Capítulo 37 - Lauren

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Dando tus primeros pasos

Lauren cerró los ojos y no le costó dormirse desnuda y abrazada a Mia en su cama. Mientras tanto, la 50a tormenta se intensificaba, pero Lauren era capaz de ignorarla. Para ella, el rato inmediatamente posterior a mantener relaciones sexuales era como estar en un mundo aparte donde no merecía la pena preocuparse por nada.

Lauren abrió los ojos y se vio dentro de un lugar desconocido. Un lugar extraño, con la apariencia de un tanque lleno de algún líquido transparente pero que eventualmente estaba vacío. La atmósfera era fría, pero ella era feliz con el frío. El suelo parecía estar a una distancia tal que parecía inalcanzable, pero sin lugar a dudas se encontraba debajo de sus pies. Fuera del tanque transparente en que se encontraba Lauren, caía una violenta tormenta, pero no se oía el ruido de las gotas de agua impactar contra el suelo. El Sol moribundo del cielo del año 2.532 flotaba sobre la bóveda celeste, que se extendía en todas direcciones desde el tanque vacío. Era extraño ver una escena donde lloviera en el espacio como si hubiera gravedad. Lauren aguzó la vista y se fijó en que el tanque en que se encontraba no estaba compuesto por cristal, como ella pensaba, sino por hielo. El mismo hielo que había ido dejando desde que había viajado en el tiempo y se había convertido en una transeúnte temporal.

– ¿Qué lugar es este? – preguntó Lauren, sin esperar respuesta.

– No es ningún lugar. Es una personalidad. Un sueño. – respondió una voz desconocida.

– ¿Quién ha dicho eso?

– ¿No sabes quién soy, Lauren Turner?

– ¿Cómo sabes mi nombre?

– Estoy dentro de tu mente. Estás dentro de tu mente. Esta no es sino una conversación onírica, pero que al mismo tiempo la estamos manteniendo realmente. Sin embargo, si sé tu nombre, no es por estar dentro de tu mente. Tú y yo nos conocemos desde hace ya mucho tiempo. ¿O acaso lo duda usted, Lady Lauren?

– Murphy. Eres tú quien se ha metido dentro de mi mente.

– Igual decir que me he metido dentro de tu mente es exagerar un poco. Sólo estamos manteniendo una conversación interonírica. Yo estoy en mi sueño, tú estás en tu sueño. Pero estamos conectadas de un modo u otro.

– Te has dejado llevar por la pantalla del tiempo. Así has conseguido ponerte en contacto con mi propio mundo onírico.

– Muy bien. Veo que eres tan lista como siempre. Más lista que yo. Más lista que la mujer desnuda que descansa en el mismo lecho que tú.

– ¿A qué has venido?

– ¿Es así como vas a hablarme? ¿A una persona que tú misma mataste?

– Sí, así es como voy a hablarle a una persona que intentó matarme a mí. Yo no te habría matado si tú no hubieras intentado hacer lo mismo conmigo.

– Cierto, estamos en igualdad de condiciones. Pero Lauren, permíteme que hablemos de otra etapa de nuestras vidas, ¿vale? Retrocedamos unos cuantos años. Cuando nos conocimos, hace ya mucho tiempo. En aquel entonces, sólo eras una niña.

– Y tú estabas viva, trabajando en un laboratorio perteneciente al hospital al que pertenecía mi orfanato.

– Exactamente. Veo que lo recuerdas a la perfección.

– No hace falta que me hables de ello. Cuando entré en la universidad acababa de empezar la pubertad. Es un período de la vida difícil de olvidar. Recuerdo que la primera vez que te vi acababa de aprender a controlar las integrales definidas aplicadas al cálculo de volúmenes. Concretamente, para calcular el volumen de un cuerpo de revolución creado a partir del giro de una elipse sobre un eje 0X, con la suma de los valores de los ejes en dos razones matemáticas.

8 St-NYUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora