Ganadora en los premios Carrot Awards 2020
Tercer lugar en romance, concurso Apple Awards (Red)
Sinopsis:
¿Qué pasa cuando tu mundo perfecto se derrumba a tus pies?
Andrea conoció a Justin en la fiesta de compromiso de su amiga, y de inmediato volar...
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Se me veía cansada. Seguramente porque lo estaba.
El embarazo era el responsable de eso. Tener siete meses de gestación era lo que tenía. Apenas si dormía en la noche, el pequeño se movía demasiado para darme horas de tranquilidad.
Pero a pesar de que por tanto movimiento no podía dormir bien, prefería mil veces eso que no sentirlo en lo absoluto.
Contaba los días para el nacimiento.
Estaba ansiosa por sostenerlo en mis brazos, por escucharlo sollozando por todo el lugar, porque creciera y me llamara mamá, y para que llenara la casa con sus sonrisas.
Cada día faltaba menos para todo eso.
Mi niño, un varón.
Ya hace mucho sabíamos el sexo del bebé. Apenas lo supimos, empezamos a preparar la habitación que ocuparía.
Ya todo estaba listo, el mural que Rachel muy amablemente se había ofrecido hacer como regalo para el bebé, ya estaba seco, la cuna y los muebles ya estaban en posición.
Solo faltaba la ropita. Teníamos algunas cosas, pero no era ni de lejos suficiente.
Se suponía que Justin sería el que me acompañaría a comprar hoy día, pero le había salido un problema en el trabajo de último minuto, una reunión importantísima, así que se vio en la obligación de cancelarme.
Al final, terminé llamando a Emma para ver si podía acompañarme ella. De inmediato me dijo que sí, y ahora estábamos tomando desayuno en mi casa para luego marcharnos.
—Esto de salir de compras las dos juntas, va a ser como en los viejos tiempos, ¿no? —dice Emma, con un tono de voz alegre.
Miro a mi amiga por encima de mi hombro, mientras en el mostrador preparo nuestras tazas de café. —La verdad es que sí, solo te falta estar embarazada a ti ahora.
—Ni lo sueñes. Yo no tengo más hijos, ya he tenido suficientes.
Me río en voz alta por su cara de horror. Por lo que tenía entendido, Allan seguía pidiendo una niña y Emma seguía negándoselo. La verdad, no podía culparla, tener a Abby y cuidarla los primeros meses de vida fue el trabajo más difícil y cansador que tuve en toda mi vida. Solo me puedo imaginar todo el trabajo que tuvo que hacer Emma al tener que cuidar a tres bebés al mismo tiempo.
