Capítulo 31 - Michael y Mia

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De su hermosa asesina

Los días transcurrían uno tras otro, prácticamente iguales. Las calles de Nueva York presentaban un aspecto que parecía invariable. El mismo tráfico, las mismas aceras vacías durante casi todo el día. El mismo frío en conjunción con la misma lluvia. Aquella noche del 24 de febrero de 2.157 se nublaba paulatinamente, a pesar de que la mayor parte del día se había mostrado despejado. Michael observaba la ciudad nocturna desde la ventana del apartamento. Desde las nueve horas que habían transcurrido desde el mediodía el tiempo no había cesado en su empeoramiento. Aunque en aquella época era lo habitual. Era la estación fría de cuatro meses, que después sería sustituida por la estación seca de ocho meses. A pesar de ello, aún había quien renegaba del cambio climático.

– ¿Vas a salir esta noche? – preguntó Mia.

– No creo. Estoy cansado y mañana tengo que ir a la universidad.

– No sabía que fueras de ese tipo de personas para las que tener que ir a la universidad al día siguiente representa un inconveniente para ir a cenar a un bar.

– Sé cómo es salir a cenar contigo. Generalmente termina de una forma bastante divertida, pero no es que se descanse precisamente.

– Es un precio a pagar. Nada en este Universo es gratis. Ni siquiera la vida es gratis. A cambio de vivir, el mundo se dedica a hacernos putadas.

– Ingenioso y desolador. Pero también es obviamente cierto.

– No podemos negar lo obvio, ¿no te parece?

– ¿Hasta dónde quieres llegar?

– A ninguna parte. Sólo estamos conversando. Una conversación entre intelectuales. De químico a cineasta y microbióloga.

– Sí, tú eres muchas cosas. ¿De dónde sacas en tiempo para hacer tantas cosas?

– De aquí y de allá. Aprendí a hacer varias cosas al mismo tiempo y eso es lo que generalmente hago.

– ¿Varias cosas a la vez? ¿Es posible compaginar todas las cosas que haces? Desde Leonardo Da Vinci no ha existido nadie que domine tantas disciplinas como tú. Y tan dispares. Ya me dirás qué relación existe entre ser microbióloga, pianista y trompetista y cineasta. Además, también podrías ser psicóloga y escritora.

– Soy escritora. Lo que pasa es que escribo historias que posteriormente se llevan a la gran pantalla y no al papel o a los iBooks.

– Es una forma de verlo.

– Todo son formas de ver el mundo. Cada punto de vista es diferente pero igual. Nadie debería ser despreciado ni considerado inferior sólo por tener un punto de vista distinto.

– Eso de los puntos de vista me ha recordado a lo que dijo la tal Murphy. La de la arena.

– No me he olvidado de ella. Ni tampoco de la mujer que viene hacia esta época. Tampoco de toda la mierda que hay metida en esta época. Como dice Sandor Clegane, dejé esta ciudad de mierda porque no quería morir aquí, y voy a morir en esta ciudad de mierda.

– Eso aún no lo sabemos. Existe la posibilidad, por remota que sea, de que esa mujer nos ayude a huir en el tiempo.

– Yo que tú no tendría demasiadas expectativas. Quizás luego te lleves una decepción.

– Mia, sé un poco más optimista. El optimismo es lo único que puede mantener en pie a la sociedad. Por eso la sociedad se derrumba a medida que el tiempo se precipita sobre ella.

8 St-NYUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora