Capítulo 23 - Lauren

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Subdivisiones temporales

Lauren volvió a la cápsula poco después de terminar de comer. Las vacaciones de final de curso comenzaban a partir de aquel momento y no era cuestión de que el tiempo se desperdiciase. Era mejor volver pronto y descansar para estar despierta por la noche para la reunión que había concertado con William. Pero consideraba mejor no beber esta vez. No tenía intención de volver a emborracharse y tratar de quitarle la ropa. Aunque él mismo decía que no le importase, que cuando la gente se emborracha hace locuras. Lauren se dirigió a su habitación, se quitó la ropa y se tumbó sobre la cama. No sabía qué pensar acerca de aquel día. En un mundo monótono los días se sucedían de forma monótona. Ni frío ni calor. Ni Sol ni lluvia. Sencillamente no había nada. Lauren no podía evitar odiar aquel mundo, aunque sabía aceptar que aquella realidad era la realidad a la que ella pertenecía. No era cuestión de viajar en el tiempo y no volver nunca únicamente por el placer de vivir en otra época. Aunque en ocasiones tenía ganas de hacerlo. De vivir en una realidad donde pudiera ser lo que ella quisiera. Después recordaba que sería imposible vivir en otra época al no existir la más mínima información acerca de su persona. Y aunque no quisiera admitirlo, en cierto modo le gustaba vivir en el distrito.

– Al final no hay otra manera de sobrevivir. Es mejor esto que nada. Pero aun así quiero saber qué hubo antes de esta era de la humanidad. Sólo por curiosidad. ¿Cómo eran los contemporáneos de la Guerra de las 57 Tormentas?

El resto del día transcurrió sin nada a destacar. Las calles del distrito únicamente albergaban gente que se dirigía a sus puestos de trabajo, que regresaba tras una jornada de mañana o que iba a algún bar a tomar una comida rápida antes de empezar su jornada de tarde. El Sol siguió enviado su tenue brillo a la Tierra moribunda durante varias horas hasta que terminó por desaparecer por el oeste, dando lugar a cinco lunas que dominarían la noche que se acercaba. Lauren se puso ropa elegante para su reunión con William. Aunque tuvieran una relación de confianza mutua, aquella no dejaba de ser una reunión entre empresario y clienta. Una empresa un tanto extraña. A pesar de que los viajes en el tiempo se habían clasificado tiempo atrás de reales, muy pocos ingenieros se habían planteado en serio la idea de moverse a través de la cuarta dimensión del Universo. Lauren se miró al espejo y se arregló un poco el pelo. Se puso el mismo conjunto que se había puesto el día anterior para reunirse con el gobierno del distrito. Se lavó la cara y se pintó algo los labios. Parecía que fuera a ir a un evento importante que requería de una vestimenta lo más elegante y formal posible. No cenó nada; no tenía hambre. Casi nunca tenía hambre y por tanto casi nunca comía. Generalmente, consumía alrededor de 1.500 calorías diarias, unas 500 por debajo de la cantidad recomendada. A pesar de ello, no solía mostrarse cansada ni desnutrida. Había quien la envidiaba por aquello.

Lauren escuchó el sonido del timbre y bajó a abrir la puerta a William. A pesar de que no tenía confirmación de que fuese él, era lo más probable.

– Buenas noches. – la saludó él.

– Buenas noches. ¿De modo que ya tienes el primer diseño?

– Sí. Pero hay que decir que no es un proyecto sencillo. Por favor, comprende que debas mostrarte abierta ante las posibilidades que te ofrezcamos, que no serán demasiadas.

– Estoy abierta a todo.

– Está bien.

Ambos se dirigieron al salón principal y tomaron asiento.

– Lauren, lo primero que debes comprender de cómo funcionaría la máquina del tiempo es que se basaría en moverte entre realidades situadas en distintos puntos del tiempo.

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