Estamos desapareciendo
Lauren miró a William con los ojos abiertos de par en par.
– ¿Qué has dicho? – preguntó ella.
– Simplemente eso. Que yo te quiero.
Ella se calló durante unos momentos.
– No lo dirás en serio. Tengo 17 años y tú, 30.
– ¿Qué pasaría si fuera en serio? Te has acostado con mayores de edad.
– Echar un polvo no es lo mismo que una relación seria. Lo primero lo puedes mantener en secreto, pero lo segundo es algo de lo que alguien termina enterándose al cabo de un tiempo. Te lo repito. ¿Va o no en serio?
– Lo digo completamente en serio.
– Entonces estás loco. Es mejor que te vayas. Necesito pensar en todo esto.
– Pero...
– Por favor, márchate. Al menos por esta noche.
William no añadió ninguna otra palabra y se marchó de la cápsula dejando a Lauren sola en el salón. Ella se levantó y se fue a su habitación. Las cinco lunas de aquella noche se mantenían en el cielo verdoso, impasibles, inexpresivas. Sin mostrar cambios aparentes, como si alguien las hubiera colgado en un escenario. Las calles del distrito estaban vacías excepto por algunos grupos de estudiantes que salían por la noche aprovechando las vacaciones de final de curso. Se quitó la ropa y se tumbó en la cama.
– No sé qué está sucediendo, pero sin duda está sucediendo algo. O el mundo se está volviendo loco o yo me estoy volviendo loca. Pero no ambas cosas. Si fueran ambas cosas, no sería capaz de ver que algo extraño está sucediendo. La ecuación de Schrödinger ya decía que una partícula puede conocer su posición o su velocidad de movimiento, pero no ambas cosas. Son hechos incompatibles. Cuando la convergencia de toda la locura se pone de manifiesto, esto es lo que le pasa al mundo. Como decía Oscar Wilde, hoy en día el hombre conoce el precio de todo y el valor de nada.
Lauren se levantó y salió de su habitación. Bajó hasta el laboratorio que había en el subsuelo de la cápsula y echó un vistazo a la vitrina donde guardaba infinidad de compuestos químicos. Tomó una matriz donde guardaba ácido sulfúrico.
– Tan sencillo como escribir la fórmula H2SO4 y tan mortífero como para desintegrar un cuerpo entero. Qué irónico. Como la pólvora. Tan sencilla de crear como mezclar un 75% de nitrato de potasio, un 15% de carbono y un 10% de azufre. Y tan peligrosa como para ser la antesala de la destrucción absoluta de la Tierra. Cuando nos dejamos llevar por la locura desaparecemos. Creemos que nos hemos recuperado de la Guerra de las 57 Tormentas, pero lo cierto es que estamos pagando por nuestra megalomanía y nuestra insaciable ansia de poder. Después los causantes de todo este conflicto son quienes más tardaron en morir. Como decía "Dead air", de CHVRCHES, "I will never believe what they say. There is a strength in enduring. They never speak for themselves. We are disappearing." En efecto, estamos despareciendo.
Frunció el ceño.
– Y encima estoy sola. Abrumada por toda la situación que me rodea y que crea mi día a día. El ser consciente de que todo el mundo desearía que no fuese la gobernante del distrito. "No hablábamos por nosotros mismos", dirán después. Cuando vean sus errores y acepten que no son perfectos. Pero pasará mucho tiempo hasta ese momento. Aunque quizás cambien. No es fácil, pero es posible. El camino es largo, pero me lo pueden poner fácil. Pero nadie impedirá que sus orgullosas cabezas se caigan del pedestal en que se han puesto por sí mismas. Debería felicitarles. Por fin han sabido hacer algo por sí mismos.
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8 St-NYU
Science FictionEn el año 2.532, 400 años después de la violenta Guerra de las 57 Tormentas, la Tierra se ha convertido en un páramo contaminado donde el aire es tóxico y los últimos reductos de la raza humana viven en cápsulas respirando aire en conserva. Lauren...