimuladamente, y la observó de reojo.

– ¿Mia? – preguntó la chica.

– Sí... Tú y yo nos conocemos, estoy segura.

– Tal vez me conozcas por ser tu antigua compañera de piso. ¿O no? ¿O tal vez me esté equivocando? ¿Es posible que ahora seas otra persona? ¿Es posible que ahora te llames Jennifer? ¿O quizás sigas siendo la misma de antes y conozcas a la chica que te está hablando?

– No hace falta que sigas. Sé que eres Isabella, mi antigua compañera de piso. Pero también esperaba que te alegraras más de verme.

– Tú tampoco te has entusiasmado con encontrarme aquí. Tal vez no sea un lugar agradable.

– ¿Qué tiene de malo una estación de metro?

– Mia, no seas falsa. Ambas sabemos cuánto odias este país. Preferirías verme en mitad del Desierto de Kalahari que aquí con tal de no estar en Estados Unidos.

8 St-NYUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora