Lo descubriremos con el tiempo
– Bueno, ¿qué piensas hacer? – preguntó Mia.
– ¿Qué crees que debería hacer? – volvió a preguntar Michael.
– Eso es decisión tuya. Ahora voy a irme. Te dejo solo en esto.
– ¿Adónde vas a irte?
– No lo sé. Tal vez a ningún lado. Pero yo ahora no puedo ayudarte. Sólo haz lo que creas más conveniente.
– No es la primera vez que me dices que haga lo más conveniente. ¿Debería hacerte caso?
– La Mia famosa y rica llegó a existir gracias a que yo siempre hice lo que creí más conveniente. Hazme caso, Michael. Sólo es una chica. Puedes hacer esto solo.
– Entonces, ¿debería despedirme de ti por esta noche?
– Quién sabe. Manhattan no es tan grande. Quizás volvamos a encontrarnos en algún momento de la noche. Hasta la vista.
Mia se levantó de la mesa y salió del local.
Lauren tomó asiento en la barra y echó un vistazo al local. Estaba abarrotado aquella noche, pero aun así ella estaba a gusto. Un hombre de unos 50 años estaba sentado al piano y tocaba "El invierno" de Vivaldi.
– ¿Qué va a tomar? – le preguntó uno de los camareros.
– Es una buena pregunta. – pensó Lauren. – Otras noches como esta habría pedido algo fuerte con lo que vaciar la mente de recuerdos. Algo como un gin-tonic. Pero esta no es esa noche.
– Sírvame sólo una ensalada. Y para beber, agua. Lo más fría que pueda.
– Está bien.
El camarero se marchó con cara de extrañeza. Poca gente pedía una ensalada y agua fría un 25 de febrero pasadas las diez de la noche. Lauren volvió a mirar al local. Había gente que recordaba haber visto la noche anterior. Posiblemente fueran parroquianos del local o simplemente turistas que tuvieran un fácil acceso al bar. En cierto modo, eso es lo que era ella. Al mirar a la gente, Lauren advirtió la presencia de Michael en el local, quien la miraba de reojo, como si quisiera analizarla. Michael se acercó hacia ella.
– Qué curioso que hayamos vuelto a encontrarnos, ¿no crees? – preguntó Lauren.
– Sí, ciertamente es curioso. ¿Qué estás haciendo aquí?
– Me gusta este bar. Me recuerda al que yo solía ir en el distrito 25.530.
– ¿Por qué lo llamas el distrito 25.530? ¿Por qué no lo llamas Londres?
– Porque no es Londres. Ni siquiera estoy segura de si debería llamar al planeta del que vengo Tierra. Para mí ya no es la Tierra.
– No te gusta tu vida en el futuro.
– Eso es lo que yo creía. Pero me equivocaba. Esto es peor.
– ¿Cómo puede ser esto peor que vivir en un mundo contaminado, donde no puedes salir de debajo de una cápsula de poliuretano?
Lauren suspiró.
– Michael, tú estudias Química. Eres de ciencias y números. ¿Conoces las funciones factoriales?
– Sí, consisten en la multiplicación de todos los números naturales hasta un número n. ¿Por qué me lo preguntas?
– Cuando haces una operación factorial, multiplicas todos los factores que han influido en n. Más o menos eso es lo que le pasa a esta realidad temporal.
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8 St-NYU
Science FictionEn el año 2.532, 400 años después de la violenta Guerra de las 57 Tormentas, la Tierra se ha convertido en un páramo contaminado donde el aire es tóxico y los últimos reductos de la raza humana viven en cápsulas respirando aire en conserva. Lauren...