Capítulo # 20 Encuentros imprevistos

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Andrea

—Amor, ya es tarde.

Acarician suavemente y con ternura mi cabello.

Gimo en protesta. —Déjame dormir.

Justin se ríe, pero continúa. —En serio, amor. Ya es muy tarde. Tú mamá llamó preguntando por nosotros.

Trato de abrir los ojos, pero literalmente se me cierran solos. —Tengo tanto sueño. Esto es tu culpa.

—¿Te cansé demasiado anoche?

—Sí, tu culpa, tu culpa —murmuro despacio, dejándome llevar por el sueño otra vez.

—Ya estás vieja a lo mejor.

Abro un ojo y le pego en el abdomen. —Viejo estás tú, anciano.

Carcajea. —Llegarás tarde a trabajar. Arriba. —Me pega un azote en el trasero y sale de la habitación. Yo me estiro en la cama como gato. Bostezo y me quedo unos segundos allí. Sonrío cuando pienso en lo de anoche.

Ayer, como todos los domingos, fuimos a la mansión a almorzar. A la hora de venirnos, mi madre nos pidió que le dejáramos a Abby allí, y hoy día a primera hora en la mañana debíamos ir a buscarla para llevarla al jardín. Pero anoche con Justin, aprovechamos nuestra soledad para amarnos por toda la casa. Al parecer una sola vez no bastaba, así que estuvimos hasta entrada la madrugada despiertos.

Ahora estaba muerta de sueño, cansada, exhausta, pero tremendamente satisfecha.

* * * *

Media hora después, ya bañada, peinada y maquillada, me acerco hasta la cocina. Lo primero que recibo es olor a tocino, café y tostadas.

Veo a Justin caminar en la cocina, manipulando los utensilios, colocando en la barra nuestra comida.

Como todos los días, luce impecable. Ya está listo para trabajar, pantalones de vestir, y una camisa blanca sin ninguna arruga en ella. Solo le falta la chaqueta, que descansa en el respaldo de una de las sillas.

—Que bien huele todo.

—Hasta que despertaste, bella durmiente —contesta de vuelta. Justin empezó a llamarme así en las mañanas, casi desde el principio de nuestra relación, cuando descubrió que mi punto débil siempre sería levantarme en las mañanas. Nunca me gustó madrugar, y él muy pronto se dio cuenta de ello.

Me siento en mi puesto habitual, extrañando las canciones infantiles en el televisor. Mi pequeña diablilla estaría aquí sentada cantando y mirando entretenida su programa de dibujos.

—¿Qué haces vestida así? ¿No trabajarás hoy día?

Levanto la mirada hacia Justin, que me observa con el ceño fruncido, claramente confundido. Estoy usando jeans y mi chaqueta favorita. Unos botines terminan mi tenida.

—No, he decidido que hoy no iré. Voy a llevar a Abby a pasear. Quizás al cine o al zoológico.

Recién venía saliendo de un caso muy complicado, uno que para mi consternación no había podido ganar. Le había fallado a mi cliente, había confiado en mí, pero no pude ayudar. La otra parte fue mucho más astuta que yo, y perdí. Mi papá me había dicho que no siempre ganaría, pero si había un caso que merecía ganar, era este. No por dinero, ni prestigio, ni nada, solo por el hecho de meter a un idiota en la cárcel que pensaba que podía tratar a su mujer como saco de boxeo.

—Amor, ¿estás bien?

—Sí, solo quiero desconectar. Eso es todo.

Justin entendía por lo que estaba pasando. Él vio cuanto me afectó y por lo mismo trató de subirme el ánimo. Había estado atento a mí, regalándome cosas, mandándome flores al despacho, sacándome a comer o dándome maratones de sexo para que mi cabeza se despejara.

Hoja en blanco ☆ Galena Meyers ☆ Infiel Fiel 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora