Ganadora en los premios Carrot Awards 2020
Tercer lugar en romance, concurso Apple Awards (Red)
Sinopsis:
¿Qué pasa cuando tu mundo perfecto se derrumba a tus pies?
Andrea conoció a Justin en la fiesta de compromiso de su amiga, y de inmediato volar...
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Amar con todo el corazón no impide que te equivoques, mucho menos mide el nivel de tu amor, equivocarte no te hace menos, ni más, tan solo te hace como todos nosotros, humano.
Galena Meyers
Justin
En lo primero que me fijo cuando llego, es que el salón del banquete se encuentra lleno.
Había mucha gente, más que el día en que nosotros nos habíamos casado. Había mucha más... opulencia, más brillo, más elegancia. Era más estéril. Más... ensayado. Parecía casi como que Andrea intentaba replicar lo menos posible nuestro matrimonio, que fue en todo diferente, sencillo, natural, pequeño y familiar.
Y eso no sabía lo que me hacía sentir, mucho menos que pensar.
Respiro profundo, tratando de serenarme, me estaba costando mucho más de lo que pensaba, pero tenía responsabilidades que atender, como el buscar a mis hijos y llevarlos a mi departamento para cuidarlos durante dos semanas completas.
Ese fue el trato. Mientras Andrea se iba de luna de miel, yo podía gozar de dos semanas ininterrumpidas con mis hijos. Como en los viejos tiempos. Eso me ponía feliz, el tenerlos conmigo sin tener que devolverlos, por fin podía estar con ellos sin horarios, era lo que más deseaba, pero en la imagen también contemplaba a la madre.
Suspiro con tristeza.
Eso ya no sería nunca más.
Mientras me acerco, trato de visualizar caras pertenecientes a la familia y saludo con gentileza a quién me reconoce.
Hay muchas personas que murmuran, probablemente preguntándose el porqué de mi presencia. A pesar de los años, de las libertades que se han alcanzado en el mundo, de los derechos que todos disfrutamos, todavía había personas cerradas de mente, que creían que no se puede mantener una relación de cariño, cercanía y amistad con quién fue tu expareja. Sobre todo con los motivos de nuestra ruptura.
Pero lentamente había aprendido a no darles el poder de afectarme, ya que a Andy ya no le afectaban, principal razón de que me dañaran los susurros, los murmullos malintencionados, el dolor que le provocaban a ella.
—¡Justin!
Giro la cabeza y veo a un chispeante Allan acercarse a mí a toda prisa.
—¡Hola, amigo! ¿Cómo estás? —pregunta eufóricamente. En sus ojos se podía ver la alegría, y unos cuántos tragos de más. Por primera vez en esta semana del infierno que llevaba viviendo, sonrío sin esfuerzo.
—Bien, vengo a buscar a mis hijos.
—Pues tendrás que esperar, porque están bailando en la pista de baile. —Apunta con su dedo a un sector y es allí donde la veo.
Tenía un vestido bastante sobrio, pero entallado a su hermosa figura, sencillo, pero extremadamente sensual, realzando sus curvas.
—Se ve preciosa —le digo a mi amigo, pero sin despegar mi vista de ella. Realmente era preciosa, seguía siendo la mujer más hermosa en la que había puesto mis ojos alguna vez.
