Capítulo 46 - Lauren y Michael

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Lo descubriremos con el tiempo

 – Bueno, ¿qué piensas hacer? – preguntó Mia.

– ¿Qué crees que debería hacer? – volvió a preguntar Michael.

– Eso es decisión tuya. Ahora voy a irme. Te dejo solo en esto.

– ¿Adónde vas a irte?

– No lo sé. Tal vez a ningún lado. Pero yo ahora no puedo ayudarte. Sólo haz lo que creas más conveniente.

– No es la primera vez que me dices que haga lo más conveniente. ¿Debería hacerte caso?

– La Mia famosa y rica llegó a existir gracias a que yo siempre hice lo que creí más conveniente. Hazme caso, Michael. Sólo es una chica. Puedes hacer esto solo.

– Entonces, ¿debería despedirme de ti por esta noche?

– Quién sabe. Manhattan no es tan grande. Quizás volvamos a encontrarnos en algún momento de la noche. Hasta la vista.

Mia se levantó de la mesa y salió del local.

Lauren tomó asiento en la barra y echó un vistazo al local. Estaba abarrotado aquella noche, pero aun así ella estaba a gusto. Un hombre de unos 50 años estaba sentado al piano y tocaba "El invierno" de Vivaldi.

– ¿Qué va a tomar? – le preguntó uno de los camareros.

– Es una buena pregunta. – pensó Lauren. – Otras noches como esta habría pedido algo fuerte con lo que vaciar la mente de recuerdos. Algo como un gin-tonic. Pero esta no es esa noche.

– Sírvame sólo una ensalada. Y para beber, agua. Lo más fría que pueda.

– Está bien.

El camarero se marchó con cara de extrañeza. Poca gente pedía una ensalada y agua fría un 25 de febrero pasadas las diez de la noche. Lauren volvió a mirar al local. Había gente que recordaba haber visto la noche anterior. Posiblemente fueran parroquianos del local o simplemente turistas que tuvieran un fácil acceso al bar. En cierto modo, eso es lo que era ella. Al mirar a la gente, Lauren advirtió la presencia de Michael en el local, quien la miraba de reojo, como si quisiera analizarla. Michael se acercó hacia ella.

– Qué curioso que hayamos vuelto a encontrarnos, ¿no crees? – preguntó Lauren.

– Sí, ciertamente es curioso. ¿Qué estás haciendo aquí?

– Me gusta este bar. Me recuerda al que yo solía ir en el distrito 25.530.

– ¿Por qué lo llamas el distrito 25.530? ¿Por qué no lo llamas Londres?

– Porque no es Londres. Ni siquiera estoy segura de si debería llamar al planeta del que vengo Tierra. Para mí ya no es la Tierra.

– No te gusta tu vida en el futuro.

– Eso es lo que yo creía. Pero me equivocaba. Esto es peor.

– ¿Cómo puede ser esto peor que vivir en un mundo contaminado, donde no puedes salir de debajo de una cápsula de poliuretano?

Lauren suspiró.

– Michael, tú estudias Química. Eres de ciencias y números. ¿Conoces las funciones factoriales?

– Sí, consisten en la multiplicación de todos los números naturales hasta un número n. ¿Por qué me lo preguntas?

– Cuando haces una operación factorial, multiplicas todos los factores que han influido en n. Más o menos eso es lo que le pasa a esta realidad temporal.

8 St-NYUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora